Arturo Umberto Illia

La historia de la civilización la escriben aquellos hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado queel género humano, de una forma u otra,progrese.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la importancia que tuvo Arturo Umberto Illia en la historia. La forma en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que conocieron a Arturo Umberto Illia, sino que a lo mejor legó una huella mucho más vasta de lo que logremosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Arturo Umberto Illia en persona.Arturo Umberto Illia fue una persona que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Arturo Umberto Illia, seducen nuestra curiosidad, deben servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Arturo Umberto Illia, el motivo por qué Arturo Umberto Illia vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Arturo Umberto Illia

(Pergamino, 1900 - Córdoba, 1983) Político argentino, presidente de la República entre 1963 y 1966. Realizó sus estudios secundarios en una institución salesiana y se graduó como doctor en medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. Como médico de los Ferrocarriles del Estado se residió en la localidad de Cruz del Eje, provincia de Córdoba; pero en 1930 perdió su trabajo por causas políticas.

Afiliado a la Unión Cívica Radical (UCR), en 1936 fue electo senador provincial y en 1940 vicegobernador de la provincia de Córdoba. El golpe del 4 de junio de 1943, que derribó a las autoridades nacionales, causó asimismo su cese como vicegobernador. Fue electo diputado nacional para el periodo 1948-1952. En marzo de 1962, como candidato de la UCR, ganó las selecciones a gobernador de la provincia, pero no ha podido asumir el cargo por las presiones militares que forzaron al presidente Arturo Frondizi a anular las selecciones, en el contexto de un desarrollo que concluyó con el golpe para derrocar al gobierno que determinó su derrocamiento.

Llegó a la primera magistratura tras haberse impuesto con el 21,15% de los votos la fórmula de la UCR del Pueblo (que compartía con el entrerriano Carlos Perette) en los comicios del 7 de julio de 1963. El segundo sitio en las selecciones había sido logrado por los votos en blanco, con un 19,72% de los sufragios, que eran expresión de la resistencia del peronismo proscripto. Luego proseguían la UCRI de Oscar Alende, con el 16,40%; la UDELPA, que respondía al ex- presidente de hecho Pedro Eugenio Aramburu, con el 7,49%; y 40 y cinco partidos mucho más.

El gobierno de Illia nació con una debilidad intrínseca: la abstención del peronismo formaba un serio escollo por visto que los sindicatos se adherían a esa inclinación política. Otro elemento de debilidad era la carencia de mayoría propia en la Cámara de Diputados. Por último, debía manejarse con un ejército cuyos jefes venían de deponer al presidente Frondizi, de manejar a su sustituto José María Guido con el propósito de expulsar al peronismo y de dividirse en 2 líneas que llegaron al combate armado entre septiembre de 1962 y abril del año siguiente.

El peronismo había ordenado un frente que planteaba como candidato a Vicente Solano Lima, pero había sido contraindicado por el ministro del Interior, el general Osiris Villegas. Siete días antes de las selecciones Raúl Matera, dirigente peronista y médico de prestigio, fue encumbrado como candidato de la democracia cristiana, hecho que motivó su veto por la parte del gobierno, que argumentó la violación del Estatuto de los partidos. De inmediato, las ramas política y sindical del justicialismo plantearon el voto en blanco, y acusaron al radicalismo de manejar las reglas en su favor, en tanto que el citado estatuto, que prohibía la presencia de partidos de corte peronista o comunista, había sido redactado por Carlos Adrogué, ministro del Interior de Guido y hombre de la UCR.

El gabinete de Illia se integró con Juan Palmero en la cartera de Interior, Miguel Zavala Ortiz en Relaciones Exteriores, Leopoldo Suárez en Defensa, Eugenio Blanco y después Juan Carlos Pugliese en Economía, Carlos Alconada Aramburú en Educación y Justicia, Miguel Ferrando en Obras y Servicios Públicos, Arturo Oñativia en Asistencia Social y Salud Pública, y Fernando Solá en Trabajo y Seguridad Social.

Pero además de esto, el gobierno extremista nacía de un partido que Arturo Umberto Illia no controlaba completamente. El presidente representaba a la llamada "Línea Córdoba", inclinación provincial que disfrutaba de una independencia evidente en el campo nacional. Su candidatura fue un deber entre los distintos campos del radicalismo, que de todos modos manifestaban sus recelos frente a la conducción nacional encarada por Ricardo Balbín, que había sido candidato cinco años antes y había resultado perdedor.

Entre las primeras medidas del gobierno de Illia fue la de anular los contratos petroleros festejados a lo largo de la presidencia de Arturo Frondizi, los que, a juicio del radicalismo, ponían seriamente peligro la soberanía nacional. El decreto respectivo fue entonces enviado a la Cámara de Diputados, la que formó una comisión con el propósito de investigar la validez de tales contratos. Al cabo de profundas deliberaciones que se alargaron por un año, la cámara ratificó lo resuelto por el Poder Ejecutivo y acusó al ex- presidente Frondizi y a su ministro Frigerio de "ser los causantes de las vulneraciones morales, de las violaciones jurídicas y de los perjuicios económicos causados".

El enfrentamiento larvado con el peronismo tuvo su primera manifestación en un "Plan de pelea" propuesto por la Confederación General del Trabajo (CGT) en el mes de enero de 1964, que consistía en jornadas de agitación progresiva hasta llegar a la toma de los establecimientos productivos y terminar en veinticuatro horas de ocupación simultánea en todo el país. El primer paso de la CGT fue hallar el acompañamiento de la oposición. Las ocupaciones de plantas han comenzado en los últimos días del mes de mayo y se alargaron hasta julio. Diversos líderes sindicales fueron procesados por violar la propiedad privada, pero la movilización sindical continuó.

