Arturo Soria

La historia del mundo la narran las personas queen el paso de los años, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han ocasionado quela sociedad, de una forma u otra,progrese.

Las biografías y las vidas de personas que, como Arturo Soria, seducen nuestra atención, tienen que ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Arturo Soria, el motivo por el cual Arturo Soria vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Arturo Soria

(Madrid, 1844 - id., 1920) Urbanista español. De capacitación autodidacta, desde 1886 se dedicó a su emprendimiento de la Ciudad Lineal, influido por las ideas de Ildefonso Cerdà. Este emprendimiento revolucionario, que pretendía arreglar los inconvenientes de higiene, hacinamiento y transporte que afligían a las ciudades, consistía en una localidad articulada a los dos lados de una ancha vía con ferrocarril, y dejaba la expansión estructurada de la región, que así pasaría a transformarse en un factor vertebrador del territorio.

Hijo de un sastre aragonés liberal que había participado en las revoluciones de principios del siglo XIX, Arturo Soria procuró sin éxito entrar en la Facultad de Ingeniería tras terminar los estudios medios. En 1864 logró una plaza de socorrer de telégrafos en Santander, donde solo continuó unos meses gracias a la desaparición de su madre en Madrid. En la ciudad más importante accedió a un puesto de administrativo en las áreas de trabajo del Ferrocarril del Mediodía de Atocha, actividad que compaginó con los estudios en la Escuela del Catastro y con las clases particulares de matemáticas que daba a alumnos de bachillerato.

Durante su juventud tomó parte en asambleas y manifestaciones antimonárquicas al lado de amigos como los hermanos Melero, Felipe Ducazcal o el periodista Eusebio Blanco, entre otros muchos. En junio de 1866, tras su intervención en la sublevación del cuartel de los sargentos de San Gil, solo logró librarse del castigo por ser cuñado del marqués de Santiago, a la sazón jefe de alabarderos. Finalizados en 1867 sus estudios en la Escuela del Catastro, pasó a trabajar a Navalcarnero (Madrid) y a La Granja (Segovia).

En esa temporada comenzó a enseñar ciertos de sus inventos, como el teodolito impresor automático. Participó en las conspiraciones anteriores a la Revolución de Septiembre de 1868 desde conjuntos similares al republicanismo y bajo el liderazgo de figuras como Cristino Martos, Ruiz Zorrilla o Manuel Becerra. En los últimos años de la década de 1860 ocupó distintos cargos de secretario en los gobiernos civiles de Lleida, Ourense y A Coruña. En 1870 ingresó en la masonería y participó en las ocupaciones de las sociedades pitagóricas de exactamente la misma con el seudónimo de Solón.

Un año después fue designado al Gobierno Civil de Puerto Rico, donde debió corroborar de manera oficial el decreto de abolición de la esclavitud impulsado por su amigo Ruiz Zorrilla. Fue diputado progresista por entre los distritos de aquel país americano, y más tarde participó en la sesión excepcional de las Cortes donde se aceptó la dimisión de Amadeo I de Saboya (1870-1873) y fue proclamada la I República (1873-1874). Llegado un año antes de este hecho a Madrid, se asoció con los ingenieros José Calatayud y Vicente Gisbert, y solicitó la concesión de la segunda línea de tranvías de la ciudad más importante (ahora había participado en la inauguración de la primera en 1871), destinada a juntar Pacífico y Chamberí.

El emprendimiento fue aprobado en el mes de diciembre de 1873, pero se detuvo su ejecución hasta septiembre de 1877. Medio año después de su determinante puesta en marcha, Soria trasfirió la concesión a la Compañía del Tranvía de Estaciones y Mercados, encargada de juntar las estaciones ferroviarias con los primordiales mercados, y se reservó para sí la dirección de la compañía. Con una coyuntura económica desahogada y sin muchas responsabilidades laborales, ha podido dedicar tiempo a su recién establecida familia, a la colaboración en la prensa redactada (fue redactor y accionista de distintos periódicos), a la participación en sociedades filantrópicas y al avance de ideas y proyectos relacionados con el confort popular, el urbanismo y la comunicación.

La Ciudad Lineal

En 1882 presentó por vez primera, en las páginas del periódico El Progreso, la iniciativa originaria de su Ciudad Lineal, que no se pondría en práctica hasta 12 años después. En 1887 inició un periodo de tiempo de reposo absoluto que se alargó hasta la primavera de 1889 por su embarco hacia Cuba en calidad de gerente de Ultramar. Tras seis meses de servicio en el extranjero, volvió a Madrid y se empleó en el negociado de Aduanas del Ministerio de Ultramar.

