Carla Bruni

La historia de las civilizaciones está escrita por las mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela sociedad, de un modo u otro,avance.

Ya sea inspirando a otros o formando parte de la acción. Carla Bruni es uno de esos seres humanos cuya vida, en efecto, merece nuestra atención por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Carla Bruni es comprender más acerca de etapa determinada de la historia del género humano.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la relevancia que detentó Carla Bruni en la historia. El modo en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para aquellas personas que conocieron a Carla Bruni, sino que tal vez produjo una huella mucho más honda de lo que logremossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Carla Bruni personalmente.Carla Bruni fue uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Apreciar las luces y las sombras de las personas relevantes como Carla Bruni, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa esencial para que seamos capaces de valorar no sólo la vida de Carla Bruni, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Carla Bruni, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Carla Bruni influenció, y sin duda, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Carla Bruni.

Vida y Biografía de Carla Bruni

(Carla Bruni Tedeschi; Turín, Italia, 1967) Modelo y artista italiana. Aun siendo sensiblemente rica y conocida por su carrera, su popularidad se disparó a inicios de 2008 en el momento en que contrajo matrimonio con el presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, transformándose en primera dama del país. Pese a la polémica que provocó el link, puso su empeño en el acertado ejercicio de su nuevo cargo.

Hija del compositor Alberto Bruni Tedeschi y de la conocida pianista Marysa Borini, su padre se transformó en millonario en la década de 1920 importando caucho y Carla pasó a ser la heredera de una enorme fortuna. Pasada con una alguna amargura su mucho más tierna niñez (“supe de la crueldad a los tres años, en la guardería”), Carla tuvo una niñez cercada de óleos y tallas del siglo XVIII y amenizada con vacaciones veraniegas en el castillo privado de Castagneto Po. Feliz al lado de sus hermanos Virgilio y Valeria, su primera vocación no fue la de desfilar por las pasarelas de la mitad del planeta, sino más bien ser artista.

La familia Bruni abandonó Italia intimidada por las amenazas de secuestro por la parte de las Brigadas Rojas y se estableció en Suiza en 1973. Una vez allí, Carla fue matriculada en un internado de élite. Durante su adolescencia, Carla vivió entre Francia y Suiza, alternando sus estudios musicales con los de arte y arquitectura, disciplinas que abandonó a los diecinueve años para introducirse en el planeta de las pasarelas. Se afirma que fue su hermano Virgilio quien, enamorado de ella, la animó a enseñar un book a la agencia City Models.

En uno de sus primeros cástings fue elegida por la compañía de texanos Guess para representar su imagen de marca. El éxito fue inmediato: en escaso tiempo Carla prestó su rostro a firmas como Givenchy, Christian Dior, Lagerfeld, Versace, Yves Saint-Laurent y un largo etcétera. Su caché subió como la espuma. Su popularidad no dejó de medrar entre 1987 y 1997, año en que su media de capital superaba los 7 millones de dólares americanos por año entre desfiles y compromisos de publicidad. Sonado fue su triunfo sobre Laetitia Casta para poner rostro y palmito al eslogan de un popular banco francés: “La inversión mucho más hermosa”.

Bruni aprovechó su tirón mediático, y aparte de billetes y talones empezó prontísimo a coleccionar amantes conocidos. Sonados fueron sus affaires con Eric Clapton y Mick Jagger. El cantante de los Rolling Stones llegó a fugarse a Tailandia con Carla dejando plantada a su mujer, Jerry Hall, en el momento en que esta sorprendió con las manos en la masa a la pareja. Lo mucho más impresionante del tema fue que esto sucedió a las 24 h de nacer la hija de Mick y Jerry, tal es así que esta última decidió divorciarse fulminantemente.

Alén del rock, a Bruni se la relacionó con el magnate Donald Trump, con los actores Kevin Costner y Vincent Pérez, y con el ex- presidente de François Mitterrand, Laurent Fabius. Sin embargo, su noviazgo mucho más sonado fue el que protagonizó con el instructor de teoría económica Raphael Enthoven, con quien llegaría a tener un hijo en 2001. Al parecer, en un inicio Bruni sostuvo una relación con el padre de Raphael, el editor Jean-Paul Enthoven. Al menos de esta forma lo cuenta la previo pareja de Raphael, la autora Justine Lévy, quien, según llegó a confesar en una novela, estuvo a puntito de suicidarse al entender el affaire.

En 1996 murió Alberto Bruni. Fue entonces en el momento en que la madre de Carla la sorprendió con una revelación: ella no era hija biológica de Alberto, sino más bien de Maurizio Remmert, con quien la pianista había mantenido una relación extramatrimonial. A Remmert, en la actualidad empresario y habitante en Brasil, esta declaración de la modelo a la gaceta Vanity Fair le reportaría quebraderos de cabeza sin fin “tras una vida de discreción”, según sus expresiones.

