Ya sea inspirando a más personas o tomando parte de la acción. Casa de Habsburgo es uno de esos seres humanos cuya vida, realmente, merece nuestra atención por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Casa de Habsburgo es comprender más acerca de una época concreta de la historia del ser humano.
Comprender las luces y las sombras de las personas relevantes como Casa de Habsburgo, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa sustancial para que podamos valorar no sólo la existencia de Casa de Habsburgo, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Casa de Habsburgo, personas a quienes de de una u otra forma Casa de Habsburgo influenció, y sin duda, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Casa de Habsburgo.
Las biografías y las vidas de personas que, como Casa de Habsburgo, seducen nuestro interés, deben servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Casa de Habsburgo, el motivo por qué Casa de Habsburgo vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inexorable, la historia.
Familia reinante en Austria desde 1278 hasta 1918, cuyo dominio se extendió a otros territorios, incluida España. Toma su nombre del castillo familiar de Habichtsburg, construido en el siglo XI en Suiza; en esa temporada inicial sus dominios se extendían por el norte de Suiza y Alsacia.
Accedieron por vez primera a la dignidad imperial de Alemania en 1273, con Rodolfo I (1218-91). Fue él quien adquirió los ducados de Austria, Estiria y Carniola. Volvieron a tener la Corona imperial en tiempos de su hijo Alberto I (1250-1308), escogido en 1298, tras el interregno de Adolfo I de Nassau, al que destronó. Sin embargo, a duras penas logró sostenerse como rey de Alemania, merced al acompañamiento de Francia, Bohemia y el Papado, mientras que varios príncipes alemanes le opusieron resistencia hasta el momento en que murió ejecutado por su sobrino, Juan de Suabia, pasando la Corona imperial a la Casa de Luxemburgo.
A lo largo del siglo XIV, los Habsburgo completaron sus territorios patrimoniales con la incorporación de Carintia, Tirol, Friburgo, Trieste y Vorarlberg, al tiempo que una extendida pelea con los suizos -iniciada en tiempos de Alberto I- les hacía perder sus dominios auténticos del oeste. De nuevo lograron la Corona imperial en 1438, con Alberto II (1397-1439). A partir de entonces, si bien la dignidad imperial prosiguió siendo teóricamente electiva, quedó enlazada a la Casa de Habsburgo hasta la desaparición del Sacro Imperio Romano Germánico en 1806 (con una corto interrupción en 1740-45).
Le sucedió adelante de la Casa y del Imperio su primo Federico III (1415-1493), que inició la serie de links maritales que extendieron los dominios de la Casa hacia Europa occidental, al desposar a su hijo Maximiliano I (1459-1519) con María de Borgoña, que dio a los Habsburgo los extensos territorios borgoñones de los Países Bajos y el Franco Condado. Su hijo Felipe I, el Hermoso (1478-1506) fue rey de Castilla por matrimonio con la heredera de los Reyes Católicos, Juana I la Ida.
El hijo de los dos, Carlos V (1500-58), reinó en España con el nombre de Carlos I, antes de ser escogido emperador en 1519. La herencia de Carlos reunía en solo una mano Austria, los Países Bajos, el Franco Condado, Castilla (con Navarra, Granada y las Indias recién descubiertas) y la Corona de Aragón (con Nápoles, Sicilia y Cerdeña). Con él llegó a su auge el poderío de la Casa, llegando a concebir un ideal de Monarquía cristiana universal, que fracasó frente a la resistencia opuesta a sus proyectos por Francia y por la reforma protestante, que escindió a la Cristiandad occidental.
