Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la relevancia que tuvo Benjamín Jarnés en la historia. Cómo vivió y aquello que hizo durante el tiempo que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que conocieron a Benjamín Jarnés, sino que a lo mejor dejó una señal mucho más profunda de lo que logremossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Benjamín Jarnés en persona.Benjamín Jarnés ha sido una de esas personas que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
(Codo, 1888 - Madrid, 1949) Escritor español. En el marco del compartido propósito de renovación que caracterizó a los integrantes de su generación (Wenceslao Fernández Flórez, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala), la producción narrativa de Benjamín Jarnés, de signo vanguardista, se orientó hacia la estilización metafórica y también intelectualista, en menoscabo de la intriga.
Hijo de una modesta familia de campesinos, prosiguió estudios eclesiásticos en el seminario y en la Universidad Pontificia de Zaragoza, hasta el momento en que en 1910 abandonó la carrera religiosa para comenzar otra en el Ejército, entrando en el cuerpo técnico administrativo. Tras múltiples años en Marruecos, se estableció en Madrid. En 1936 ascendió a capitán; un par de años después se trasladó a Barcelona. Después de la guerra civil, y como consecuencia de la derrota republicana de 1939, tuvo que exilarse a México. Enfermo de gravedad, volvió a España en 1948 para fallecer poco después.
En su obra se traslucen las contradicciones del intelectual que realiza un delicioso edificio formal sobre la base de un destino personal truncado, y la suficiencia desdeñosa hacia el complejo planeta ideológico y político que caracterizó la España de principios del siglo XX. Creó una prosa narcisista y fundamentada en la estética. Apenas se siente una evolución en sus novelas. En sus individuos, la sensibilidad y la intención predominan sobre premisas intelectuales y sobre imperativos de la ética. Construyó un estilo cargado de preciosismos, en el que sobran las imágenes y donde la metáfora es el eje ambiente al que da un giro su virtuoso arte.
Este se crea con la lírica pura y con el ensayo impresionista. Se vinculó a la Revista de Occidente, la esencial interfaz cultural establecida por José Ortega y Gasset, y llegó a transformarse en un importante exponente de la estética del "arte deshumanizado", una concepción del arte, teorizada por Ortega a lo largo de los años veinte, que proclamaba una concepción no trascendente y lúdica del arte que halla en sí su finalidad y que se distancia de los procesos sociales de la temporada.
Su primer libro, Mosén Pedro (1924), de tardía publicación, evocaba la figura del hermano que, al revés que Benjamín Jarnés, había terminado los estudios de teología. En El instructor inútil (1926) se establecen los criterios narrativos de su novela, concebidos como un grupo de extractos de anécdotas, alusiones o desviaciones, organizadas cerca del boceto de un razonamiento preciso. En El convidado de papel (1928) encara el tema de la reivindicación de los instintos a través del erotismo, y convierte las construcciones atrofiadas que definían la "novela erótica" de la generación antecedente.
En comparación a otras proyectos de Benjamín Jarnés, esta novela, si bien carente de una concepción tradicional del personaje y de la trama, muestra una base bastante de avance temático cerca de la necesidad de sensualidad de 2 seminaristas. Sin embargo, este aspecto queda apartado a un background. Se exalta el virtuosismo sutil de una prosa que condena las referencias reales al "irrealismo", en el que evolucionan sus proyectos.
En la Vida de San Alejo (1928) encara la crítica del ascetismo. En cambio, en Paula y Paulita (1929) relata una vida consagrada al exitación sexual, que concluye con un último ademán de plenitud, el suicidio. Locura y muerte de absolutamente nadie (1929) trata el tema de una frustración ocasionada por la imposibilidad de asegurar nuestra personalidad, de ser diferente a la masa. La novela formó una parte del enfrentamiento, propio de la temporada, sobre la activa de las masas y del elitismo de una clase cultural llamada a entablar sus modelos.
En 1930 publicó Viviana y Merlín y Teoría del zumbel, culminación del refinado ejercicio estilístico que empapa su obra. Introduce un juego con los individuos dejados o, aun, reemplazados por símbolos, como el reloj, el telegrama o la peonza (zumbel). En Escenas al lado de la desaparición (1931) volvió al tema de El instructor inútil y usó una prosa donde los límites entre situación y sueño se confunden; la desilusión de la vida desemboca en el absurdo intento de suicidio de un anónimo "concursante n.º 7". Lo colorado y lo azul (1932), concebido como un homenaje a Stendhal, es la continuación prácticamente biográfica de El convidado de papel. En ella cuenta sus vivencias militares, tal como la indecisión de su carácter, que se enfrentamiento entre el triunfante inconformismo burgués y la adhesión de una acción revolucionaria, que Jarnés muestra en tono desdeñoso.
El paso de la prosa narrativa a una mucho más particularmente de ensayo, como en Libro de Esther (1935) o Eufrosina o la Gracia (1948), es muy corto y prácticamente indetectable. En México publicó, tras la guerra civil, La novia del viento (1940), Venus activa (1943) y Orlando el pacífico (1942). Un manuscrito sobre la guerra civil de españa, Su línea de fuego, continuó nueva hasta el año 1981. Esta obra es una invectiva contra la guerra y una apología de la tolerancia reformista: el suicidio final del personaje principal se puede estimar como la expresión del fracaso de una visión de la vida que confiaba en la función directriz de una élite letrada, en contraposición a la difusión irrefrenable de las distintas maneras de "rebelión de las masas". Benjamín Jarnés fue asimismo entre los biógrafos mucho más refulgentes de su temporada: Sor Patrocinio, la monja de las llagas (1929), Zumalacárregui, el bandido romántico (1931), Castelar (1935) y Doble agonía de Bécquer (1936) son ciertas de sus proyectos mucho más resaltadas.
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