Catherine Zeta-Jones

La historia universal la escriben los hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela sociedad, de un modo u otro,avance.

Ya sea inspirando a más personas o formando parte de la acción. Catherine Zeta-Jones es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Catherine Zeta-Jones es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia de la humanidad.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la relevancia que atesoró Catherine Zeta-Jones en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue determinante no sólo para quienes frecuentaron a Catherine Zeta-Jones, sino que tal vez produjo una huella mucho más profunda de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Catherine Zeta-Jones personalmente.Catherine Zeta-Jones ha sido uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de Catherine Zeta-Jones

(Numbles, Gales, 1969) Actriz británica. De madre irlandesa y padre galés, Patricia y David Jones (ella sastre y él vendedor de una factoría de caramelos de la que en la actualidad es el dueño), los dos estimularon las inclinaciones artísticas de su hija desde pequeñísima, promoviendo su inclusión en fiestas locales y actos institucionales, aparte de vincularla desde los 4 años a una congregación católica apasionada al espectáculo.

Una actriz precoz

Muchas ocasiones flanqueada por sus hermanos David (1967) y Lyndon (1972), desde los siete u ocho años actuó de forma regular en diferentes proyectos representadas en academias, internados u orfanatos, en la mayoría de los casos con fines beneficiosos, y no había cumplido los once en el momento en que comenzó en el Swansea’s Grand Theatre con el musical Annie.

Transcurridas 2 temporadas (una extendida convalecencia tras haberle sido practicada una traqueotomía la sostuvo distanciada de los niveles), tuvo la posibilidad de efectuar una audición frente al productor Mickey Dolenz, de paso por Swansea, y este la contrató como muchacha de coro para un musical de inminente estreno en el West End, Juego de pijamas (The Pyjama Game).

Del West End a la prensa sensacionalista

Una vez en Londres y tras intervenir en ese y otros montajes, ingresó en su nombre artístico el enigmático «Zeta». Bautizada Catherine en honor a su abuela materna, la irlandesa Catherine Fair, Zeta (pronunciado «Tsita») era el nombre de su abuela galesa y representaba una tradición familiar (de esta forma se llamaba el barco en el que navegaba el bisabuelo de la actriz). Por lo demás, tan solo en su clase había seis «Catherines Jones»... y ese añadido proporcionó cierto exotismo a su nombre anglosajón. Lo estrenó en otro musical, el remake de La calle 42, antesala del éxito en este género con su personaje de Tallulah en Bugsy Malone.

Si bien ahora había comenzado en el cine con un corto papel en la película francesa Les mille et une nuits (1990), de Philippe de Broca, conoció el gusto de la popularidad merced a la triunfadora serie británica The Darling Buds of May (1991), que en sus tres años de emisión la transformó en una popularísima estrella. Como tal, no tardó en ser presa preferida de la prensa sensacionalista.

Un vistazo a las publicaciones de la temporada revela a una Zeta-Jones alejadísima de su posterior imagen de madraza, ocupada mucho más bien en orear o desmentir «en única» las consecutivas aventuras sentimentales que la vincularon a los actores David Essex, Mick Simply, Angus MacFayden y Paul McGann, el músico Mick Hucknall, el director Nick Hamm, el productor Jon Peters y, entre otros muchos, entre las figuras mucho más conocidas de la televisión escocesa, John Leslie... Un genuino tour de force sentimental que le aseguró su presencia semanal en los tabloides.

Esta influencia en la prensa rosa tuvo asimismo sus intereses en el chato profesional. Incluso llegó a grabar un single y un álbum de baladas. Después, tras una tímida incursión en el mercado estadounidense, logró un papel señalado en la cadena de televisión ABC, en la producción The Young Indiana Jones Chronicle’s (1991). Un debut sencillo pero que le dejó una fugaz aparición en Cristobal Colón: El hallazgo (1992), fallido largometraje que pretendió explotar el quinto centenario del hallazgo de América, y interpretar la versión televisiva de Titanic, que se adelantó a la cinematográfica de James Cameron.

