Auguste Rodin

La historia universal la narran aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado queel mundo, de un modo u otro,avance.

Ya sea inspirando a más personas o siendo una pieza esencial de la acción. Auguste Rodin es una de esas personas cuya vida, realmente, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Auguste Rodin es conocer más acerca de época determinada de la historia de la humanidad.

Vida y Biografía de Auguste Rodin

(París, 1840 - Meudon, Francia, 1917) Escultor francés. Fue alumno de Jean-Baptiste Carpeaux en la Escuela de Artes Decorativas y de Antoine-Louis Barye en el Museo de Historia Natural, 2 escultores a los que admiró y en quienes se inspiró en determinada medida. Por sus modestos orígenes, se vio obligado a ganarse la vida como ayudante de decoración, compatibilizando el trabajo profesional con su dedicación a la estatua.

Su primera obra, El hombre de la nariz rota, tuvo malísimas críticas en el Salón de 1864, hasta el punto de ser rechazada por considerarse inconclusa y también incompleta. Rodin incorporaba en esta estatua el modelado espontáneo y expresivo que habría de caracterizar su obra posterior. Tras unos años al servicio del empresario Albert Carrier-Belleuse, para quien trabajó en la decoración de la testera de la Bolsa de Bruselas, en 1875 emprendió un viaje a Italia para entender la obra de Miguel Ángel.

El resultado de su contacto con el genio del Renacimiento fue La edad del bronce, presentada en el Salón de 1877, que desagradó intensamente por su increíble realismo. La figura exhibe una época de mal y padecimiento y refleja la predominación del David de Donatello y del Esclavo moribundo de Miguel Ángel, proyectos que Rodin ha podido ver su viaje a Italia. La edad de bronce despertó una encendida polémica por su acentuado naturalismo, que logró meditar a ciertos críticos que se trataba del vaciado de un modelo vivo. En esta obra comienza la relevancia del ademán en la obra de Rodin, que empezaba aquí a concretarse de manera prudente y medraría entonces en solidez y expresividad.

Rodin proseguía sin vencer como escultor, lo que logró por fin en 1881, en el momento en que presentó en el Salón su San Juan Bautista predicando. Poco antes, en 1880, recibió el enorme encargo de su historia: las puertas monumentales del futuro Museo de Artes Decorativas de París. El portal se encontraba inspirado en temas dantescos, por eso nuestro Rodin le diese el nombre de Puerta del Infierno, donde trabajó desde 1880 hasta su muerte en 1917. Rodin se inspiró en la Divina Comedia de Dante y en la Puerta del Paraíso de Lorenzo Ghiberti, por el que el escultor sentía una enorme admiración.

No obstante, el edificio para el que se encontraba destinada jamás llegó a crearse. A pesar de esto, los varios fundamentos y figuras en los que trabajó el artista para esta obra marcarían las directivas de la mayoría de sus estatuas mucho más reconocidas, como El pensador (1880) o La hermosa mujer del desarrollador de cascos (1880-1883), que más tarde se expondría con el nombre de La vieja cortesana y que brotó de un pequeño fragmento de la parte de abajo de las puertas. La obra trata el tema, tan cultivado en el Barroco, de la caduca y fugaz hermosura física. La mujer, con la mano abierta y popularizada hacia atrás, busca desesperadamente lo que perdió para toda la vida.

Otra obra que deriva asimismo del diseño de las puertas es El beso (1886), inspirada, en un comienzo, en el idilio entre Paolo Malatesta y Francesca de Rímini que Dante relató en la Divina Comedia, si bien esta iniciativa fuera por último rechazada y se excluyó toda referencia a situaciones específicas. El creador representa a los amantes besándose en un grupo escultórico en donde premeditadamente no se marca con claridad el límite de las figuras con el fondo que las acompaña; suaviza las gradaciones y crea la impresión de que todo está envuelto en un ámbito etéreo en el que predomina la hermosura y la poesía. Como obra sin dependencia, se convirtió en símbolo universal del deseo y la pasión.

