Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la trascendencia que detentó Axel Oxenstierna en la historia. El modo en que vivió y aquello que hizo mientras estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que conocieron a Axel Oxenstierna, sino que a caso legó una señal mucho más vasta de lo que logremosconcebir en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Axel Oxenstierna de forma personal.Axel Oxenstierna ha sido una de esas personas que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Axel Oxenstierna, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa sustancial para que podamos apreciar no sólo la existencia de Axel Oxenstierna, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Axel Oxenstierna, aquellas personas a quienes de de una u otra forma Axel Oxenstierna influyó, y sin duda, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Axel Oxenstierna.
Las biografías y las vidas de personas que, como Axel Oxenstierna, seducen nuestro interés, deben ayudarnos siempre como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Axel Oxenstierna, porqué Axel Oxenstierna vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inexorable, la historia.
(Axel Gustavsson Oxenstierna, conde de Södermöre; Fanö, 1583-Estocolmo, 1654) Político sueco. Nombrado canciller del reino por el rey Gustavo II Adolfo el Grande en 1612, a cuyo servicio efectuó las mucho más esenciales tareas políticas, a la desaparición de este fue nombrado jefe del Consejo de Regencia de la reina Cristina, periodo en el que impulsó la guerra contra Dinamarca, enemigo clásico de Suecia, y dirigió acertadamente las diálogos y negociaciones de su país en la Paz de Westfalia, en el año 1648, que transformaron a Suecia en la mayor capacidad del Báltico.
Axel Oxenstierna entró, en el año 1603, al servicio del rey Carlos IX de Suecia, cuando hubo terminado sus estudios en las universidades de Rostock, Jena y Wittenberg, con lo que dio comienzo a una carrera diplomática fulgurante. El primer destino de relevancia lo consiguió en 1606, siendo nombrado embajador en Mecklemburgo, de donde pasó a ejercer como asesor imperial y, más tarde, en el año 1611, integrante del Gobierno de Regencia del joven monarca Gustavo Adolfo II.
Al acanzar la mayor parte de edad para reinar por año siguiente, Gustavo Adolfo II le nombró canciller del reino, cargo con el que logró ganarse la seguridad absoluta del joven monarca y en el que ejercitó una enorme predominación, tanto en política interior como exterior. Oxenstierna llevó a buen puerto una secuencia de tratados de paz firmados con Dinamarca (1613), con Rusia (1617) y con Polonia (1623). También acompañó a Gustavo Adolfo II múltiples ocasiones en las campañas suecas en Polonia, y le reemplazó en las tareas de Gobierno a lo largo de sus largas ausencias del país.
A lo largo de esta etapa como canciller, Oxenstierna reordenó judicialmente las relaciones, bastantes tirantes hasta el momento, entre la nobleza y la Corona. Defensor a ultranza de las libertades y prerrogativas nobiliarias en frente de la arbitrariedad y abuso de poder de la monarquía, logró la concesión por la parte de Gustavo Adolfo II de una carta que daba solución constitucional al enfrentamiento surgido entre los dos poderes en el año 1611, tras la desaparición del previo rey Carlos IX.
Oxenstierna prosiguió con la ordenación jurídica del estamento nobiliar, para lo que dictó, en el año 1617, la Riksdaggordning, que regulaba la composición de la Dieta sueca en cinco institutos, todos ellos inferiores a un Senado compuesto por cinco integrantes y, en el año 1626, la Riddarhnsordning, por la que se dividió la nobleza en tres estamentos bien distinguidos según el poderío económico.
Tras la reanudación de la guerra contra Polonia, Oxenstierna fue enviado por el rey a Prusia en 1626, en calidad de gobernador de los territorios conquistados por Suecia, y dirigió exitosamente las siguientes negociaciones de paz entre los dos países, las que brindaron como resultado la firma del Armisticio de Altmark (en 1629) por el que Suecia logró substanciales virtudes territoriales. En noviembre de 1631 fue enviado a Frankfort del Main para ocuparse de los negociados de guerra, de la administración civil y del avituallamiento del ejército sueco en la Guerra de los Treinta Años, aparte de formar parte activamente en tareas militares en las que aconsejó sin éxito un ataque sueco contra Viena, aparte de enviar un ejército que socorrió a Gustavo Adolfo II en Nuremberg.
