La historia de la civilización la cuentan aquellos hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela sociedad, de una forma u otra,avance.
Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Bonifacio Ferrer es uno de esos sujetos cuya vida, en efecto, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Bonifacio Ferrer es comprender más acerca de época determinada de la historia del ser humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la importancia que tuvo Bonifacio Ferrer en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Bonifacio Ferrer, sino que tal vez legó una huella mucho más honda de lo que podamosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Bonifacio Ferrer de forma personal.Bonifacio Ferrer fue una de esas personas que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Bonifacio Ferrer, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo esencial para que seamos capaces de apreciar no sólo la existencia de Bonifacio Ferrer, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Bonifacio Ferrer, aquellas personas a quienes de un modo u otro Bonifacio Ferrer influyó, y indudablemente, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Bonifacio Ferrer.
(Fray Bonifacio o Bonifaci Ferrer; Valencia, 1350 - Valdecristo, 1417) Jurisconsulto valenciano. Hermano de San Vicente Ferrer, fue regidor municipal de Valencia y, más tarde, ingresó en la cartuja de Porta Coeli. Nombrado general de los cartujos por Benedicto XIII, renunció al cargo al terminar el cisma de Occidente. En el deber de Caspe fue compromisario por el reino de Valencia y votó a favor de Fernando de Antequera.
Bonifacio Ferrer prosiguió estudios de filosofía en la Universidad de Lérida y de derecho canónico y teología en la Universidad de Perusa (Italia), donde fue acólito del jurista Baldo de Ubaldis. En 1376 fue designado instructor de derecho por el obispo de Valencia y recibió 2 provecho eclesiásticos. Seis años después contrajo matrimonio con Jacqueline Despont, con la que tuvo por lo menos siete hijas y 2 hijos; aquellas y su mujer murieron a inicios de la década de 1390.
En 1386 la localidad de Valencia le escogió asesor de justicia criminal y entre 1387 y 1389 desempeñó el cargo de jurado de la clase de ciudadanos. En 1389 asimismo fue nombrado gerente y letrado de Valencia en las Cortes de Monzón (Huesca), y en ese año, gracias a una demanda, le fue retirada la seguridad y fue encarcelado adjuntado con el resto representantes hasta el momento en que se probó su inocencia en 1396.
La desaparición de la mayoría de su familia y la pérdida de su señorío de Almenara motivaron, ese año, su ingreso en la cartuja de Porta Coeli (Valencia), donde profesó y fue ordenado sacerdote. Dentro de la orden desempeñó los cargos de profesor de novicios (1398), procurador de Porta Coeli (1399), prior del mismo monasterio y visitador de la provincia cartujana de Cataluña (1400).
Gracias a su popularidad como jurista y a que era hermano de San Vicente Ferrer, el antipapa Benedicto XIII (el papa Luna) no vaciló en llamarle a Aviñón (Francia) en el momento en que retornaba a Porta Coeli, después de ser designado prior de su monasterio en el capítulo general de 1400. Ferrer, que renunció a la púrpura cardenalicia que le ofreció el papa Luna, consiguió de este la dispensa del tiempo canónico del noviciado y también intersticios de las órdenes sagradas, con lo que así ha podido desempeñar distintas compañías diplomáticas.
De esta forma, en 1400 fue enviado al duque de Orleáns adjuntado con los priores de Villeneuve (Francia) y de los celestinos de Aviñón, y a su regreso del capítulo general de 1402 fue enviado a París como integrante de la legación que Martín I el Humano, rey de Aragón, dirigió a Carlos VI el Bienamado (1380-1422), rey de Francia, para solucionar el estado de ubicación en que estaba Benedicto XIII. Tras el fallecimiento en 1402 de Guillaume Raynald, Bonifacio Ferrer fue nombrado general de los cartujos, cargo que aceptó por solicitud de Benedicto XIII, que le dispensó del requisito de seis años de profesión. Aunque fue nombrado en el primer mes del verano de ese año, no ha podido tomar posesión del cargo hasta noviembre de 1403.
