Bernardino Telesio

Ya sea inspirando a más personas o siendo una pieza esencial de la acción. Bernardino Telesio es una de esas personas cuya vida, en verdad, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Bernardino Telesio es conocer más acerca de época determinada de la historia del género humano.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la trascendencia que tuvo Bernardino Telesio en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para las personas que conocieron a Bernardino Telesio, sino que a caso dejó una señal mucho más vasta de lo que podamossospechar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Bernardino Telesio de forma personal.Bernardino Telesio ha sido una de esas personas que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de Bernardino Telesio

(Cosenza, 1509 - id., 1588) Humanista y pensador italiano. Educado por su tío, el poeta Antonio Telesio, se doctoró en Padua y se retiró al convento benedictino calabrés de Seminara. En Nápoles escribió su grande obra De la naturaleza de las cosas (1565-1587), discutida por aristotélicos y por escolásticos y que influyó en Giordano Bruno y Tommaso Campanella. De regreso a su localidad natal, impulsó la Academia Cosentina, núcleo del nuevo antiaristotelismo.

Solamente cumplidos los diez años, Bernardino Telesio se trasladó a Milán al lado de su tío Antonio, docto humanista que le enseñó latín y heleno. En el año 1535 se doctoró en Padua, localidad en la que se estudiaba a Aristóteles singularmente como físico. Telesio opuso a este aspecto de la ciencia aristotélica, que juzgaba obscuro, contradictorio y también deficiente para la explicación de las cosas, una física propia, con un nuevo procedimiento para el saber científico de la naturaleza, que, según él, ha de ser aclarada en sí y se revela al hombre en relación éste es una parte de ella.

En tal formulación, todavía ramplona, radica la relevancia del artículo De la naturaleza de las cosas según sus principios, compendio del pensamiento del creador listo lenta y laboriosamente (1536-1544) en el retiro de un monasterio benedictino, y redactado en Nápoles. En 1553 contrajo matrimonio con Diana Sersale, viuda con 2 hijos, y se estableció en Cosenza, donde continuó hasta la desaparición de su mujer (1561). Perteneció a la academia de esta localidad, cuyos integrantes fueron los primeros divulgadores de la novedosa filosofía.

Tras la renuncia en pos de su hermano Tomás del ofrecimiento del arzobispado de Cosenza, marchó a Nápoles; allí vivió de prioridad en casa de los Carafa. Heredero de un notable patrimonio, no supo administrarlo; fallecida su mujer, tuvo que confiarse de gestores, que le llevaron a la ruina. Más que las adversidades económicas, no obstante, le afligió la desaparición de su hijo primogénito, ejecutado en 1576. Le causó en cambio enorme satisfacción la difusión de su filosofía, que le intentó importantes amigos y protectores, como los cardenales Bembo y Contarini y los papas Paulo III, Pío IV y Gregorio XIII.

El primer libro de su obra De la naturaleza de las cosas según sus principios apareció en Roma en 1565; después, refundido con el segundo, fue anunciado en Nápoles en 1570; la obra completa, en nueve libros, salió a luz en esta localidad el 1587. Principal gerente de la Academia Cosentina, como Ficino lo fue de la florentina, Telesio asegura que la naturaleza debe estudiarse "iuxta propria comienza", o sea, según sus leyes, sin referirla a Dios; tal dirección inmanentista se encuentra dentro de los letras y números escenciales de su filosofía. Todo conocimiento sobre la naturaleza deriva, por consiguiente, de la experiencia, ya que los sentidos son la manera mucho más alguna de comprender; el razonamiento es un conocimiento derivado, apoyado sobre la memoria. Sentir es avisar los cambios de las cosas a través de un estímulo que la verdad externa ejercita sobre la conciencia.

El sentido primordial es, por consiguiente, el tacto, y a éste mencionan todos los otros. El fragancia, por servirnos de un ejemplo, es el calor comunicado al aire por los cuerpos odoríferos, y el aire nos lo transmite a nosotros. Por el calor, la conciencia, concebida de modo estrictamente materialista, se amplía y se disminuye, según que aumente y reduzca nuestro calor; la sensación está en relación directa con el movimiento de la conciencia. No existe, ya que, diferencia entre lo sensible y lo inteligible; las presuntas diferencias no son sino más bien formas distintas de sentir las cosas, y cualitativamente no difieren entre sí.

Toda ciencia racional es, por consiguiente, asimismo ciencia sensible o achicada a lo sensible; las ciencias naturales son superiores a las matemáticas por el hecho de que mencionan de manera directa a la sensación, mientras la matemática trabaja sobre los sentidos que pararán a la sensación. Toda operación de la conciencia es movimiento, y el movimiento mucho más alto es aquel con el que la conciencia disfruta de sí como de la mucho más alta expresión de la vida de la naturaleza.

Telesio condena toda tentativa de argumentar el devenir natural con principios que no estén comprendidos en la materia; de ahí que critica la manera aristotélica, que considera trascendente en relación relacionada al Acto puro, a Dios. Es exacto reemplazar este modo por principios inherentes a la naturaleza, como el frío y el calor. La naturaleza es pura materia que sería inerte, como masa corporal que ocupa el espacio, si no estuviese movida por un principio dinámico que se expresa en la oposición entre calor y frío. De tal oposición se causó primero el cielo y el calor de los astros, y después la tierra que, en el momento en que se encuentra privada del sol, regresa al frío originario.

Del cielo y de la tierra derivan todas y cada una de las cosas de la naturaleza, las plantas, los animales, el hombre. Éste no se distingue de los animales por estar proveído de vida espiritual, por el hecho de que el espíritu humano no es sino más bien espíritu animal dotado de mayor calor, de mayor agilidad y nitidez. También la superioridad del espíritu humano sobre el resto es dependiente de causas naturales, como, por servirnos de un ejemplo, el ámbito de vida y el tamaño del cerebro. Idéntica base naturalista trata Telesio de ofrecer a la moralidad. Todos los sentimientos humanos dependen de causas materiales: la alegría es el sentido de la conservación del cuerpo; la tristeza es la expresión de una debilitación de la fuerza escencial.

Hasta el objetivo último de la vida humana es concebido por Telesio en sentido inmanentista, y es definido como la conservación y la perpetuación de la vida misma. Sin embargo, es viable admitir en el hombre un alma inmortal, construída en el instante por Dios y unida al alma natural como "forma sobreañadida". La admisión de semejante alma es precisa, más que nada, para argumentar el accionar del hombre en oposición al mal y a la desaparición. La excelencia del alma humana, su elevación y su virtud se manifiestan como fuerza, sabiduría, diligencia y benignidad. La relevancia de Telesio radica en su exigencia inmanentista, considerada como fundamento de la ciencia de la naturaleza, y en su exigencia de la autonomía del entender. La ciencia de esta forma concebida, aun continuando en sus principios, nos señala no obstante la presencia de un orden extranatural.

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