Fue en este último papel, el de Isabelle Parradine, en el que la vio Steven Spielberg, a quien el excepcional tipo latino de la actriz galesa le pareció perfecto para encarnar a la Elena Montero que acompañaría a Antonio Banderas y Anthony Hopkins en La máscara del Zorro (1998) -él era entre los productores-, y de esta forma se lo sugirió al directivo, Martin Campbell. La película fue un enorme éxito comercial y supuso para Catherine el salto a una instantánea popularidad en todo el mundo.

Un acercamiento fructífero

La suerte deseó que a lo largo de la presentación de La máscara del Zorro en el Festival de Deauville, en el mes de septiembre de 1998, se cruzase con Michael Douglas. Y si bien la actriz se retardó unos meses en ofrecerle el sí definitivo, el flechazo barrió con el hasta el momento ejemplar matrimonio del actor con Diandra Murrell-Luker, madre de su hijo Cameron (1979), tras veintidós años de unión, y transformó la magnífica mansión de la pareja en Mallorca, S’Estaca, en una propiedad compartida seis meses por año.

Nacidos exactamente el mismo día (él, veinticinco años antes), no vacilaron en retar al zodíaco empezando una vida en común. Su deber se formalizó el 18 de noviembre de 2000, en el momento en que ahora eran progenitores de Dylan (en honor del poeta galés Dylan Thomas), nacido tres meses antes. Tres años después su relación se sostenía en medio de una armonía con el nacimiento de su hija Carys Zeta (carys significa ‘amor’ en gaélico) en el mes de abril de 2003.

La boda, un banquete para trescientos convidados en el hotel Plaza de Nueva York (eso sí, tras duras negociaciones prenupciales: cuentas bancarias separadas, características a nombre de los dos, mucho más de 2,5 millones de euros para ella al año de matrimonio en el caso de divorcio y, entre otros muchos pactos, custodia compartida de sus hijos), tenía el fasto bastante para que pasara inadvertido un fotógrafo de la gaceta Hello! (versión británica de la de españa ¡Hola!), que captó múltiples instantes del festejo con una cámara esconde. Las instantáneas, publicadas como primicia en el semanario, desbarataron la «única» del hecho, que había sido vendida por la pareja a otra publicación, OK!, por un número multimillonaria. Admitida la demanda del matrimonio contra Hello! por 500.000 libras (unos 800.000 euros), el Alto Tribunal de Londres falló en su favor en el mes de abril de 2003.

Los Douglas viven en una suntuosa mansión en las Bermudas, pero en todo el año dividen su tiempo entre los pisos que tienen en Nueva York, Los Ángeles y Londres, la soberbia casa de campo de Aspen, Colorado, el chalet de Gales o la vivienda mallorquina. Son la pareja artística mucho más vigorosa de la industria cinematográfica y entre las mucho más equilibrados de Hollywood.

Aseguran que Catherine Zeta-Jones es cuando menos tan ambiciosa como su marido. Douglas ahora era enormemente rico antes del matrimonio, y ella aumenta día a día su capital. Es la dueña del Initial Entertainment Group (IEG), que abarca las productoras Zeta Films y Milkwood Films, en las que trabajan como directivos sus hermanos David y Lyndon, y de la flamante línea de ropa infantil Zeta, una exclusiva aventura empresarial que montó con un colega galés amigo de la familia, el jugador de rugby retirado Ray Williams. Además, hace aparición en la televisión estadounidense anunciando teléfonos móviles inteligentes, y es el «rostro» único de la conocida marca de productos cosméticos Elizabeth Arden. No iba desencaminado el comentarista británico que le puso el mote de «Catherine The Great», jugando con el nombre de la emperatriz de Rusia Catalina la Grande.

Catherine Zeta-Jones vio retribuida su pujante carrera en los Estados Unidos en 2003 con la consecución del Oscar a la mejor actriz de reparto por su sólida interpretación en la película Chicago, un musical comandado por Rob Marshall en el que ha podido enseñar sus talentos de bailarina y artista.

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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son en todos los casos imprescindibles, ya que perfilan la diversidad, y en el caso de la vida de una persona como Catherine Zeta-Jones, que detentó su relevancia en una época concreta, es indispensable intentar mostrar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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