La historia universal la escriben aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela humanidad, de una forma u otra,prospere.
Ya sea inspirando a más seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Cardenal Richelieu es uno de esos sujetos cuya vida, en verdad, merece nuestro interés debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Cardenal Richelieu es conocer más acerca de una época concreta de la historia del género humano.
Las biografías y las vidas de personas que, como Cardenal Richelieu, atraen nuestra curiosidad, deben servirnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Cardenal Richelieu, el motivo por el cual Cardenal Richelieu vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma implacable, la historia.
Vida y Biografía de Cardenal Richelieu
(Armand Jean du Plessis, cardenal y duque de Richelieu; París, 1568 - 1642) Prelado francés que ejercitó el poder como ministro de Luis XIII de Francia. Procedente de la nobleza de Poitou, entró en la carrera eclesiástica para eludir que su familia perdiese las rentas del Obispado de Luçon (1606). Participó en los Estados Generales de 1614, instante en que la reina regente María de Médicis reparó en su talento y le reclutó para el servicio de la Monarquía. Fue secretario de Estado (ministro) de Interior y de Guerra en 1616. Pero debió dejar el cargo en el momento en que el joven rey Luis XIII deseó tomar en su mano los temas de gobierno, desterrando a la reina madre a Blois (1617).
Richelieu prosiguió a María de Médicis y actuó como mediador para reconciliarla con su hijo. Fue tal como se ganó la seguridad de Luis XIII de Francia, que le logró denominar cardenal en 1622 y le tomó a su servicio como ministro primordial (presidente del Consejo Real) en 1624. Durante los 18 años que transcurrieron hasta su muerte ejercitó un poder omnímodo, en angosta colaboración con el rey (situación que, como era práctica en la temporada, sirvió para enriquecer y enaltecer a la familia Du Plessis, ingresando además de esto en la corte y en la administración de la Monarquía a una red de clientes del servicio y amigos). En 1631 fue nombrado duque de Richelieu, dominio señorial que había conseguido diez años antes.
La política interior de Richelieu consistió en remarcar el poder de la Corona, sometiendo tanto a los protestantes franceses (hugonotes) como a los nobles. Acabó con las garantías políticas que Enrique IV de Francia había concedido a los protestantes por el Edicto de Nantes (1598) para terminar a las guerras de religión; y, tras tomar a los protestantes la fortaleza de La Rochela (1628), les impuso la Paz de Alais (1629), por la que perdían las plazas fuertes que garantizaban su autonomía política, si bien preservando la independencia de culto y la igualdad de derechos con los católicos. A los nobles tardó mucho más en someterlos, desbaratando consecutivas conspiraciones, corriendo a ciertos de sus promotores y encarcelando a otros (como los incondicionales del hermano del rey, Gastón de Orléans).
La obra de Richelieu como asegurador de las artes y las letras debe ver asimismo con el control del poder simbólico, poniendo la creación cultural al servicio de la publicidad del poder absoluto de la Monarquía: creó la Academia Francesa (1635), sometió a su control la Universidad de París y construyó la Sorbona y el Palacio Real de París, aparte de interesarse por la pintura y el teatro. Fomentó la economía, entendida como fundamento del poderío de la Monarquía, a la forma de los mercantilistas; para esto creó múltiples compañías de comercio y puso las bases del imperio colonial francés con asentamientos en Canadá, Guayana, Martinica, Senegal, Madagascar y la Asamblea.
La fuerza conseguida por la Monarquía en el interior la puso al servicio de la afirmación del poder de esa Monarquía en el exterior, principalmente contra los Habsburgo. Actuó como un político verdadera, movido por una razón de Estado desprovista de consideraciones ideológicas o espirituales. Así, logró ni caso de la política de alineamiento con las potencias católicas que aconsejaba el partido devoto reunido cerca de la reina madre. Por el opuesto, intervino en la Guerra de los Treinta Años (1618-48) apoyando a cualquier persona que se opusiese a los Habsburgo, si bien esa política le obligara a aliarse de forma sistemática con los príncipes protestantes alemanes y norteños (los reyes Cristian IV de Dinamarca y Gustavo II Adolfo de Suecia), todos los que han recibido subsidios de Francia para financiar su pelea contra el Imperio.
Pero, en el momento en que estos fueron derrotados, Francia debió intervenir de manera directa en la guerra (1635). Dirigió sus fuerzas a garantizar el libre paso por las fronteras del reino, lo que significaba -al tiempo- recortar las comunicaciones entre los territorios de los Habsburgo, que rodeaban a Francia; fue tal como anexionó Lorena a Francia. Pero la pelea contra los españoles fue durísima, y solo se inclinó del lado francés una vez que Richelieu debilitara a Felipe IV apoyando las rebeliones de Cataluña y Portugal (1640).
Al fallecer, dejaba a Francia en una situación conveniente en Europa, que acabaría en la guerra de Rocroi (1643). Su sustituto, el asimismo cardenal Julio Mazarino (que era hechura y protegido de Richelieu) recogería esa herencia, pero asimismo la bien difícil situación de la Hacienda Real por los costos de la guerra y el descontento patente en las provincias por las cargas fiscales impuestas.
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