En los primeros días de 1964 se presentó en el congreso un emprendimiento de ley de fármacos que regulaba puntos de su producción y comercialización, con el propósito de eludir los excesos que cometían los laboratorios, más que nada los extranjeros. La sanción de esta ley fue vista por varios investigadores políticos como la causa que llevó al derrocamiento del presidente Illia.

Durante su gobierno se generaron los primeros movimientos guerrilleros, más que nada en el norte del país. Se desactivaron células guerrilleras en las provincias de Salta, Jujuy, Formosa, Buenos Aires y otras, mientras que aparecían en los diarios afirmaciones en repudio del comunismo, el castrismo o el peronismo de izquierda. El general Juan Carlos Onganía, comandante en jefe del ejército, declaraba su profunda convicción anticomunista, y apareció hacia mediados de 1965 el término de frontera ideológica, a través de el que se fomentaban asociaciones militares de países anticomunistas para "batallar la amenaza del comunismo".

El 3 de octubre de 1965 llegó en visita a la Argentina el presidente de Francia, Charles De Gaulle. Previamente se habían producido agitaciones en campos universitarios y políticos que intentaban ligar la figura del francés con la de Juan Domingo Perón. Durante el acto público en el que charló De Gaulle se escucharon consignas peronistas en el sentido antes citado; lo mismo sucedió en Córdoba, donde hubo tiros y opresión policial.

Desde Madrid, el ex- presidente Juan Domingo Perón conminaba con regresar al país, y en Buenos Aires sus incondicionales aseguraban que lo haría a lo largo de 1964. Se formó entonces una comisión pro retorno dirigida por el dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica, Augusto T. Vandor. El ex- presidente procuró viajar a Buenos Aires, pero en el momento en que el avión logró escala en Río de Janeiro no le fue tolerado mantenerse en Brasil ni proseguir el viaje, por lo que debió regresar a Madrid. La cancillería argentina se había movido con velocidad y había pedido al gobierno brasileiro la reexpedición del avión.

El 14 de marzo de 1965 se hicieron selecciones para actualizar relativamente la Cámara de Diputados con la intervención del peronismo, que actuaba bajo la denominación de Unión Habitual. La compulsa fue ganada por esta agrupación por 50.000 votos sobre el partido oficial, mientras que la agrupación que respondía al ex- presidente Frondizi quedó apartada al tercer rincón. De todos métodos, el gobierno logró sostener la primera minoría en miembros del congreso de los diputados y, lo que era a la postre más esencial para el sistema, incorporó a parte del peronismo a las reglas de convivencia democráticas.

Otro inconveniente, en esta ocasión en el campo de afuera, fue causado por un golpe para derrocar al gobierno en la República Dominicana que concluyó con una intervención de los Estados Unidos, que solicitó a los países integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA) que convalidaran la medida y enviaran por su parte tropas. Fue una brasa ardiente a cargo del canciller argentino conciliar la situación no intervencionista que pretendía la opinión pública con los compromisos asumidos con la OEA. La Cámara de Diputados demandaba que una resolución como la del envío de tropas pasara por sus manos. El gobierno dilató toda resolución, lo que contribuyó a hacer mas fuerte la publicidad antigubernamental que acusaba al gobierno de lentitud en la resolución de cuestiones esenciales.

Hacia mediados de 1965 han comenzado a correr comentarios de cuajo militar. Hubo un forcejeo entre el comandante en jefe del ejército, Juan Carlos Onganía, y el secretario de guerra Avalos, que concluyó con la renuncia del segundo, en una demostración del poder que concentraba el primero. Sin embargo, Onganía solicitó su retiro en el mes de noviembre de 1965, en un ademán que parecía probar pérdida de poder pero que apuntaba, de todos modos, a proteger su figura.

Al iniciarse 1966 arreciaron los enfrentamientos gremiales con paros, movilizaciones y ocupaciones de plantas, a los que en el mes de mayo se añadieron altercados estudiantiles que demandaban incremento del presupuesto educativo. El 29 de mayo, día del ejército, el comandante en jefe, general Pistarini, aseveró frente a la presencia del presidente Illia que las indecisiones del gobierno estaban apoyando la persistencia del peronismo. Fue esta la primera manifestación pública de desagrado por la parte de los militares. Mientras tanto, distintos medios periodísticos charlaban abiertamente del golpe en administración, y daban distintas ediciones sobre sus conductores y competidores.

El 28 de junio se causó el golpe listo; las fuerzas armadas actuaron en grupo y sin desinteligencias entre sus elementos. Arturo Umberto Illia no tenía ningún respaldo entre los militares, y fue desalojado de la vivienda de gobierno por una compañía de lanzagases. Asumió instantaneamente la presidencia el general Juan Carlos Onganía.

El gobierno del presidente Illia cayó por sus debilidades de nacimiento, particularmente por el poco acompañamiento electoral, a eso que se sumó la gigantesca concertación entre las fuerzas armadas y algunos campos del periodismo en cooperación con una sección esencial del sindicalismo peronista. Estos campos postulaban que la lentitud y también irresolución del poder ejecutivo formaban un obstáculo en la carrera hacia la modernización de la sociedad. En lo económico, el gobierno de Illia aprovechó el impulso de la salida de la crisis económica de 1962-63 y, con medidas atinadas, logró una reactivación. El producto interior bárbaro y el industrial nacieron, la balanza comercial consiguió saldos convenientes y la inflación se redujo.

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