Ya sea inspirando a más seres humanos o formando parte de la acción. César Uribe Piedrahita es uno de esos seres humanos cuya vida, realmente, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de César Uribe Piedrahita es comprender más sobre un periodo concreto de la historia del género humano.
(Medellín, 1897 - Bogotá, 1951) Médico y escritor colombiano. Sabio en ciencias y letras, encarnó en su tiempo el ideal del humanismo renacentista, y dejó una corto pero intensa producción literaria caracterizada por su profunda preocupación por los inconvenientes de su nación y, por norma general, por la reivindicación de una sucesión de reformas sociales, políticas, económicas y culturales que contribuyeran a prosperar las condiciones de vida de las clases menos favorecidas.
Inclinado en su juventud hacia el estudio de las disciplinas científicas, cursó la carrera de Medicina en la Universidad de Antioquia, donde se graduó en 1922 para pasar a llenar su capacitación médica en las salas norteamericanas de Harvard. Considerado próximamente como una excelencia en su especialidad facultativa (la parasitología), antes de dejar la Universidad de Harvard ahora había desempeñado en ella distintas funcionalidades enseñantes y también estudiosas, con lo que, a su regreso a su país natal, fue nombrado directivo del Instituto Nacional de Higiene.
Desde este cargo, César Uribe Piedrahita inició una sucesión de incontables desplazamientos por el interior de su país, que le llevaron, entre otros sitios, a las selvas del Darién y del Caquetá, y a las llanuras orientales de Colombia, donde su viva curiosidad humanística le dejó estudiar múltiples lenguas indígenas, mientras que le impulsaba a consolidar entre las mayores compilaciones de las distintas especies que conforman la fauna y la flora de aquellas tierras.
Volcado, más que nada, a la toxicología de la flora y a la parasitología, su prestigio científico se incrementó vertiginosamente por todos y cada uno de los foros de discusión culturales de Colombia en el momento en que logró llevar a cabo el primer antídoto fabricado en Colombia contra el veneno de serpiente. Al margen de estas provechosas indagaciones desarrolladas en su país, Uribe Piedrahita propagó asimismo su entender médico por otros sitios de todo el mundo, como Egipto (donde fue llamado a intervenir en un congreso de medicina tropical) y México (donde participó activamente en un foro de discusión sobre inconvenientes indigenistas).
Además de las trabajos científicas desempeñadas adelante del mencionado Instituto Nacional de Higiene, César Uribe contribuyó claramente a la optimización de las condiciones sanitarias de su país desde su cargo enseñante en la Universidad Nacional, donde dio a lo largo de varios años clases de parasitología. Posteriormente, fue nombrado rector de la Universidad de Cauca (1931-1932), donde convulsionó las habituales pautas sociales y morales de las clases mucho más acomodadas de Popayán, primero por su briosa idea de impulsar entre los jóvenes la educación sexual, y después por su defensa del ejercicio al aire libre.
Además, en su polifacético cultivo de todas y cada una de las disciplinas del comprender, César Uribe se distinguió asimismo por su empeño de hacer un respetado orfeón en Popayán, donde asombró a quienes fueron a oír ciertas de sus interpretaciones al violín. Años después, ahora asentado terminantemente en la ciudad más importante de Colombia, cultivó con acierto la pintura y la estatua en madera, y llegó a sugerir múltiples exposiciones artísticas en Bogotá, donde perdió la vida a los cincuenta y 4 años de edad, perjudicado por serios problemas de alcoholismo.
Tres años antes de su desaparición, César Uribe había sufrido la pérdida de cientos de notas en las que acumulaba ciertas de sus mucho más esenciales visualizaciones científicas, agarradas durante su refulgente trayectoria como experto en parasitología y toxicología. Tal desgracia ocurrió el 9 de abril de 1948, en el momento en que los altercados sociales y políticos que reventaron en Bogotá provocaron, entre otros muchos graves accidentes, un incendio que terminó con los conocidos laboratorios CUP, fundados por nuestro Uribe y bautizados con las iniciales de su nombre.
Su obra literaria
Los ecos de la Revolución Rusa, sobrevenida en el momento en que César Uribe contaba veinte años de edad, favorecieron que una sección notable de los intelectuales y artistas sudamericanos tomaran conciencia de las humillaciones que oprimían a las clases menos favorecidas del subcontinente. Ello produjo un extenso movimiento político-popular tendente a la construcción de una exclusiva sociedad donde quedaran derogadas las considerables diferencias, corriente donde debe introducirse todo el trabajo creativo, y aun la tarea científica, de César Uribe.
De hecho, la obra literaria del escritor de Medellín (compuesta solo por 2 novelas, un relato y los extractos de una tercera narración larga que quedó inacabada en el instante de su muerte) postula la creación de una exclusiva sociedad donde sea, por su parte, viable la construcción del "hombre nuevo", un ser libre de la tiranía y la opresión que, en tales novelas, quedan encarnadas en el feroz dominio imperialista de las considerables compañías petrolíferas de los Estados Unidos de América.
En su primera distribución literaria, presentada bajo el título de Toá. Narraciones de caucherías (1933), César Uribe cuenta la vida de un personaje principal que no es sino más bien el trasunto literario del propio creador, en un periodo de su historia que le llevó en 1924 al sur de Colombia y a tierras venezolanas, para hacerse cargo de la dirección del hospital de la compañía petrolera SUN.
Algo similar pasó con su segunda distribución narrativa, que, de la misma Toá, no era considerada por Uribe Piedrahita como una novela propiamente esa, sino más bien como el relato novelado de esos años de su historia. Se trata de Mancha de aceite (1935), obra que ciertos investigadores de las Letras latinoamericanas identifican con un artículo de José Eustasio Rivera que se titula La mácula negra, que se perdió entre los papeles dejados en Nueva York por el creador de La Vorágine el instante de su repentino deceso. Además de la impactante coincidencia en el título, el tema tratado en los dos contenidos escritos (la explotación del petróleo) y la común posición antiimperialista de los 2 escritores colombianos dejan conjeturar que el boceto de José Eustasio Rivera llegó a manos de Uribe Piedrahita, quien decidió proseguir por su cuenta el trabajo comenzado por entre los escritores que mucho más había influido en su obra.
El resto de la corto obra del escritor de Medellín se completa con el relato que se titula Sebastián de las Gracias y con los extractos que, en vida, llegó a difundir de su novela inacabada, proyectada bajo el título de El Caribe.
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Obviamente llegar a comprender a César Uribe Piedrahita es algo que está reservado a pocas personas, y que pretender reconstruir quién fue y cómo fue la vida de César Uribe Piedrahita es una suerte de enigmaque posiblemente consigamos rehacer si colaboramos todos en conjunto.
Debido a esto, si eres del tipo de personas que confían en que de forma cooperativa es posible elaborar algo mejor, y detentas información acerca de la vida de César Uribe Piedrahita, o acerca de algún faceta de su personalidad u creación que no hayamos contemplado en esta biografía, te pedimos que nos lo hagas llegar.
Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son decididamente determinantes, ya que destacan la singularidad, y en el tema de la vida de un ser como César Uribe Piedrahita, que detentó su importancia en un momento concreto de la historia, es vital tratar de ofrecer un panorama de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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