En el momento en que todavía trabajaba en los modelos de las puertas, Rodin aceptó el encargo de alzar el monumento de Los burgueses de Calais (1884-1888), una obra de dramatismo contenido. A pesar de recibir, tras la exposición de 1889, el acompañamiento de la crítica de vanguardia y de que su popularidad era ahora destacable a fines de siglo, vivió siempre y en todo momento envuelto en enormes polémicas cerca de su obra. Los burgueses de Calais fue mal vista por los concejales que la habían solicitado, sintiéndose defraudados por un monumento que no cumplía sus esperanzas de ensaltación patriótica. El artista nos enseña seis reacciones complicadas frente a la catástrofe, confrontando el drama de los individuos con el espectador; si bien esta vez los individuos no sostienen un contacto físico entre sí, la predisposición de las figuras, que semejan entrelazadas, proporciona una dimensión poco corriente del espacio interpuesto.

Fueron éstos sus años de máxima imaginación, con proyectos que llevaron a considerarlo el primordial escultor impresionista, adjuntado con el italiano Medardo Rosso, por sus estudios texturales y luminosos. Con posterioridad, prosiguió creando proyectos de inspiración personal, pero se centró en los retratos y en la realización de monumentos públicos, así como los aplicados a Victor Hugo y a Honoré de Balzac, no en todos los casos exentos de polémicas. Es la situacion de Balzac (1891-1898), obra que le encargó Émile Zola, presidente de la Sociedad de Hombres de Letras, cuyos integrantes consideraron después que se encontraba inconclusa; en verdad, el retrato de Rodin fue rechazado y se pasó el encargo a Falguière. Rodin representó a un Balzac replegado en sí, erguido y orgulloso. La cabeza soberbia, inclinada hacia atrás, resalta sobre la túnica intemporal (el hábito de monje que acostumbraba a usar en sus sesiones nocturnas de trabajo), que entrega un aire fantasmal a la figura.

La audacia y el énfasis en la expresión, tal como su aptitud de innovación, asentarían el prestigio del escultor. Es bien difícil encontrar una visión tan descarnada y libre de prejuicios del cuerpo de una mujer como la que proporciona Iris, la mensajera de los dioses (1890). La cabeza fue arrancada y aprovechada en otra estatua, centrando de esta manera la atención en el movimiento de la bailarina y en su sexo.

En 1900, una enorme exposición de su obra en el Salón de la Sociedad Nacional consagró la popularidad del escultor. La serie de retratos se enriqueció en los últimos tiempos con las cabezas de Bernard Shaw (1906), la Duquesa de Choiseul (1908), Gustavo Mahler (1909) y los senos de Clemenceau (1911) y Benedicto XV (1915). Entregado a su actividad hasta el objetivo de sus días, Rodin murió prácticamente al tiempo que su mujer, leal compañera suya a lo largo de mucho más de cincuenta años. En 1911 Paul Gsell había reunido en un tomo de diálogos con el profesor sus ideas artísticas. Por otra sección el escultor ahora había escrito y anunciado un volumen que se titula Les cathédrales de France.

Sin lugar a dudas no puede considerarse el arte de Rodin ajeno del arte de Edgar Degas. Ambos supieron insistir en el realismo otorgándole una exclusiva dimensión escultórica, en un intento por conocer novedosas opciones en la composición de la figura. La obra madura del escultor está, lógicamente, enlazada a los principios escenciales del impresionismo, ya que los dos tienden a representar el poder de los elementos naturales. Tanto los impresionistas como nuestro escultor emplearon la luz en sus proyectos. Las alusiones literarias, tal como el conflicto y la despreocupación en el arte de Rodin están asimismo relacionados con el impresionismo.

Su obra marca la cima del movimiento romántico y comprende toda la gama de opciones plásticas, desde la espontaneidad de los movimientos hasta el patetismo heroico. Rodin patentizó la creación de la manera partiendo del caos como desarrollo dramático prometeico, predominación que recibió de Medardo Rosso. La obra de Rodin fue el comienzo y el desenlace de la estatua impresionista, pero más que nada marcó un principio escultórico y innovador que ejercitaría una predominación esencial en los escultores siguientes y en varios artistas modernos.

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