Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la trascendencia que tuvo Christopher Isherwood en la historia. La forma en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para quienes conocieron a Christopher Isherwood, sino que a lo mejor legó una huella mucho más profunda de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Christopher Isherwood de forma personal.Christopher Isherwood ha sido un ser humano que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
(Christopher William Bradshaw-Isherwood; High Lane, Cheshire, 1904 - Santa Mónica, California, 1986) Narrador y dramaturgo británico nacionalizado estadounidense. Nacido en el seno de una familia acomodada -era hijo de un oficial del ejército británico-, recibió una esmerada capacitación académica desde su mucho más tierna niñez, primero en la Repton School y más tarde en el Corpus Christi College, de la Universidad de Cambridge.
Merced a esta distinguida educación, desarrolló asimismo desde muy temprana edad su innata inclinación hacia el estudio de las humanidades y la creación literaria, y antes de haber cumplido la treintena ahora se había dado a comprender como escritor a través de ciertas narraciones primerizas de indudable interés, como las tituladas All the Conspirators (1928) y The Memorial (1932).
Introduzco, desde entonces, en los primordiales foros de discusión intelectuales y artísticos de la Inglaterra de los años treinta (en los que participó tanto en su calidad de escritor como en su condición de instructor y periodista), compartió una sólida relación de amistad con otra de las considerables revelaciones de las letras inglesas actualmente, el poeta y dramaturgo de York W. H. Auden, con quien llegó a crear múltiples proyectos teatrales escritas en verso, como las tituladas The dog beneath the skin (El perro bajo la piel, 1935), The ascent of F6 (El ascenso de F6, 1936) y On the frontier (En la frontera, 1938). En todas y cada una ellas, Chistopher y Auden dejaron bien patente su interés por las proposiciones mucho más radicales del arte alemán posterior a la Primera Guerra Mundial, y, en lo que a sus inquietudes teatrales tiene relación, su admiración por de los mejores exponentes de estas novedosas tendencias estéticas, Bertolt Brecht.
Instalado en Berlín entre 1933 y 1936 (donde compartió vivienda con Auden y coincidió con otro viejo compañero de salas universitarias, el poeta y crítico Stephen Spender), tuvo ocasión de ayudar como testigo favorecido al apogeo del nazismo, situación que contribuyó poderosamente a la forja en su ideología de un estable deber político que, en su repudio de todas y cada una de las maneras de totalitarismo que se estaban apoderando de Europa, le unió por ese momento a otros varios autores ingleses de su generación (entre ellos, el susodicho Auden, que en 1936 tomó parte activa en la Guerra Civil Española al costado del ejército republicano).
El tema del nazismo se apoderó, además de esto, de la producción literaria de Christopher Isherwood, quien reflejó sus estragos en la autobiografía novelada Lions and shadows (Leones y sombras, 1938) y en varias novelas tan refulgentes como Mr. Norris changes train (El Señor Norris cambia de tren, 1935) y Goodbye to Berlin (Adiós a Berlín, 1939).
La primera de estas narraciones detalla la corrupción de Berlín -localidad que se había transformado, por esos años, en el eje temático central de su obra- mediante la humillación de un personaje; la segunda, que se sirve de la técnica del informe para reflejar el Berlín de entreguerras, dio pie años después a entre las cintas cinematográficas que con mayor rigor y singularidad han abordado el fenómeno del nazismo: Cabaret, del director de cine estadounidense Bob Fosse, interpretada por Liza Minelli, Michael York, Helmut Criem y Marisa Berenson.
Pero el éxito de esta novela de Isherwood (interpretada por la joven inglesa Sally Bowles, cabaretera en un sórdido antro nocturno berlinés) ahora había generado, bastante antes del estreno del mencionado largometraje de Fosse, otras entrometidas adaptaciones, como la obra de teatro de John van Druten I Am a Camera (1951), de la que se realizó por su parte una instantánea versión cinematográfica llamada Soy una cámara (1955), rodada por el directivo sudafricano Henry Cornelius. En 1968, los norteamericanos Kander y Ebb presentaron con destacable éxito el musical que se titula Cabaret, inspirado de forma directa en la narración original de Isherwood y transformado poco después en la base instantánea para el guion de la película homónima que salvó del olvido esa enorme novela que era Goodbye to Berlin, mucho más de treinta años tras su primera edición.
Exactamente el mismo año en que dio a la imprenta esta narración, Christopher Isherwood publicó asimismo un libro de viajes que se titula Journey to a War (1939), escrito en colaboración con su por ese momento inseparable Auden y basado en el largo paseo que los dos autores habían efectuado por la lejana y enigmática China. Unos meses antes de la aparición de este volumen (en concreto, en el mes de enero de aquel año de 1939), frente al inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial, los 2 escritores británicos habían migrado a los Estados Unidos de América, donde habrían de conseguir la nacionalidad de norteamérica en 1946.
Intensamente perjudicado por la crueldad de la contienda bélica, Christopher Isherwood experimentó un hondo ensimismamiento que, en su producción literaria, se manifestó más que nada en su poco a poco más acusada inclinación a la autobiografía, bien patente en varias narraciones tan profundas como A Single Man (Un hombre soltero, 1964) -donde refleja la soledad de un homosexual que se detiene a investigar su vida- y A Meeting by the River (1967) -donde ofrece como modelo de vida el recogimiento y la contemplación, tras haberse transformado al hinduismo merced a la lectura de las proyectos del pensador de Calcuta Narendranath Datta-.
En exactamente la misma línea intimista hay que encuadrar su magnífica recreación autobiográfica de los años treinta, publicada en 1976 bajo el título de Christopher and his kind, 1934-1939 (Christopher y su gente, 1934-1939). Otras proyectos visibles de esta segunda etapa de su producción narrativa son las tituladas Prater violet (La violeta del Prater, 1945), The World in the Evening (El planeta al atardecer, 1954), Down There on Visit (1962), Kathleen and Frank (1971) y My Guru and his disciple (Mi gurú y su acólito, 1980).
¿Qué piensas de la existencia de Christopher Isherwood? ¿Has hallado todo aquello que esperabas hallar?
Está claro que conocer profundamente a Christopher Isherwood es algo que se reserva a escasas personas, y que pretender recomponer quién y cómo fue la vida de Christopher Isherwood es una suerte de puzzleque a lo mejor consigamos reconstruir si colaboramos conjuntamente.
A causa de esto, si eres del tipo de personas que creen en que de modo colaborativo es posible hacer algo mejor, y posees información acerca de la vida de Christopher Isherwood, o sobre algún elemento de su personalidad u creación que no hayamos contemplado en esta biografía, te solicitamos que nos lo envíes.
Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son en todos los casos importantes, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de un ser como Christopher Isherwood, que detentó su relevancia en una época determinada, es indispensable procurar mostrar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
No lo dudes y contacta con nosotros para relatarnos qué conoces acerca de Christopher Isherwood. Estaremos muy contentos de ultimar esta biografía con más información.