Baltasar Garzón

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la trascendencia que atesoró Baltasar Garzón en la historia. Cómo vivió y lo que hizo mientras estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que conocieron a Baltasar Garzón, sino que quizá dejó una señal mucho más insondable de lo que logremosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Baltasar Garzón personalmente.Baltasar Garzón fue una de esas personas que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Baltasar Garzón, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa básica para que podamos apreciar no sólo la existencia de Baltasar Garzón, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Baltasar Garzón, personas a quienes de de una u otra forma Baltasar Garzón influyó, y ciertamente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Baltasar Garzón.

Vida y Biografía de Baltasar Garzón

(Torres, Jaén, 1955) Magistrado español. Baltasar Garzón Real nació el 26 de octubre de 1955 en la ciudad jienense de Torres. Segundo de los cinco hijos del agricultor y más tarde usado de estación de servicio Ildefonso Garzón Cruz, estudió en los seminarios de Baeza y de Jaén. Abandonó los estudios eclesiásticos y la familia se trasladó a Sevilla, donde Baltasar se licenció en derecho por la facultad de la ciudad más importante andaluza en el año 1979.

Después de sobrepasar las oposiciones con el puesto número 11 de un total de 51 solicitantes, empezó su trayectoria judicial el 13 de febrero de 1981 en el juzgado de Valverde del Camino, provincia de Huelva. Unos meses antes, en el mes de noviembre de 1980, había contraído matrimonio con María Rosario Yayo, con la que tiene tres hijos.

Contra el terrorismo y el narcotráfico

En 1983 ascendió a magistrado y fue designado al Juzgado de Primera Instancia y también Instrucción de Almería, donde continuó hasta el momento en que a inicios de 1988 fue designado titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional.

Desde este cargo, como entre los 4 jueces encargados de enseñar causas contra el terrorismo y el narcotráfico, dictaría varios sumarios contra la organización terrorista ETA y múltiples casos esenciales vinculados al tráfico de drogas, como las operaciones «Nécora» (1990), con la que desmanteló la organización dirigida por Laureano Oubiña, y «Pitón» (1991), con la detención de los pertenecientes del llamado «clan de los Charlines», que «faenaban» en las costas gallegas.

En abril de 1993 solicitó la excedencia para concurrir como número 2 de la lista socialista a las selecciones en general de junio, en las que logró el acta de diputado. Dicen las malas lenguas que Garzón aspiraba a una cartera del ministerio (le brindaron un sin importancia cargo de viceministro) y que dejó la política con el ánimo de vengarse de Felipe González, a quien puso en apuros en el contexto de la instrucción sobre los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), por el que ordenó la encarcelación de los policías José Amedo y Michel Domínguez, quienes imputarían al ex- ministro del Interior José Barrionuevo y al ex- secretario de Estado para la Seguridad Rafael Vera, que terminarían asimismo en prisión.

En 1998 acentuó su actividad contra el ambiente de ETA. Así, en el contexto de una operación muy gran, acusó a la Coordinadora de Alfabetización y Euskaldunización (AEK), una organizadora vasca para la alfabetización de mayores en euskera, de ser el entramado financiero de la banda. Aunque no ha podido probar la relación entre las dos organizaciones, se generaron 12 detenciones. Aquel mismo año clausuró el períodico Egin y la emisora de radio Egin Irratia, acusados de colaboración con ETA.

Golpe a las dictaduras

También en 1998, año en que se aprobó en Roma el estatuto de la Corte Penal Internacional, ordenó la detención de Augusto Pinochet, que estaba en Londres, acusado de la desaparición de ciudadanos españoles en Chile a lo largo de la dictadura del general (1973-1990). Este caso dio notoriedad en todo el mundo al ahora habitual juez.

A principios de septiembre de 2000, acusó al ex- militar argentino Ricardo Miguel Cavallo, detenido en México el 24 de agosto, de los delitos de terrorismo, asesinato en masa y torturas, presuntamente realizados en el momento en que integraba la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) argentina a lo largo de la dictadura militar (1976-1983).

Este coche ampliaba otro que dictó el 2 de noviembre de 1999 y por el que procesó a noventa y ocho militares argentinos. Según Garzón, Cavallo aparecía encausado ahora desde el 7 de julio de 1998 en el sumario que él mismo instruye por delitos contra la raza humana realizados por la dictadura militar argentina. Tirando del hilo descubrió la «operación Cóndor», que unía a todas y cada una de las dictaduras del Cono Sur.

El Tribunal Supremo mexicano concedió la extradición de Cavallo a España en el mes de junio de 2003, y un mes después el presidente argentino, Néstor Kirchner, derogaba la Ley de Punto Final, el decreto de 2001 que impedía la extradición a terceros países de militares acusados de cometer delitos a lo largo de la dictadura.

De ETA a los paraísos fiscales

El acoso al ambiente de ETA proseguiría inexorablemente, más allá de que desde ciertos medios se acusaba a Garzón de atentar contra la independencia de expresión. En abril de 2001 dictó orden de cierre de la gaceta Ardi Beltza (‘Oveja Negra’), cuyo directivo, Pepe Rei, quien ahora había sido procesado por el «caso Egin», fue detenido y también interrogado por estimar que empleó este medio para los fines de la organización terrorista.

