Ya sea inspirando a otras personas o siendo parte de la actuación. Carol Reed es uno de esos seres humanos cuya vida, realmente, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Carol Reed es comprender más acerca de época determinada de la historia del ser humano.
Las biografías y las vidas de personas que, como Carol Reed, cautivan nuestro interés, tienen que valernos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Carol Reed, porqué Carol Reed vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma inexorable, la historia.
Vida y Biografía de Carol Reed
(Londres, 1906 - 1976) Director de cine británico. Debutó como actor en Londres, en 1924, con la troupe de Sybil Thorndike. Eran tiempos donde solo había rincón para papeles pequeños; pero tres años después empezó a trabajar para Edgar Wallace, encargándose de amoldar sus proyectos a los niveles.
Reed se sumó a la industria cinematográfica a principios de los años treinta, como ayudante del directivo Basil Dean. Su primera película, Midshipman Easy (1935), ambientada a lo largo de la campaña peninsular de la Guerra Napoleónica, ahora preconiza la relación con el cine de publicidad. El hecho de que sus primeros títulos -Sucedió en París (1935), codirigida por Robert Wyler y con guion de John Huston; Penny Paradise (1938), sobre los avatares de la fortuna; o El amor manda (1938), interpretada por Margaret Lockwood, actriz habitual del cine de Reed- fuesen producciones de bajo presupuesto, no impidió que comenzara a forjarse una reputación.
A lo largo de la Segunda Guerra Mundial tuvo la posibilidad de ser parte de la unidad fílmica del ejército británico. Un corto propagandístico que se titula A Letter from home (1941); un manual de entrenamiento para nuevos reclutas, The New Lot (1942), y un extenso film reportaje con guion de Peter Ustinov, The Way Ahead (1944), quedan como varios de los mejores reportajes de los tiempos de guerra. En 1945 codirige con Garson Kanin The True Glory, un relato reportaje de la invasión aliada de Europa a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, compendiada desde el metraje de prácticamente 1.400 cámaras, y que recibió en 1946 el Oscar al mejor reportaje.
Su siguiente éxito se tituló Larga es la noche (1947) y se centraba en la caza del líder de una organización irlandesa furtiva. Protagonizada por James Mason y fundamentada en la novela de F. L. Green, prefirió centrarse en los golpes de efecto y los datos, sin intención de adentrarse en la verdad política del Norte de Irlanda. El montaje fue nominado al Oscar. Su siguiente película, El ídolo caído (1948), volvió a estar cerca de los Premios de la Academia. El hijo de un diplomático es la explicación para retratar la dificultad de la vida adulta desde la perspectiva de los jóvenes. El guion, escrito por Graham Greene, fue nominado adjuntado con el directivo.
En 1949, y coincidiendo aproximadamente con la mitad de su trayectoria, llegó su pieza maestra: El tercer hombre (1949). Esta segunda película que Reed logró para Korda (la primera había sido El ídolo caído) se transformó en un éxito en todo el mundo. Tres de sus 4 personajes principales habían sido importados de Estados Unidos -Joseph Cotten, Orson Welles y Alida Valli-; el cuarto era Trevor Howard. El tercer hombre, cuya historia asimismo era de Graham Greene, afianzó la reputación del directivo con un trabajo pensado en la Viena de postguerra. Tomando a un criminal de guerra con una doble vida y a un escritor americano que se encuentra con una situación a puntito de costarle la vida, Reed creó, con el apoyo de enormes sombras y la música de Anton Karas, una atmósfera favorece para la pesadilla.
El tema de la escapada proseguirá que se encuentra en su trabajo, enlazando vía marítima con El desterrado de las islas (1952), fundamentada en una novela de Joseph Conrad y protagonizada asimismo por Trevor Howard. Después de haberse enfrentado a lo largo de múltiples títulos con las ruindades y los temores, presta atención a los sueños en El niño y el unicornio (1955), una fábula que conjuga la fe, la inocencia y la caridad como características redentoras de las clases bajas.
La década de los cincuenta se cierra con 2 títulos dispares, con el denominador común de una mujer como catalizador de los espectros que arrastran los hombres que viran a su alrededor. Trapecio (1956) amolda la novela The Killing Frost, de Max Catto, admitiendo a Burt Lancaster realizar alarde de su entrenamiento circense. La llave (1958) asiste de nuevo al ámbito de la guerra para enseñar a Sophia Loren pasando de mano en mano, con el apoyo de Michael Caine, William Holden y Trevor Howard.
La década de los sesenta pertence a las mucho más variadas en el cine de Reed. Comienza con una comedia, Nuestro hombre en La Habana (1960), la crónica de un vendedor de aspiradoras que se introduce en el servicio de sabiduría británico y debe de inventarse las conspiraciones por el hecho de que semeja que jamás sucede nada. Algo similar a eso que varios años después va a hacer Ben Kingsley en La isla de Pascali. Aunque no hace aparición en los títulos de crédito, Reed se hace cargo de rodar, un par de años después, ciertas situaciones para Rebelión dentro (1962).
Un año después reúne a Laurence Harvey, Lee Remick y Alan Bates en El precio de la desaparición (1963), donde un hombre finge su muerte para saldar una deuda con la empresa aseguradora. El tormento y el éxtasis (1965) recopila la ondulada relación entre el pintor Michelangelo Buonarroti y el Papa Julio II, el pontífice ofuscado con dejar proyectos monumentales que le recordasen tras fallecido. Basada en la novela de Irving Stone, le ofreció a Charlton Heston la posibilidad de crear una de sus mejores interpretaciones. La película consiguió seis nominaciones: dirección artística, fotografía, diseño de vestuario, banda sonora y sonido.
Reed se quitaría la espinita de las sencillos nominaciones con una incursión en el musical, para la que de nuevo echó mano de la literatura. Oliver (1968), fundamentada en la novela de Charles Dickens, recogió cinco Oscars (dirección artística, banda sonora, sonido, película y directivo) y otras 2 nominaciones al guion y la fotografía. Sus 2 últimas películas serían rutas comedias: Un indio altivo (1970), interpretada por Anthony Quinn y Shelley Winters, y Sígueme (1972), con Mia Farrow y Topol.
Se cerraba de esta forma la carrera de Reed 4 años antes de su muerte. Su legado se enfoca en el particular régimen de las historias, que se desarrollan en niveles locales, donde lo más esencial son los datos. Su capacidad para recrear atmósfera, para desarrollar la trama y tratar los individuos, provoca que muy escasas de sus historias tengan grietas, si quizá compensadas por la vericidad de su tono narrativo.
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