Chumy Chúmez

Conocer lo bueno y lo malo de las personas significativas como Chumy Chúmez, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa sustancial para que podamos valorar no sólo la vida de Chumy Chúmez, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Chumy Chúmez, personas a quienes de de una forma u otra Chumy Chúmez influenció, y ciertamente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Chumy Chúmez.

Las biografías y las vidas de personas que, como Chumy Chúmez, cautivan nuestro interés, deben servirnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Chumy Chúmez, el motivo por qué Chumy Chúmez vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Chumy Chúmez

(Seudónimo de José María González Castrillo, San Sebastián, 1927 - Madrid, 2003) Humorista gráfico español. Chumy Chúmez nació en San Sebastián el 8 de mayo de 1927, y más allá de su natural querencia por el dibujo y la pintura cursó estudios para transformarse en instructor mercantil, profesión que desarrolló a lo largo de ciertos años, encerrado en una de aquellas áreas de trabajo que tan poco le agradaban.

Sus inquietudes artísticas no le abandonaron, conque a fines de los años 40 emigró a Madrid, convencido de desarrollar una carrera como pintor. Aunque no tuvo bastante fortuna con la paleta, sus talentos para el dibujo y el humor le dejaron subsistir, en parte cooperando para múltiples periódicos y en parte haciendo pedidos de todo género.

La Codorniz

Un buen día recibió contestación a sus frases en el momento en que Álvaro de Laiglesia, por ese momento directivo del semanario de humor La Codorniz, le envió una carta ofreciéndole un espacio para ayudar en la histórica publicación, que llegaría a tener una pasmante plantilla de dibujantes y escritores: Antonio Mingote, Tono [Antonio Lara Gavilán], Evaristo Acevedo, Wenceslao Fernández Flórez, Enrique Jardiel Poncela o Edgar Neville, entre otros muchos. Fue entonces en el momento en que apareció el nombre por el que fue popular y se consagró como artista: Chumy Chúmez. «Me llamaban de pequeño Chumy y en el momento en que debí dibujar y firmar en La Codorniz, lo cogí. Luego puse lo de Chumy Chúmez pues da mucho más cosa de señor serio.» Así enseña José María González Castrillo, Chumy Chúmez, el porqué de un seudónimo que empleó a lo largo de sus mucho más de cincuenta años de trayectoria profesional como humorista, pintor, tertuliano de la radio y la televisión, cineasta y narrador.

La Codorniz, semanario que lo dio a saber y en el que cooperó a lo largo de cerca de treinta años, hasta su desaparición, fue desarrollado en 1941 por el dramaturgo Miguel Mihura y se transformó en entre las escasas gacetas de humor que en pleno franquismo ejercitó una alguna crítica popular, basada, eso sí, en un humor rayano en el absurdo. Poco a poco, el humor negro y personal de Chumy Chúmez, dotado de un grafismo simple pero deslumbrante y hasta un punto renovador para la temporada, comenzó a popularizarse en distintas gacetas y periódicos, entre aquéllos que recalcaron en los años sesenta Triunfo y el diario Madrid, para el que efectuó un chiste períodico hasta su clausura por orden gubernativa, que sucedió en 1971.

En todo instante, Chúmez se mostró como un constructor alterado que meditaba sobre la vida diaria y sobre su trabajo, y que llegó a usar en varias oportunidades montajes fotográficos para sus rechistes. Como él mismo reconoció en una ocasión, «nuestra generación era una generación hija de madre soltera, éramos huérfanos de progenitores estéticos. Cuando advertí esa aberración, volví al pasado, fuente y manantial de tantas sabidurías desdeñadas por nuestra impaciencia o por nuestra incapacidad de dibujar las cosas como son. No tuvimos profesores. Nuestros profesores habían sido ejecutados o habían huido al extranjero o vivían condenados al ostracismo».

Un humor personal

La España que Chumy Chúmez reflejó como humorista gráfico era la de un país gobernado por la autarquía y la ignorancia, hundido en un largo periplo político ensombrecido por el régimen de Francisco Franco, en el que la profesión de humorista demandaba de unos elementos destacables para trasmitir un cierto contenido crítico, aspecto primordial en el humorismo gráfico.

Chumy Chúmez supo reflejar en sus rechistes y colaboraciones para la prensa el auténtico estado popular de su país, con un humor rayano en el nihilismo y el absurdo, un humor negro protagonizado por una larga caterva de estrambóticos individuos que Melquíades Prieto, en el prólogo de entre las últimas antologías de Chumy Chúmez, detalla de esta manera: «Son los años en que plutócratas, señoritos de espuela calzada, pobres de morirse, rameras, viles progenitores de familia, mujeres aborrecibles, hombres violentos, artefactos, calaveras, esqueletos galardonados, grabados goyescos, expresionismo solanesco, chafarrinadas provocadoras y manipulaciones de la pintura tradicional enriquecen las páginas de la prensa mucho más comprometida con los avances sociales».

A su forma, este humorista luchó por la reinstauración de la democracia en España y por la independencia de expresión, participando muy activamente en gacetas y periódicos de la extendida transición y ahora en medio de una democracia, entre aquéllos que resaltan Cuadernos para el Diálogo, El Independiente, El Sol, Pueblo, Tele Radio, Sábado Gráfico, Mundo Diario o Por Favor. Fue exactamente en medio de una transición en el momento en que Chumy Chúmez abandonó La Codorniz para fundar un nuevo semanario humorístico mucho más ambicioso en lo que se refiere a contenido y independencia tiene relación, Hermano Lobo, traducido «Semanario de humor en lo que cabe».