Los nuevos rastros contra Rei se extraían, según Garzón, de nuestra gaceta y del vídeo que se distribuyó con ella que se titula «Cronistas, el negocio de engañar», en el que se identificaba a expertos que después fueron propósito de atentados o de rastreo por integrantes de ETA.

En noviembre de 2001, Garzón detuvo y también interrogó a trece personas enlazadas al movimiento Gestoras Pro Amnistía (Gestorak), entre las organizaciones abertzales mucho más sólidas en el marco del soporte y de la pelea por la repatriación de los presos de ETA desperdigados. En la operación, llamada Udazken (‘Otoño’), intervinieron mucho más de doscientos policías, quienes de madrugada practicaron las detenciones en múltiples localidades de las provincias vascas y de Navarra. A la vez, Garzón ordenó el bloqueo de veintidós cuentas corrientes correspondientes a los detenidos y a ciertas compañías.

Garzón no se amilanaba frente absolutamente nadie, no frente a los poderosos. En abril de 2002 amplió la instrucción del «caso Banco Bilbao Vizcaya (BBV)-Privanza» a todo el entramado financiero misterio que formó el viejo BBV en el exterior, por la situacion de las cuentas opacas o fondos de pensiones misterios, por importe de 19,26 millones de dólares americanos.

Sobre esto, Garzón tomó declaración al gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, y al subgobernador, Gonzalo Gil. Finalmente, en calidad de testigo, citó a declarar al presidente del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), Francisco González, quien, según ciertas fuentes, a inicios de 2001, fue el promotor de la regularización de los fondos que el banco tenía en el exterior, que supuso para la entidad bancaria el ingreso de unos 225 millones de euros.

Esta declaración no era la primera comparecencia de Francisco González frente a la Audiencia Nacional, donde ahora había debido testificar en un par de ocasiones por el «caso Banesto», una a lo largo de la instrucción, el 20 de noviembre de 1995, y otra en la visión oral, el 24 de noviembre de 1998, que supuso el ingreso en prisión de Mario Conde.

Ilegalización de Batasuna

Pero la actuación mucho más comprometida y polémica del juez fue la ilegalización de Batasuna, en un coche anunciado en Madrid el 26 de agosto de 2002, por un presunto delito de integración en organización terrorista. Previamente, en fecha 3 de mayo de 2002, había dictado coche de prisión contra once integrantes del partido extremista abertzale.

La ilegalización de la tercera fuerza política vasca levantó ampollas y enturbió aún mucho más la relación entre el partido gobernante en el País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco (PNV), y el gobierno central encabezado por José María Aznar, quien desde ese momento comenzaría un acoso contra los independentistas.

El 18 de marzo de 2003 suspendió las ocupaciones y ordenó la clausura de los locales en España y en el extranjero del Partido Comunista de España reconstituido -PCE(r)- por considerarlo el brazo político de los Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre (Grapo), entrando de esta forma a la solicitud llevada a cabo por el fiscal de la Audiencia Nacional Enrique Molina, quien en el mes de octubre de 2002 había anunciado un informe en el que señalaba que el comité central del PCE(r) «nutre ideológicamente el brazo militar de la organización terrorista».

Se van a poder decir varias cosas de Garzón (que es ambicioso, que no despreció su candidatura al Premio Nobel de la Paz, que aspiró a cargos políticos...), pero absolutamente nadie deja de admitir que es un juez tenaz. Y eso, en España, y fuera de ella, tiene enorme mérito, como lo testimonian los varios premios que ha recibido, entre ellos el Premio Internacional Paz y Solidaridad de la Fundación Ignis Ardens de Roma (1995), el reconocimiento a la Contribución para el Establecimiento de la Corte Penal Internacional (1998), el de Mejor Juez de Latinoamérica (1999/2000), la Medalla de Oro al Mérito del Plan Nacional sobre Drogas (2001) y el Premio Extraordinario al Compromiso Social concedido por la Confederación de Jóvenes Empresarios (2002).

Amado y detestado por igual, su popularidad no dejó de acrecentar, si bien él se niega a ser considerado un juez estrella, salvo que ello signifique que «da luz», que alumbra. Es una de sus ironías, ya que sospecha que la reforma judicial pactada por el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 2001 tiene como propósito, entre otros muchos cambios, la desaparición exactamente de este género de jueces.

A pesar de los reproches de sus colegas y de las recriminaciones del PP en casos como el de Augusto Pinochet o la guerra de Iraq, Garzón ha proseguido con su plan sin inmutarse y realizando ni caso de las varias amenazas recibidas por quienes son objeto de sus cuidados sumarios.

Su labor es reunir pruebas y razonamientos a fin de que otros jueces de la Audiencia Nacional logren enjuiciar casos, si bien esos colegas dejaron entrever más de una vez que el trabajo de Garzón no les impresiona. Han puesto en independencia a múltiples acusados -desde líderes de la rama política de ETA hasta narcotraficantes- por carecer de fuertes evidencias. Y hasta le llamaron la atención pues en un libro escrito por la periodista Pilar Urbano, Garzón: el hombre que veía amanecer (2001), «cometió quiebras del deber de almacenar misterios» que constaban en ciertos sumarios por enseñar, según el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Finalmente, el CGPJ no sancionó al magistrado, por el hecho de que «las pruebas practicadas no han logrado acreditar bastante la autoría de semejantes infracciones».

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