Braulio Carrillo

Ya sea inspirando a otros o tomando parte de la acción. Braulio Carrillo es una de esas personas cuya vida, en verdad, merece nuestra atención por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Braulio Carrillo es comprender más sobre etapa determinada de la historia del género humano.

Las biografías y las vidas de personas que, como Braulio Carrillo, atraen nuestro interés, tienen que servirnos siempre como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Braulio Carrillo, el motivo por qué Braulio Carrillo vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Braulio Carrillo

(Braulio Carrillo Colina; Cartago, Costa Rica, 1800 - San Salvador, 1844) Político costarricense. Elegido presidente del país (1835), apartó a Costa Rica de las Provincias Unidas de Centroamérica tras ofrecer un golpe para derrocar al gobierno. En 1841 se transformó en dictador vitalicio, pero fue depuesto en 1842 por Morazán. Murió ejecutado en El Salvador.

Braulio Carrillo fue un hombre dotado de enorme sabiduría, de carácter activo y vigorosa energía. Abogado joven (a los treinta años de edad), ostentó los cargos de presidente del Congreso y presidente de la Corte Suprema de Justicia. Tras la dimisión de José Rafael de Gallegos fue llamado a asumir el poder, inaugurando su orden con un despliegue de ocupaciones: instituyó el orden en el país y se ha propuesto independizar Costa Rica de Guatemala y de Centroamérica; eliminó el diezmo eclesiástico, reemplazándolo por un impuesto estatal, y derogó la Ley de la Ambulancia, con lo que debió realizar frente, en 1835, a la Guerra de la Liga, de la que salió victorioso. Al año siguiente rechazó una invasión en Guanacaste, apuntada por el coronel Quijano.

La Ley de la Ambulancia, que había sido difundida por su precursor, José Rafael de Gallegos, disponía que la ciudad más importante de Costa Rica debía residir 4 años en todas y cada una de las primordiales ciudades: Heredia, Alajuela, Cartago y San José. Para ciertos historiadores, el fuerte descontento provocado por la promulgación de esta ley reafirmaba que el país no había conseguido todavía su auténtica unidad como nación sin dependencia, sino se encontraba conformado por ciudades separadas por tacaños intereses regionales. Las fuertes críticas contra el gobierno de Gallegos lo habían obligado a enseñar su renuncia al cargo en el tercer mes del año de 1835; en verdad, Braulio Carrillo fue escogido por el Congreso para llenar el periodo para el que había sido escogido José Rafael de Gallegos, o sea, hasta 1837.

Braulio Carrillo era el gobernante que precisaba Costa Rica en esos instantes; los que le conocían lo describían como un hombre de intención estable, con la capacidad de no retroceder frente nada y listo para sacar a flote el país frente a la bien difícil situación de anarquía y también inestabilidad a nivel político causada por la disputa que sostenían Cartago y San José por conseguir la capitalidad. También era preciso hacer mas fuerte las instituciones y también imponer ciertas reglas a la población, como el pago de los impuestos, el respeto a las autoridades y la necesidad de detallar el orden popular, puesto que imperaba la vagancia y la irrespetuosidad hacia la propiedad privada. Por lo tanto se precisaba una mano fuerte para parar el caos.

No obstante, las ciudades de Heredia, Alajuela y Cartago, enfrentadas contra San José por el tema de la capitalidad, formaron una liga constituida por encargados de las tres ciudades disconformes con el gobierno de Braulio Carrillo, a quien le solicitaban que dejase el mando. Carrillo actuó con prudencia y moderación frente a la petición de los encargados; sin embargo, la beligerante actuación de Cartago provocó que se desatara la Guerra de la Liga, donde la localidad de Cartago luchó contra San José, al tiempo que las ciudades de Heredia y Alajuela se preparaban para respaldar a Cartago en su administración. San José triunfó sobre las fuerzas cartaginesas y asimismo fueron vencidos los ejércitos de las ciudades de Heredia y Alajuela, con lo que San José quedó afianzada como capital del Estado de Costa Rica en 1835.

Finalizado el orden de Carrillo, en las selecciones de marzo de 1837 resultó vencedor Manuel Aguilar, quien recibió mayoría de votos de los votantes de Heredia, Cartago y Alajuela, como desquite contra la ciudad más importante; el unionista Aguilar, por otro lado, era partidario de integrar a Costa Rica en la Federación Centroamericana. Eso llevó a Carrillo a interpretar, con el acompañamiento de los militares josefinos, un golpe de Estado el 27 de mayo de 1838, asumiendo el gobierno nuevamente y firmando el Acta de Independencia que apartaba de manera determinante a Costa Rica de la Federación.

Si el primer periodo de gobierno de Braulio Carrillo fue definitivo para el país, por el hecho de que fue ingresando a los costarricenses en el respeto a las instituciones políticas legales y en el nuevo orden de gobierno, la historia es mucho más severa al juzgarlo en su segundo periodo de gobierno, que se extendió desde 1838 hasta 1842, en el momento en que ejercitó el mando en forma ilegal. Carrillo se erigió en dictador y, para establecer nuevamente el orden popular, sacrificó las libertades particulares, estableció límites a la independencia de prensa y derogó la Constitución Política de 1825, emitiendo una exclusiva carta constitucional llamada Ley de Bases y Garantías, en donde se declaró Jefe Vitalicio Inamovible.

En otros campos, Carrillo fomentó el cultivo del café, que iba a ser la base de la economía nacional, y estableció los códigos en materia penal, civil y de métodos, con lo que varios historiadores lo piensan el arquitecto del Estado costarricense. Fue depuesto por Francisco Morazán, ex- presidente de la Federación Centroamericana, y se refugió en El Salvador, donde fue ejecutado a traición el 15 de mayo de 1844. En 1972 sus restos fueron trasladados a Costa Rica y también inhumados en San Rafael de Oreamuno.

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