Comprender las luces y las sombras de las personas relevantes como Casa de Hannover, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa básica para que podamos apreciar no sólo la existencia de Casa de Hannover, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Casa de Hannover, gentes a quienes de un modo u otro Casa de Hannover influyó, y ciertamente, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Casa de Hannover.
Dinastía alemana reinante en Gran Bretaña desde 1714 hasta nuestros días, que tiene su origen en una vivienda nobiliaria establecida en Suabia y Baviera desde el siglo IX. En el siglo XVII, Ernesto Augusto (1629-98), duque de Brunswick-Luneburgo, agrupó bajo su mando distintos territorios del nordoeste de Alemania, organizados cerca de la localidad donde radicaba -Hannover-, consiguiendo del emperador Leopoldo I su constitución en feudo hereditario para los primogénitos hombres de su estirpe, con la dignidad de votantes del Imperio (1692). Se casó con Sofía, hija del elector del Palatinado y nieta de Jacobo I de Inglaterra, link por el que la Casa adquirió derechos sobre el Trono inglés.
Semejantes derechos los logró efectivos su hijo Jorge I (1660-1727), quien accedió al Trono de Gran Bretaña en 1714, a consecuencia de la desaparición sin descendencia de Ana I y de la Ley de Establecimiento de 1701, que excluía a los católicos de la sucesión. La Casa de Hannover reemplazaba de esta forma a la de Estuardo sobre el Trono de Gran Bretaña (recién unificada en 1707). Y, al tiempo, sostenía la soberanía sobre el territorio continental originario, ampliado por el matrimonio con Sofía de Celle (heredera del resto del viejo Ducado de Brunswig) y por la anexión de Bremen y Verden a costa de Dinamarca. De hecho, actuó mucho más como príncipe alemán que como rey británico, abandonando la dirección de los temas políticos de Gran Bretaña a cargo de sus ministros Stanhope y Walpole, los dos del partido Whig, lo que dejó el fortalecimiento del sistema parlamentario en aquel país.
Le sucedió su hijo Jorge II (1683-1760), que asimismo ejercitó mucho más como príncipe alemán que como rey británico. Expandió los estados de Hannover con la anexión de Hadeln y Bentheim, y creó la Universidad de Gotinga (1735). Le sucedió su nieto Jorge III (1738-1820), el que agrupó el Reino Unido con la incorporación de Irlanda a la Corona británica (1800) y amplió Hannover con la anexión de Osnabrück (1802). Durante las guerras napoleónicas, Hannover fue ocupado por los franceses y arrebatado a los reyes británicos, en guerra con Francia; su territorio fue primero cedido a Prusia (1806), y después repartido entre nuestro Imperio Francés y el nuevo Reino de Westfalia (1807).
El congreso de Viena (1815) devolvió la independencia a Hannover, corrigiendo ciertas de sus fronteras, elevándolo a la categoría de reino y devolviéndoselo a Jorge III. Este fue el primer integrante de la dinastía que ejercitó de forma plena como rey de Gran Bretaña. Su disparidad logró que, desde 1811, el poder real recayese en verdad sobre su hijo Jorge IV (1762-1830) en calidad de regente; después sería él quien le sucedería en el Trono. Se casó en misterio con una católica en 1785, pero, al descubrirse este link ilegal, el matrimonio fue anulado y volvió a casarse con su prima Carolina de Brunswick.
Fallecido sin descendientes, le sucedió su hermano Guillermo IV (1765-1837). Con el advenimiento de la sobrina de los dos, Victoria I (1819-1901), se apartaron la Corona de Inglaterra y el Electorado de Hannover, ya que las reglas sucesorias feudales impedían que este tuviese por soberana a una mujer (1837). La Corona de Hannover recayó sobre Ernesto Augusto I (1771-1851), tío de Victoria y hermano menor de Guillermo IV. Fue un rey reaccionario, al que solo la Revolución de 1848 forzó a ingresar un régimen constitucional. Le sucedió su hijo Jorge V de Hannover (1819-78), último soberano sin dependencia de aquel territorio. Se opuso al emprendimiento de unificación de Alemania que incitaba la Prusia de Guillermo I y Bismarck, poniéndose de una parte de Austria en la Guerra Austro-Prusiana de 1866. La derrota militar arrastró la caída de la dinastía, incorporándose Hannover al Reino de Prusia.
Hasta entonces, en Gran Bretaña proseguía reinando Victoria I de Inglaterra, casada con Alberto, príncipe de Sajonia-Coburgo-Gotha, con lo que puede considerarse iniciada una exclusiva denominación de la Casa (Sajonia-Coburgo-Gotha) con el hijo de los dos: Eduardo VII (1841-1910). Apartado del Trono hasta los sesenta años por la longevidad de su madre, fue entre los autores del acercamiento británico a Francia y su alineamiento contra Alemania.
Le sucedió su hijo Jorge V de Gran Bretaña (1865-1936). Separada ahora absolutamente la dinastía de sus orígenes alemanes, en 1917 cambió su denominación oficial por la de Casa de Windsor (que menciona al palacio real de esa localidad inglesa, construido por Jorge III sobre el emplazamiento de una vivienda usada por los reyes desde el siglo XI), denominación que han preservado los monarcas británicos hasta esta época. Bajo su reinado se causó la independencia de la mayoría de Irlanda (1922). Le sucedió fugazmente su hijo Eduardo VIII (1894-1972), cuyo matrimonio morganático con la divorciada Wallis Simpson le forzó a abdicar exactamente el mismo año de su ingreso al Trono (1936) en su hermano Jorge VI (1895-1952).
Este, superados sus inconvenientes de tartamudez, mala salud y timidez extrema, se transformó en un rey muy habitual, más que nada por la dignidad con la que logró en frente de la Segunda Guerra Mundial (1939-45), continuando en Londres para comunicar la fortuna de sus súbditos bajo los bombardeos alemanes, visitando los frentes de guerra para subir la ética de las tropas, y sacrificándose por remarcar su amistad personal con el presidente Roosevelt para espantar la tentación aislacionista de Estados Unidos. En la posguerra desempeñó con total lealtad su papel de rey parlamentario, cooperando con el gobierno socialista. Hubo de asumir los comienzos de la descolonización del Imperio británico (independencia de la India, 1947).
Dejó el Trono totalmente asegurado para su hija Isabel II de Inglaterra (1926), de hoy soberana británica. Su reinado coincidió con la liquidación del resto del Imperio colonial británico y con una crisis en la imagen de la dinastía, ocasionada por los desgraciados matrimonios de sus hijos, tres de los que terminaron en divorcio, incluyendo el de su heredero, el príncipe Carlos.
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