Al abdicar, en 1555-56, repartió sus dominios entre su hermano Fernando y su hijo Felipe, creando de esta manera 2 ramas de la familia, estables respectivamente en Austria y España. Fernando I (1503-64) recibió el Imperio (1558), adjuntado con los dominios patrimoniales auténticos de la Casa en Austria. Su matrimonio le dio, además de esto, Bohemia y Hungría. Al fallecer, la rama austriaca de la Casa se dividió, por su parte, en tres líneas: los Habsburgo de Austria (Rodolfo II y Matías, con quien se extingue esta línea en 1619), los del Tirol (que se extinguen en 1666) y los de Estiria (Fernando II, Fernando III, Leopoldo I, José I.). Fueron estos últimos los que heredaron la dignidad imperial y terminaron reuniendo en su mano los dominios delegados desde la desaparición de Fernando I.
Felipe II (1527-98), hijo de Carlos V, comienza la serie de los Habsburgo de España, populares asimismo en este país como la Casa de Austria. Recibió, aparte de los reinos de Castilla y Aragón con sus pertenencias americanas, los dominios de la Casa en Italia, los Países Bajos y el Franco Condado, a los que él añadió Portugal, anexionado por la fuerza realizando servir los derechos de Felipe en un instante de crisis sucesoria (1580). Se casó con una princesa de la Casa, Ana de Austria.
Le sucedieron en el Trono español los llamados «Austrias inferiores», cuyas muy frecuentes guerras exteriores no lograron evitar el ocaso del poderío de los Habsburgo en Europa: Felipe III (casado con Margarita de Austria), Felipe IV (casado con Mariana de Austria) y Carlos II (1661-1700). La muerte de este sin descendencia desencadenó una pugna general en Europa por ocupar el Trono de España, famosa como la Guerra de Sucesión Española (1701-14). Los Habsburgo defendieron la candidatura del «Archiduque Carlos», que entonces sería emperador con el nombre de Carlos VI (1685-1740). Este logró apoyos en los reinos de la Corona de Aragón, pero, derrotado por los incondicionales del pretendiente francés, Felipe V, tuvo que renunciar al Trono español, que pasó desde ese momento a la Casa de Borbón.
Las paces de Utrecht (1713) y Rastatt (1714), que pusieron fin a la guerra, desgajaron no obstante de la Corona de españa los dominios de los Países Bajos y también Italia (Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Milán), que revirtieron desde ese momento a la rama austriaca de la familia, representada por Carlos VI, ahora emperador desde 1711 (salvo Sicilia, que pasó a Saboya). Durante el reinado de Carlos VI se aprobó la Pragmática Sanción de 1713 que vinculaba los dominios de los Habsburgo asegurando su transmisión indivisa. No obstante, el juego diplomático y militar del equilibrio europeo le logró perder consecutivamente Cerdeña (intercambiada por Sicilia en 1720), Nápoles (1735) y Sicilia (1738).
La muerte de Carlos VI sin descendencia masculina directa desencadenó la intervención de las potencias de europa que dio sitio a la Guerra de Sucesión de Austria (1740-48); por aquella contienda, se aseveró en el Trono austriaco la hija de Carlos VI, María Teresa (1717-80), quien, no obstante, no fue emperatriz de Alemania, quitando esa dignidad a los Habsburgo el príncipe elector de Baviera, Carlos VII de Wittelsbach (emperador en 1742-45). La guerra le costó, además de esto, a María Teresa la pérdida de Silesia a manos de Prusia. Su matrimonio con el duque de Lorena, Francisco I (a quien logró seleccionar emperador en 1745), dio rincón al nuevo estirpe de Habsburgo-Lorena.
Le sucedió el hijo de los dos José II (1741-1790), emperador desde la desaparición de su padre en 1765 y rey de Austria desde la desaparición de su madre en 1780. Su hermana María Carolina de Habsburgo, se casó con Fernando I de Nápoles (el hijo de Carlos III de España), dando origen al estirpe borbónico de los reyes de las Dos Sicilias (hasta 1860). También era hermana suya María Antonieta, que se casó con el rey de Francia, Luis XVI. A José II le sucedieron adelante del Imperio su hermano, Leopoldo III, en 1790-92, y el hijo de este, Francisco II (1768-1835), en 1792-1806.