A la desaparición de este, en el mes de noviembre de 1632, Oxenstierna fue designado por la Dieta sueca legado plenipotenciario en Alemania, con poderes absolutos sobre todos y cada uno de los territorios del ejército expedicionario sueco, labor donde consiguió un éxito refulgente al asumir la dirección de la protestante Liga de Heilbronn en 1633 (unión de Suecia, Suabia, Franconia y el Alto y Bajo Rin), coalición cuyo propósito primordial era el de ordenar una fuerte defensa militar contra las metas expansionistas imperiales.
Siendo nombrado jefe del Consejo de Regencia de la reina Cristina, Oxenstierna debió regresar a Suecia, en el año 1634, donde redactó el esbozo de una exclusiva Constitución. A pesar de esto, entró en serios enfrentamientos con la reina madre María Leonor. De vuelta a los temas políticos exteriores, padeció, en 1634, un serio revés militar siendo derrotados los ejércitos suecos por los polacos en la guerra de Nördlingen, tras la que Suecia fue obligada, por año siguiente, a firmar unas muy duras condiciones de paz con Polonia para lograr actualizar una tregua de paz precisa con este país, la que pasaba por la devolución íntegra de todos y cada uno de los territorios conquistados por Suecia en Prusia hasta hoy.
Tras similar fracaso militar y diplomático, Oxenstierna cambió el rumbo de las coaliciones exteriores de Suecia al buscar el acompañamiento de la Francia de Richelieu, con la que firmó, en el año 1636, el Tratado de Wismar por el que Suecia y Francia se comprometieron a juntar sus fuerzas para combatir contra el Imperio de los Habsburgo y contra la Corona de España, amén de la promesa francesa de asistir a nivel económico y con tropas a Suecia, cuyos elementos estaban bajo mínimos a consecuencia de una guerra tan extendida como fue la de Los Treinta Años, la que dejó exhaustos a todos y cada uno de los países que participaron.
Con el esencial acompañamiento francés, Oxenstierna ha podido hacer una favorecida política expansionista que acabó con el triunfo sueco en la guerra que reinició con Dinamarca, entre los años 1643 y 1645, que concluyó con la firma de la Paz de Brömsebro, en 1645, por la que se eliminaron todas y cada una la tarifas de las mercancías suecas transportadas a través del Sund y por el que Dinamarca cedía a Suecia los territorios de Gotland, Ösel y Halland. Gracias a su tarea en esas negociaciones, Oxenstierna fue distinguido por la reina Cristina con el título de conde de Södermöre.
La última administración diplomática que hizo de forma exitosa fue la dirección de la delegación sueca en la firma de la Paz de Westfalia, donde logró para Suecia la cesión de toda la Pomerania occidental y las bocas del río Oder, adjuntado con las ciudades de Settin, Bremen y Verder, con lo que se realizó situación el sueño que tuvo y no ha podido ver el rey Gustavo Adolfo II, su enorme valedor, de transformar a Suecia en la capacidad del Báltico.
Tras ser declarada mayor de edad, la reina Cristina se opuso frontalmente a la política de Oxenstierna, al que veía como auténtico gerente y cabeza aparente de la nobleza contraria al reforzamiento de la monarquía, oposición que asimismo halló, como era lógico, en el campesinado, el que se consideraba lesionado por las continuas renovaciones de los permisos señoriales que dictó en su temporada como canciller y regente del reino.
Retirado de la política activa, el sustituto de Cristina, Carlos X repitió la seguridad en su persona al consultarle en varias oportunidades sobre cuestiones esenciales de Gobierno. Su tarea como político, hombre de estado y también motor del avance de la Suecia actualizada fue conocida en el año 1890, al erigirle el municipio de Estocolmo una escultura en entre las plazas primordiales de esa localidad.
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