Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la trascendencia que atesoró Atenágoras I en la historia. El modo en que vivió y las cosas que hizo mientras permaneció en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que conocieron a Atenágoras I , sino que a lo mejor produjo una señal mucho más insondable de lo que logremosconcebir en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Atenágoras I de forma personal.Atenágoras I fue un ser humano que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Atenágoras I , personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa básica para que seamos capaces de valorar no sólo la existencia de Atenágoras I , sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Atenágoras I , aquellas personas a quienes de de una u otra forma Atenágoras I influyó, y sin duda, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Atenágoras I .
(Ioannina, 1886 - Estambul, 1972) Prelado ortodoxo. Cursó estudios teológicos en la Facultad de Halki. Al terminar la carrera eclesiástica, prestó sus servicios como diácono y después como secretario general de la diócesis de Atenas. En 1925 fue designado metropolita (arzobispo) de Corfú, y en 1937 fue alto a la sede arzobispal ortodoxa de Nueva York, con jurisdicción espiritual sobre todos y cada uno de los ortodoxos helenos de América, con título de metropolita para todo el conjunto de naciones.
Desempeñó este cargo a lo largo de once años, haciéndose célebre por su forma de gobernar tan desperdigadas y dilatadas comunidades, que bajo su dirección alcanzaron un prominente nivel disciplinar y espiritual. Sus continuos viajes, su trato con las mucho más distintas designaciones cristianas y sus contactos con la Iglesia católica incitaron en él un sincero deseo de diálogo entre los cristianos de Oriente y Occidente.
Su nombre empezó a sonar a nivel internacional desde 1948, en el momento en que fue escogido Patriarca Ecuménico de Constantinopla. Desde ese instante acarició la promesa de arrimarse, si no de llegar, a la unión de todos y cada uno de los cristianos. Para ello, robusteció la unión interna entre exactamente las mismas comunidades bizantino-esclavas, haciendo multitud de viajes y contactos con las autoridades causantes de los cristianos ortodoxos. También se encargó de la preparación y asamblea de distintas reuniones pan-ortodoxas, como las de Rodas en 1961 y 1963, para tratar sobre los observadores que se mandaron al Concilio Vaticano II en un espíritu de diálogo y amistad.
Respecto a la Iglesia católica, le sirvió desde el primer instante la amistad que sostuvo con Juan XXIII; en el momento en que este fue escogido papa, se multiplicaron las relaciones entre las dos iglesias. Más tarde se entrevistó con Paulo VI en Jerusalén, en un viaje que efectuó el papa a los Santos Sitios. En 1967 le recibió en su vivienda del Fanar. Posteriormente Atenágoras visitó al Papa y al sínodo de los obispos reunido en Roma, a lo largo de el lapso de un viaje en el que se entrevistó con los amos de las iglesias ortodoxas de Serbia, Bulgaria y Rumania, con los líderes del Consejo ecuménico de las Iglesias en Ginebra y con el primado de la iglesia anglicana en Londres.
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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son siempre importantes, ya que destacan la singularidad, y en la ocasión de la vida de un ser como Atenágoras I , que tuvo su importancia en una época concreta, es vital tratar de ofrecer un panorama de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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