En 1403 preparó la escapada del papa de la fortaleza asediada de Aviñón; tras ser liberado por los hombres del condestable Jaime de Prades, lo acompañó hasta el castillo Château-Renard. Durante unos años ha podido ocuparse a sus obligaciones como general de la orden y festejó de manera continuada los concilios en general estatutarios entre 1403 y 1409.
En 1408 marchó a Perpiñán (Francia), donde se festejó a instancias de Benedicto XIII una reunión conciliar donde se decidió mandar una legación al Concilio de Pisa (1409) para arreglar de manera determinante el cisma de la Iglesia. Elegido integrante de la legación, el concilio fue un fracaso. Sin embargo, a lo largo de su estancia en la localidad italiana inició diálogos con Esteban Maconi, general de los cartujos urbanistas, que vio en la decisión del papa Alejandro V una aceptable ocasión para hallar la unidad de la orden.
En 1410, tras la aceptación de las renuncias de Bonifacio Ferrer y de Esteban Maconi por la parte del capítulo general, Jean de Griffenberg fue escogido prior general. Este envió una embajada a Alejandro V para prestarle obediencia, lo que fue visto por Ferrer como un incumplimiento del acuerdo en el que se aseguraba la neutralidad papal mientras que no se concretase de manera legal lo negociado en Pisa. A pesar de esto decidió pasar por prominente esta violación del acuerdo a favor de la orden; no logró lo mismo Benedicto XIII, que declaró nula su renuncia al cargo de prior general y la decisión de Griffenberg.
De este modo la orden quedaba de nuevo dividida, ejercitando Bonifacio Ferrer su jurisdicción únicamente en España, en tanto que el resto de los cartujos continuaron leales a Griffenberg. Ferrer se retiró a la cartuja de Valdecristo (Valencia), en donde se festejaron, tanto bajo su dirección como bajo la de su sustituto (Guillermo de la Motta), episodios en general entre los años 1411 y 1418.
Bonifacio Ferrer fue escogido por el reino de Valencia como uno de sus tres representantes en el Compromiso de Caspe (1412), en el que debía resolverse el inconveniente sucesorio planteado por la desaparición sin descendencia de Martín I el Humano; Ferrer votó en pos de Fernando el de Antequera, que reinaría entre 1412 y 1416 como Fernando I de Aragón. Ferrer salió por última vez de la cartuja en 1415 para ayudar a una asamblea en Perpiñán, donde se deseó terminar de manera determinante al Cisma de Occidente. Tras la publicación en 1416 del edicto de separación del papa Benedicto XIII, tanto Bonifacio como su hermano Vicente se separaron de la causa del papa Luna. De regreso a la cartuja de Valdecristo, murió por año siguiente.
Creador de una amplia obra, Bonifacio Ferrer escribió, sobre la cuestión del cisma, Relatio itineris, De Schismate Pisano y distintas cartas (agarradas por Marténe-Durand y Puig Puig). De passiones Domini y Gozos del Roser versan sobre temas espirituales; Notae super Foris regni Valentiae, sobre jurisprudencia.
Se le tienen que además de esto varios contenidos escritos sobre distintos puntos de la orden, entre ellos Anotaciones a los Estatutos cartujanos, Declarationes et responsiones de quibusdam dubiis, Tractatus de coeremoniis monachorum cartusiensium, Ordinatio de novitio induendo et introducendo in cellam, De aegrotis visitandis et defunctorum sepultura iuxta ritum FF. Cartusiensium, Quare cartusienses non comedant carnes y De miraculis et sanctis in Cartusia.
Entre 1396 y 1402 efectuó en colaboración una secuencia de traducciones al valenciano de extractos de la Biblia, de las Epístolas del período litúrgico de forma anual, del Breviario y del Martirologio; asimismo se mantiene una compilación de sermones. Los benedictinos del convento de San Mauro han publicado una compilación de sus manuscritos bajo el título de Thesaurus novus.
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