La historia universal la escriben los hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado queel mundo, de un modo u otro,progrese.
Apreciar las luces y las sombras de las personas significativas como Casa de Alba, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa esencial para que podamos apreciar no sólo la vida de Casa de Alba, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Casa de Alba, personas a quienes de de una forma u otra Casa de Alba influenció, y por supuesto, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Casa de Alba.
Familia aristocrática castellana. El estirpe de los Álvarez de Toledo (originario de esa localidad) tenía los señoríos de Oropesa y Valdecorneja por merced de Enrique II desde el siglo XIV; pero fue en el XV en el momento en que ascendió por el acompañamiento prestado a los reyes en las luchas contra la aristocracia.
Gutierre Álvarez de Toledo, obispo de Palencia y arzobispo de Toledo, consiguió de Juan II el señorío de Alba de Tormes, que daría nombre a la vivienda (1429). Fernando Álvarez de Toledo, sobrino del previo, recibió el título de conde de Alba de Tormes, asimismo de Juan II (1438). García Álvarez de Toledo (?-1488), hijo del previo, marqués de Coria y conde de Salvatierra, consiguió de Enrique IV la transformación del condado en ducado (1469).
Fadrique Álvarez de Toledo, II duque de Alba (?-1531), hijo del previo y de Leonor Enríquez, era primo por la parte de madre de Fernando el Católico. Fue entre los nobles castellanos que mucho más recalcaron al servicio de los Reyes Católicos y de Carlos V: combatió en la Guerra de Granada, en el Rosellón contra los franceses y en la conquista de Navarra. Al fallecer la reina Isabel, tomó partido por Fernando, influyendo a fin de que volviese a reinar tras fallecer Felipe I; del mismo modo apoyó a Carlos V desde el instante en que llegó a España. Perteneció al ambiente cortesano del emperador, con el que viajó a Alemania, Flandes y también Italia, y continuó a su lado a lo largo de la Guerra de las Comunidades.
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba (1507-1582), natural de Piedrahíta (Ávila) y popular como el «Enorme Duque de Alba» (por antonomasia), era nieto del previo, que fue quien le formó -al quedar huérfano en la niñez- y quien le legó su situación en la corte. Tuvo por ayo a Boscán y por compañero de estudios a Garcilaso de la Vega. Su carrera militar se inició en el reinado de Carlos V con la toma de Fuenterrabía a los franceses (1524), la expedición a Túnez (1535), las campañas contra la «Liga de Esmalkalda» en Alemania, con la guerra de Mühlberg (1547), la toma de Estrasburgo (1552) y el ubicación de Metz (1553). En la corte, Alba se había transformado en patrón de una red clientelar muy larga, enfrentada a la del inquisidor general Fernando de Valdés; tras la abdicación del emperador a favor de su hijo Felipe II (1543), Alba sostuvo su predominación en la corte -más que nada en temas de guerra-, pese al peso creciente del partido del príncipe de Éboli.
Entre los múltiples cargos que ocupó cabe nombrar los de integrante del Consejo de Regencia de Felipe II (1543-48), asesor de Estado del emperador (1543-54), maestresala mayor (1548), maestresala de Felipe II (1554), integrante del Consejo de Estado (1555-60), integrante del séquito de Felipe II en Inglaterra (1554-55), virrey de Nápoles y capitán general de Italia (1555-58), asesor de Isabel de Valois en las charlas de Bayona con Catalina de Médicis, regente y gobernador de los Países Bajos (1567-73). Mandó los ejércitos españoles en tres esenciales guerras: la guerra contra el papa Pablo IV (1556-57), la de Flandes (1567-73) y la conquista de Portugal (1580).
Fue en el segundo de estos realizados en el que menos éxito y mucho más notoriedad consiguió: Alba refrenó sin contemplaciones la rebelión protestante que había explotado en los Países Bajos, matando a sus líderes, instituyendo como tribunal particular el Consejo de los Tumultos (llamado «tribunal de la sangre»), haciendo más fuerte el papel de la Inquisición, colectando nuevos impuestos para financiar a su ejército y también imponiendo leyes españolas. En el lote rigurosamente militar, sus victorias iniciales pusieron en fuga a Guillermo de Orange, pero desde 1570 se multiplicaron las adversidades: acciones corsarias de los «mendigos del mar», pérdida de Flesinga, insurrección general del norte de los Países Bajos.
Pese a éxitos tan visibles como la toma de Mons, de Malinas (1572) y de Haarlem (1573), las provincias del norte no se sometían, fracaso que, después de las derrotas de Alkmaar y de la guerra naval de Enckhuysen, llevaron a Alba a soliciar el relevo en 1573. Su figura quedó socia para toda la vida en los Países Bajos al terror y la crueldad. En la corte, cayó en desgracia desde 1577, hostigado por el partido ebolista y enfrentado al rey por criticar los proyectos de mandar a Flandes a don Juan de Austria y de socorrer a don Sebastián de Portugal en su expedición al norte de África.
Esta situación acabó en el momento en que Felipe II le puso preso en Tordesillas por haber permitido a su hijo un matrimonio que el rey había contraindicado (1579); de allí salió por la necesidad que tenía el rey de un militar con la capacidad de regentar la invasión de Portugal, campaña que efectuó con efectividad y tras la que murió en Lisboa.
Fadrique Álvarez de Toledo, IV duque de Alba (1537-1585), era hijo del previo, a quien auxilió en la Guerra de Flandes. Antonio Álvarez de Toledo, V duque de Alba (?-1639), sobrino del previo, fue titular del Ducado a lo largo de 54 años. Fue virrey de Nápoles de 1623 a 1629. Le sucedieron los duques VI (Fernando, 1639-67), VII (Antonio, 1667-90), VIII (Antonio, 1690-1701), IX (Antonio, 1701-11) y X (Francisco, 1711-39). La XI duquesa fue una mujer (María Teresa, 1739-55), por carecer de heredero varón; de su matrimonio con el duque de Galve, Manuel Silva, nació Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, XII duque de Alba (?-1770): hombre de la Ilustración, amigo de Rousseau, fue militar (teniente general) y diplomático (embajador en París).
Por la desaparición prematura de su hijo, se hizo cargo en lo personal de educar a su nieta, que le sucedería en el título: María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo (?-1802) fue casada con el duque de Medina Sidonia, José Álvarez de Toledo Osorio de Guzmán, que era primo de el, para que el título ducal volviese al apellido originario. Su palacete de La Moncloa se transformó en centro de la vida cultural madrileña de la Ilustración (fue conocida su relación con Goya).
Al fallecer sin descendencia, el título pasó a los duques de Berwick, que habían entroncado con los de Alba por el matrimonio de María Teresa de Silva y Álvarez de Toledo, hermana del XII duque, con el III duque de Berwick, Jacobo Fitz-James Stuart y Colón. Jacobo Fitz-James Stuart Falcó, XVII duque de Alba (1878-1953). Fue diputado por el Partido Conservador y ministro de Estado del gobierno Berenguer (1930). Dirigió la Real Academia de la Historia.
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