Hermano Lobo, que solo continuó a lo largo de 4 años en los quioscos y que se transformó en la gaceta preferida de los universitarios españoles, se encontraba inspirado por el espíritu crítico del humor político marcado por gacetas francesas como Charlie Hebdo, y en sus páginas cooperaron escritores y humoristas de la talla de Manuel Vicent, Cándido, Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán, Manolo Summers, Ops (Andrés Rábago), Forges (Antonio Fraguas de Pablo ) o Miguel Gila.

Tras la desaparición de Hermano Lobo, Chumy Chúmez regresó a las páginas de La Codorniz hasta su cierre, y continuó cooperando con sus rechistes en decenas y decenas de periódicos y gacetas. Recientemente su trabajo de humorista podía disfrutarse en las páginas de El Semanal, gaceta dominical distribuida con múltiples periódicos españoles.

Chumy Chúmez, un hombre tildado de hipocondríaco por quienes lo conocían y con una extraña fijación por la desaparición, fué el personaje principal de múltiples monografías dedicadas a sus rechistes, entre aquéllas que resaltan Humor de contrabando (1962), Chumy Chúmez 1970 (1971), Con la clara y con la yema (1973), Una autobiografía (1973), Todos somos de derechas (1973), Con las lolas cruzadas (1978), Lo mejor de Chumy Chúmez (1992), Chumy Chúmez antología: Del silencio al grito (2001) o De buena tinta (2002).

Como compilador de múltiples antologías sobre humor gráfico ha firmado títulos como Cómix Underground USA, con Ops (1972), o 50 años de humor español (1991). Sus múltiples méritos como humorista asimismo se vieron reconocidos con múltiples premios, como el primer premio del VII Salón Internacional del Humor y la Caricatura de Montreal (1970), el premio de humor La Paleta de Aragón (1977), el Premio Mingote (1985), el Premio de Periodismo «Francisco Cerecedo», que otorga anualmente la sección de españa de la Asociación de Periodistas Europeos (1991), o el Premio Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos (2002).

Un hombre alterado y polifacético

Las inquietudes artísticas y personales de Chumy Chúmez han quedado reflejadas no solo en sus aportaciones al humorismo gráfico, sino más bien en su ingente tarea como escritor de guiones de radio y televisión, cineasta, narrador y ensayista, amén de su tarea como tertuliano en radio y televisión y de animador cultural de cientos y cientos de charlas y mesas redondas.

Como escritor resaltan sus novelas y ensayos Mi tío Gustavo, que en gloria esté (1958); El colérico mal y otros recursos de consumo (1971); Yo fui feliz en la guerra (1986), una novela donde narraba su niñez a lo largo de la Guerra Civil de españa; Ayer prácticamente me muero (1988); Ser humorista (1988), una reflexión sobre su profesión; La patología desde el enfermo (1992); Dios nos coja confesados (1996); Hacerse un hombre (1996) o Cartas de un hipocondríaco a su médico de cabecera (2000). Recientemente, y a título póstumo, fue el ganador del I Premio Algaba de Biografía, Autobiografía y Memorias, concedido por Campo Cultural de El Corte Inglés, por su obra Vida de maqueto, de corte autobiográfico.

Para la televisión, Chumy Chúmez escribió y dirigió en los años sesenta y setenta múltiples reportajes sobre distintas ciudades españolas, algún corto de ficción y un capítulo de la serie Las Pícaras, que se titula La lozana andaluza (1982), y participó en 1993 en el software de Tele 5 Este país precisa una ojeada. También desde 1985 se transformó en una voz frecuente de la radio, participando con otros humoristas en la sección «Enfrentamiento sobre el Estado de la Nación» en el habitual programa de Luis del Olmo Protagonistas, y desde 1995 como responsable de un espacio de humor en el software de Radio Nacional de España Las mañanas de Radio 1.

Otro de los medios en los que participó activamente Chumy Chúmez fue el cine, para el que escribió adjuntado con otros autores los guiones de películas como Yo la vi primero (Fernando Fernán Gómez, 1974) o Mi mujer es muy aceptable en lo que cabe (Antonio Drove, 1974), tal como un capítulo del extenso film de animación Historias de amor y matanza (Jordi Amorós, 1974), en el que participaron otros humoristas como Perich, Óscar, Ja o Ivá. Como escritor de guiones y directivo fue el encargado de las películas Dios bendiga cada rincón de esta casa (1977) y Pero, ¿no vas a mudar jamás, Margarita? (1978).

Este hombre del Renacimiento, trabajador infatigable, empedernido lector de Sigmund Freud y poseedor de un sentido del humor muy especial, fue asimismo un enorme conversador que agradaba de estar comunicado de manera directa con la multitud, como lo revela su presencia en multitud de seminarios y charlas de toda índole que lo llevaron a ciudades como Nueva York, Londres, Río de Janeiro, Buenos Aires, Ginebra o Amsterdam y, naturalmente, por toda España. Asimismo, el trabajo gráfico de Chumy Chúmez fue objeto de múltiples exposiciones particulares y colectivas, entre aquéllas que resaltan la conmemorada en Bilbao en 1986 y la presentada en el Centro Cultural del Conde Duque de Madrid en 1999.

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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son siempre importantes, ya que destacan la singularidad, y en la ocasión de la vida de una persona como Chumy Chúmez, que poseyó su importancia en una época determinada, es vital tratar de brindar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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