Fue el último soberano del Sacro Imperio Romano Germánico, ya que esta entidad de origen medieval fue destruida por Napoleón en el contexto de la reordenación general de Europa que prosiguió a las victorias militares francesas. Dichas guerras le habían hecho perder a Austria los Países Bajos y el Milanesado (1797), tal como sus dominios en la orilla izquierda del Rin (1801). En 1806 Francisco II se vio obligado a aceptar la desaparición del Imperio del que era titular, sustituido por una Confederación del Rin que hegemonizaba Napoleón. Limitado a sus estados patrimoniales en Austria, aceptó el título de emperador de Austria con el nombre de Francisco I. Aún padecería novedosas derrotas a manos de Napoleón, que le forzaron a ofrecerle en matrimonio a su hija María Luisa (1810). Finalmente, no obstante, la fortuna de la guerra se inclinó de una parte de la coalición antifrancesa donde participaba Austria por resolución del ministro de Francisco II, Metternich (1814-15). En consecuencia, el Congreso de Viena (1815) le devolvió una parte de los territorios perdidos, compensando la cesión determinante de los Países Bajos con la adquisición del Véneto y una predominación general sobre la península italiana. El Sacro Imperio, en cambio, no fue restaurado, sino más bien sustituido por una Confederación Germánica, de la que los Habsburgo ostentarían la presidencia hasta el momento en que desapareció en 1871.
Le sucedieron su hijo Fernando I y su nieto Francisco José (1830-1916). Este accedió al Trono en 1848, en el momento en que su tío y precursor fue depuesto por una revolución. Se inició entonces un largo reinado lleno de desgracias para la familia, que vería rechazar pausadamente el poder de Austria. Primero perdió una guerra contra el Reino del Piamonte, apoyado por la Francia de Napoleón III, que le logró ceder la Lombardía y aceptar la unificación de Italia, perdiendo su vieja predominación en la península (1859). Napoleón III le ofreció una compensación, realizando coronar a su hermano Maximiliano I emperador de México en 1863, utilizando la ocupación del país por un ejército francés; pero la resistencia mexicana terminó con aquel ensayo y Maximiliano fue fusilado en 1867.
Hasta entonces, Francisco José fue derrotado nuevamente en la Guerra Austro-Prusiana de 1866, por la que perdió el Véneto a manos de la Italia unificada; desgastado, se vio obligado además de esto a ceder frente a la presión del nacionalismo húngaro, convirtiendo su reino en el Imperio Austro-Húngaro, una monarquía dual donde el elemento magiar quedaba reconocido de pie de igualdad con el elemento germánico (1867). En 1871 asistió impotente a la unificación de Alemania bajo la hegemonía de Prusia, que liquidó la Confederación Germánica y excluyó del nuevo Imperio Alemán a Austria-Hungría. En 1889 Francisco José perdió a su único hijo y heredero, el archiduque Rodolfo, que se suicidó en Mayerling bajo la doble presión de un matrimonio desgraciado y un ambiente hostil a sus ideas políticas francófilas, liberales y federalistas.
Las tensiones nacionalistas prosiguieron dentro de la monarquía dual, alimentadas por la marginación de los pueblos eslavos; estas tensiones condujeron a Austria a declarar la guerra a Serbia tras el homicidio en Sarajevo del nuevo heredero del Trono, el archiduque Francisco Fernando (sobrino del emperador) por un nacionalista serbio (1914). Aquel enfrentamiento arrastró a Europa a la Primera Guerra Mundial (1914-18), a lo largo de la que murió el emperador y fue sucedido por su nieto Carlos I (1887-1922). Este fue el último emperador Habsburgo, ya que la derrota en la guerra llevó al desmantelamiento del Imperio Austro-Húngaro como demandaban los movimientos nacionalistas, en 1918.
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