Charlene de Carvalho

Conocer las luces y las sombras de las personas significativas como Charlene de Carvalho, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo sustancial para que podamos apreciar no sólo la vida de Charlene de Carvalho, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Charlene de Carvalho, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Charlene de Carvalho influyó, y indudablemente, comprender y entender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Charlene de Carvalho.

Vida y Biografía de Charlene de Carvalho

(Amsterdam, 1954) Empresaria de holanda. Charlene Heineken nació en Amsterdam el 30 de junio de 1954, hija de la habitante de Estados Unidos Lucille Cumming y de Freddy Heineken, quien se sostuvo adelante de la compañía cervecera de holanda a lo largo de múltiples décadas.

El padre salvó la participación mayoritaria de la familia en la compañía, por ese momento una modesta compañía cervecera familiar, exactamente el mismo año en que nació quien sería la futura heredera del negocio. Freddy puso en práctica las enseñanzas recibidas en Estados Unidos sobre la relevancia del marketing en el planeta de los negocios, pero asimismo recalcó siempre y en todo momento la iniciativa de que el negocio no debía dejar jamás el amparo familiar, y ese término fue el que transmitió a su hija Charlene a lo largo de toda su historia.

Unida de una forma particular a su progenitor, Charlene fue educada con la meta de que cualquier día se haría cargo de la compañía de la familia. Sin embargo, ahora desde muy joven defendió el derecho a tomar decisiones su futuro. Por este fundamento se encaró en varias oportunidades a su padre y escogió su sendero, en un primer instante distanciado del negocio familiar.

Se licenció en derecho por la Universidad de Leiden en 1974. Completó sus estudios con una diplomatura en lengua francesa y próximamente comenzó a trabajar, primero en una agencia de propaganda y después en una investigación de arquitectura. La prudente hija del magnate cervecero siempre y en todo momento tuvo claro que dedicaría su historia a sus temas y rehuyó la vida de gran lujo y ostentación que llevó su padre, el dueño de Heineken, muy relacionado con la familia real de holanda, a quienes aun acostumbraba a prestar su yate.

Pese a todo, Charlene jamás descartó la oportunidad de trabajar para la compañía que con tanto trabajo edificó su padre y, al final, cedió a los deseos de este.

Entrada en el planeta empresarial

Charlene Heineken se casó con Michel de Carvalho, un ex- actor de progenitores anglobrasileños que participó en la superproducción Lawrence de Arabia, y que asimismo formó una parte del aparato de esquí del Reino Unido en los Juegos Olímpicos de Invierno de Grenoble ’68, Sapporo ’72 y también Innsbruck ’76. Carvalho probó próximamente que se encontraba dotado para el planeta de los negocios, pero tuvo bastante precaución en sostenerse a la sombra de su mujer, quien de una forma progresiva aceptó múltiples cargos de compromiso en Heineken. A principios de la década de los ochenta, Charlene se ingresó en el campo cervecero y trabajó en múltiples factorías de la compañía en los Países Bajos y Francia.

En 1988 Freddy Heineken estimó que su hija ahora se encontraba dispuesta para asumir responsabilidades, y la futura heredera fue nombrada integrante del aparato de dirección de Heineken, cargo que ocupó a lo largo de catorce años y desde el que aprendió todo sobre el planeta de la cerveza y de los negocios por norma general. Pese a ello, siempre y en todo momento sostuvo la máxima discreción y declaró en reiteradas ocasiones que prefería pasar el momento de libertad en compañía de su familia.

Al frente de Heineken

El 3 de enero de 2002 murió Alfred Heineken. Charlene, más allá de las renuencias iniciales, aceptó la dirección de la compañía entre un mar de inquietudes sobre el futuro inmediato de Heineken. Criticada por los biógrafos de su padre, que trazaron de ella un perfil poco empresarial, asimismo se le atribuyeron características y también sabiduría suficientes para conducir de forma exitosa la compañía.

La pelea entre los incondicionales de preservar el poder familiar y los de exponerse a promociones beligerantes para medrar se encontraba servida. En 2003, Heineken pasó a ser la primera compañía cervecera de España merced a la adquisición de las españolas El Águila y Cruzcampo; entonces sucedió el relevo del presidente ejecutivo y mano derecha del patriarca, Karel Vuursten, por el segundo de dentro, Tony Ruys.

Entre las escasas afirmaciones sobre esto de Michel de Carvalho fue que el cambio significaba «continuidad» en la política clásico de la compañía. Por el opuesto, los investigadores aseguraron que, más allá de ignorar cuál era la implicación de Michel de Carvalho en la compañía, sus aportaciones a Heineken habían transformado sutilmente la política clásico de la vivienda.

A principios del siglo XXI la compañía se discutía en un belicoso mercado en el que era indispensable tener liquidez para invertir en la adquisición de fabricantes, y su máxima contrincante europea, la belga Interbrewer, conminaba con quitarle el sitio de privilegio que le costó hallar al patriarca Heineken. Pero, al unísono, el control familiar que ejercitaba la flamante presidenta, aconsejada y apoyada por su marido, la libraba de ser absorbida por Coca-Cola y otras internacionales del campo.

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