La historia del mundo está contada por las personas quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela sociedad, de un modo u otro,prospere.
Ya sea inspirando a más seres humanos o formando parte de la acción. Christian Wolff es una de las personas cuya vida, realmente, merece nuestro interés por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Christian Wolff es comprender más sobre periodo preciso de la historia del ser humano.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Christian Wolff, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa esencial para que podamos valorar no sólo la existencia de Christian Wolff, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Christian Wolff, aquellas personas a quienes de de una u otra forma Christian Wolff influyó, y desde luego, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Christian Wolff.
Las biografías y las vidas de personas que, como Christian Wolff, atraen nuestra atención, tienen que valernos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Christian Wolff, porqué Christian Wolff vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma implacable, la historia.
(Christian Freiherr von Wolff o Wolf; Breslau, 1679 - Halle, 1754) Jurista, matemático y pensador alemán. Profesor en Leipzig, su profesor Leibniz logró trasladarle a Halle (1706), donde enseñó ciencias precisas y filosofía, hecho que le valió ser expulsado de la facultad (1723) por los asaltos de los teólogos. Sin embargo, Federico II, al subir al trono, le restituyó en la cátedra hasta su muerte. Su filosofía, calificada de racionalismo dogmático, se muestra en el grupo de Filosofía racional o Lógica (1728), Filosofía primera u Ontología (1730), Cosmología general (1731), Psicología (experimental, 1732, y racional, 1734), Teología natural (1736-1737) y Filosofía práctica (1738-1739, entonces ampliada en Filosofía ética o Ética, 1750-1753). Es creador asimismo de sendos tratados sobre Derecho natural (1748) y Derecho de gentes (1749). Su sistema fue seguido por Kant en su etapa precrítica.
La obra de Christian Wolff tuvo el mérito de sistematizar en cierta manera el racionalismo del siglo XVIII mediante su reelaboración de la filosofía de Leibniz. Wolff era hijo de un artesano que se sacrificó para realizar estudiar al precoz y ágil jóven. De la teología y el derecho natural pasó de forma rápida a la filosofía; graduado en 1703 en Leipzig, fue llamado en 1706 a la Universidad de Halle por recomendación de Leibniz. Su sistema de reducción de la filosofía de Leibniz a silogismos, y asimismo el empleo en sus proyectos de la lengua alemana, al lado del latín, hicieron muy célebre y escuchado a Wolff, a quien puede considerarse el constructor del lenguaje filosófico alemán. Kant comenzó como fan de el, y a él tiene relación en el momento en que critica el "racionalismo dogmático" de Descartes y Leibniz.
En el curso de su plácida vida de instructor, Christian Wolff conoció asimismo, sin embargo, un instante de persecución: convencido por los teólogos pietistas del riesgo que para la santidad del juramento y la especialidad militar suponía el racionalismo de Wolff, el "rey sargento" Federico Guillermo I de Prusia lo expulsó de forma infamante de sus estados (1723), a los que entonces fue invitado a regresar con todos y cada uno de los honores (tras diecisiete años de enseñanza en Marburgo) por Federico II de Prusia, el monarca pensador (1740). Más tarde llegó a canciller de la Universidad de Halle (1743) y a barón (1745). Posteriormente fue llamado nuevamente a Marburgo, y debió negar convidaciones de otras universidades no alemanas.
Sus enseñanzas orales y escritas terminaron englobando, gradual y de manera sistemática, con artificiosa pedantería, entonces proverbial, cuanto podía ser objeto de estudio: desde la teología, la fisiología y las matemáticas hasta la estética, la economía y la metafísica, esto es cualquier especialidad "methodo scientifica (en un inicio había escrito "mathematica") pertractata". Aun en el momento en que ello forma el aspecto caduco de la actividad de Wolff y distanció en el curso de los últimos años a los acólitos de su enseñanza, es asimismo cierto que el rigor de abstracción y formulación del razonamiento filosófico y científico alemán generalmente se remonta a él, pese al vacío de su inclinación inclinada a realizar superficialmente racionales todas y cada una de las ramas del entender.