Al llegar el año 2000, fatigada de las pasarelas, Bruni decidió ofrecer un giro a su trayectoria y transformarse en artista. La reacción de la prensa, conocedora de tantas incursiones de top models en el planeta de la música, fue de un escepticismo bastante comprensible. Sin embargo, y contra todo pronóstico, la turinesa, inteligentemente asesorada en lo visual y en lo musical, optó por proseguir un estilo marcadamente cool y también intimista, heredado de la chanson française de Edith Piaf, Charles Aznavour, Georges Brassens o Jacques Brel, si bien (por supuesto) reanudando mucho más los métodos y armonías que los contenidos.

El primer trabajo discográfico de la Bruni, aparecido en 2002, fue Quelqu’un m’a dit, producido por Louis Bertignac, viejo ingrediente del conjunto Telephone y, de qué forma no, ex- apasionado de Carla. El álbum, sin ser una pieza maestra, se encontraba bien concebido tanto en lo conceptual como en lo interpretativo, y la crítica se sorprendió dispensándole francos encomios. La mayoría de los temas venían firmados por nuestra ex- modelo. Las ventas fueron arrasadoras sin prácticamente ninguna promoción por la parte de la discográfica.

En 2006 Carla debió confrontar a la trágica novedad de la desaparición de su hermano Virgilio; 2007 fue en cambio un año inolvidable para la artista. En enero apareció su segundo disco, No promises. Esta vez la chanson dejó paso al pop en un trabajo en el que casi todos los temas eran poemas extraños (de tradicionales como Yeats, W. H. Auden o Emily Dickinson) musicados por la artista.

El 16 de mayo de ese año Nicolas Sarkozy accedía a la presidencia de la República Francesa. Y donde quizás fue su segunda resolución como gobernante (la primera, por unanimidad criticada, fue plantar a sus fieles y votantes festejando en privado la victoria presidencial en el yate privado del empresario Vincent Bolloré), a los pocos días asistió a una comida orquestada por el secretario general de la Presidencia, Claude Guéant, a la que, entre otros muchos convidados, asistía Carla Bruni. Según otra versión de los hechos, la “chispa” entre Sarkozy y Bruni ha podido haberse encendido en el momento en que esta visitó el Palacio del Elíseo en calidad de gerente de las discográficas, con el objetivo de debatir un convenio para regularizar los derechos de estas compañías frente a la amenaza de las descargas por Internet.

Sea como fuere, a los pocos días de la decisión presidencial y solo un par de meses tras la separación del previo matrimonio de Sarkozy, la pareja logró pública su relación. El 2 de febrero de 2008 la RTL anunciaba el link marital Sarkozy-Bruni en una liturgia conmemorada en el Palacio del Elíseo de París. La novedad sorprendió a quienes sabían del ascendiente gauche divine de la familia Bruni y de la íntima amistad de la rica heredera con la aspirante socialista Ségolène Royal.

La relación con Sarkozy no ha perturbado la admiración de los fanes de Bruni, quienes respiraron aliviados en el momento en que la primera dama presentó su tercer disco. El título, Comme si de rien n’était, dio pie a toda clase de especulaciones. A pesar del interés de varios por conseguir en los contenidos escritos alguna referencia al idilio presidencial, las ventas fueron muy inferiores a las previstas. Pero llevaba razón la Bruni, no pasaba nada. En mayo, un multimillonario chino pagó 91.000 dólares estadounidenses por el original de una foto tomada en 1993 donde la hermosa turinesa aparecía desviste. La hermosura y la distinción de la instantánea no justificaban en lo más mínimo el desembolso, que patentiza de modo cansado importante la conversión de la primera dama francesa en un icono popular de espectacular encontronazo mediático.

Hechos como este, o afirmaciones como la efectuada en una entrevista a la BBC (“A los treinta amantes quizá no haya llegado, pero... tengo un pasado”), no fueron óbice a fin de que el papa Benedicto XVI sostuviera en el mes de septiembre una asamblea oficial con ella y con su marido (casado en terceras nupcias, a propósito), en un intento atormentado de la Iglesia católica francesa por reverdecer lauros en un territorio crecientemente aconfesional. A la primera dama no la amedrentan los flashes ni los comentarios, a los que transporta décadas habituada. Tras su matrimonio, se declaró feliz en su papel y privilegiada por la vida que había llevado hasta el día de hoy, y manifestó su intención de tener hijos con Sarkozy y de continuar su trayectoria musical, si bien abandonando los niveles.

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