De su producción filosófica podemos destacar Pensamientos razonables cerca de Dios, el planeta, el alma del hombre y todas y cada una de las cosas por norma general (1719), obra que ingresó las ideas de Leibniz en los círculos teológicos y eclesiásticos luteranos. Christian Wolff se ha propuesto con este tratado ofrecer a las verdades reveladas la manera y la certeza de las verdades matemáticas. Es esencial, a este respecto, su crítica de la iniciativa de la revelación y del milagro. Una verdad que se da como revelada debe de carecer de contradicciones, y si la razón las revela en ella, es prueba de que no tiene que ver con una verdad revelada. Así, ni la revelación puede contrariar las verdades primordiales de la razón, ni obligar al hombre a acciones contrarias a la esencia de su alma o a las leyes de la Naturaleza.
Una crítica equivalente envuelve la iniciativa del milagro, que para la ortodoxia luterana era la contraseña sobrehumano de la revelación. En situación, mira Wolff, Dios precisa esfuerzo reducido para generar milagros que para los hechos naturales, y los milagros rutinarios de orden natural son mayores que los llamados hechos sobrenaturales. Las ideas de Wolff, incautamente llevadas a las cátedras teológicas y a los púlpitos de las iglesias, provocaron una beligerante reacción, tanto de la ortodoxia luterana como de los círculos pietistas, si bien la reivindicación wolffiana de la razón no carezca de analogías con la pietista del sentimiento. Con los Pensamientos razonables se empezaba para el protestantismo alemán el periodo de la Ilustración.
Otra de sus proyectos reseñables es Derecho natural (1748). Partiendo de las premisas de Leibniz sobre la unidad primordial de la ética y el derecho, consistente en el supremo principio de la conducta, la ley de perfección (Jus naturae supponit philosophiam practicam universalem), Wolff distingue en el ámbito de la conducta misma tres órdenes de deberes, a los que el hombre está relacionado: hacia sí mismo, hacia la sociedad y hacia Dios. Los deberes primordiales del hombre hacia sí mismo son, aparte de los de perfeccionarse y también alumbrarse, el de "hallar la alegría y escapar de la desgracia". Un deber similar tiene con relación a el prójimo: el de fomentar la perfección y la alegría del resto.
A estos deberes les tocan otros muchos derechos, que hay ahora en un "estado de naturaleza originario", en el que el hombre, siguiendo los dictámenes de su naturaleza racional, vive en condiciones de independencia y de igualdad. Luego se forma una sociedad que Wolff llama "adventicia" por el hecho de que aún no se apoya en el "imperium", sino más bien en sencillos vínculos familiares y señoriales. Finalmente, al acrecentar las pretensiones, los hombres forman la sociedad política, la "civitas", y la forman a través de un "pacto". En virtud de ese pacto "los individuos se fuerzan hacia todos para proveer al bien común, y todos hacia los individuos, para poder una vida bastante apacible y segura".
El estado, esto es, la autoridad que nace del pacto, no anula los derechos naturales, sino añade o limita en algo el ejercicio de exactamente los mismos. Del sistema wolffiano aparece la distinción entre derecho especial y también imperfecto. Derecho especial es siempre y en todo momento el derecho natural, si bien para aseverarlo el sujeto no puede valerse del derecho de resistencia. Por otra sección, la fuente del "imperium" es el pueblo: éste, al organizarse en "civitas", debe de elegir si desea sostener el "imperium" o si debe cederlo determinante o transitoriamente a un "rector civitatis". La forma de gobierno que Wolff elige es la monárquica. Sin embargo, para Wolff no se forma una situación estatal con fines propios: el estado tiene como único fin garantizar y beneficiar el logro de la alegría de los ciudadanos, fomentar la beneficencia, la producción, el trabajo, la moralidad y la religión.
En este sentido, Wolff puede ser considerado, en los orígenes de la Ilustración, como el mucho más expresivo y eficiente defensor del estado eudemonista y paternalista. Su pensamiento no es original; se limitó prácticamente de forma exclusiva a desarrollar y sistematizar las ideas de Leibniz, esparcidas en la obra del profesor. Sin embargo, Wolff no fue un fácil divulgador, sino más bien un intérprete agudo y también capaz, y su obra resultó muy eficiente para conformar la conciencia jurídica alemana; antes de Kant (que para su especulación política partió de las ideas de Wolff), su doctrina inspiró la acción política del estado alemán, en sentido absolutista y también iluminista.
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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos fundamentales, ya que perfilan la diversidad, y en el caso de la vida de una persona como Christian Wolff, que detentó su relevancia en un momento histórico concreto, es esencia intentar mostrar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
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