En 1891, Manuel Reig, diputado con el que tenía amistad, presentó en el Congreso una proposición de Ley para dar a Soria la concesión del Ferrocarril de Circunvalación, de forma directa relacionado con el emprendimiento de la Ciudad Lineal. Se trataba de una línea periférica y circular que partía de Fuencarral, descendía por el este (uniendo Hortaleza, Canillas, Vicálvaro, Vallecas, etcétera.) y remontaba hacia el norte hacia Pozuelo de Alarcón; otra línea menor debía conectar este perímetro con el centro de Madrid. La proposición fue aprobada en conjunto por el Congreso y el Senado el 28 de junio de 1892.

Con ello relanzó Soria su iniciativa de localidad opción alternativa total, y en el mes de septiembre de ese año presentó en aspecto su emprendimiento urbanístico, culminación de un desarrollo en que una secuencia de proyectos noticiosos peleaban por materializarse a la luz del empuje industrial y comercial y su incontenible expansión urbana. Entre ellos estaban el “Madrid Moderno” auspiciado por el Partido Liberal, el linealista parcelado, el de las viviendas adosadas con jardincillos introducido por Mariano Belmás y los distintos de carácter higienista, tal como los que respondían a las ideas de localidad sectorial y concéntrica. En 1894, Arturo Soria creó la Compañía Madrileña de Urbanización (CMU), con la intención de explotar el mencionado ferrocarril, hallar los terrenos, urbanizarlos y crear las casas de su localidad utópica.

Las especificaciones primordiales del emprendimiento original (entonces cambiado) eran el trazado de un eje de referencia (de 40 metros de anchura, pero sin límite de longitud), marcado por la línea del ferrocarril o el tranvía, desde el como se distribuían, en relaciones permanentes, parcelas geométricas destinadas a las construcciones de casas, servicios y equipamientos agrarios y también industriales, tal como culturales, recreativos y de deportes. Las casas, todas y cada una independientes, debían ocupar un quinto de su parcela ajardinada y no podían sobrepasar los tres pisos de altura. Las viviendas y sus parcelas se reunían en parcelas múltiples de 300 metros de testera de cara al eje primordial por 200 en frente de las calles transversales.

La tipología “ortodoxa” de las casas, o sea, la concebida por nuestro Soria en su Teoría de la habitación (1900) y por Mariano Belmás, su mucho más ajustado colaborador en ese aspecto, era la “conventual”: se configuraba cerca de un espacio central (distribuidor o salón) que sirviese de nodo al resto; una predisposición que significaba para Soria “la manera mucho más impecable pues es un reflejo de la familia y de la sociedad”. A partir de este género genérico se contemplaban variaciones, en ciertos casos de bastante espacio y inusual calidad edificante.

En 1903 se presentó una clasificación de las casas según cinco tipos estándares: 1) casa para obreros de planta baja; 2) casa de planta baja (con mejores materiales que la primera); 3) hotel de planta baja (mucho más grande y mejor acabada que las precedentes); 4) casa de 2 pisos (de construcción igual a la del segundo tipo), y 5) hotel de 2 pisos (de construcción afín a la del tercero). Inicialmente, las viviendas de la Ciudad Lineal presentaban una fachada de casa clásico de ladrillo, madera y teja, fundamento que se mezclaba en un todo armónico con los quioscos, garitas, farolas y bancos de la calle primordial. Con el correr del tiempo la arquitectura salió diversificando y presentando un rico abanico de estilos, desde el historicista y el modernista hasta llegar a la arquitectura racionalista, que apareció en la Ciudad Lineal a inicios de la década de 1930.

En 1911 se terminó el primer tramo, de 5,2 km de largo por 40 metros de ancho, entre la carretera de Aragón y Pinar de Chamartín, al nordeste de Madrid. Entre las construcciones mucho más significativos construidos para la Ciudad Lineal cabe nombrar el teatro, el casino, el velódromo, el instituto de Huérfanos de la Armada y la plaza de toros. De las creaciones auténticos solo subsistieron ciertas viviendas unifamiliares. Durante el empuje ilusionado de los primeros años de la Ciudad Lineal, Arturo Soria publicó proyectos como El avance indefinido (1898) o la gaceta de corte masónico Escuela pitagórica, y fue a residir, además de esto, a un increíble hotel de tres pisos proyectado por Marcos Bauzá en la novedosa localidad.

En 1908, no obstante, Soria cayó de repente enfermo y se alteró todo el desarrollo de realización gracias a la novedosa política empresarial de la compañía. Más tarde, el hecho que terminó de sepultar su enorme emprendimiento profesional fue la crisis económica derivada de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). En la década de 1920, ahora fallecido Soria, sus hijos procuraron revitalizar el aparato empresarial de la Ciudad Lineal, pero este no logró sobrepasar las disensiones y las crisis, que acabaron en su determinante disolución a lo largo de la Guerra Civil (1936-1939), pese a las eventuales colaboraciones de arquitectos de la talla de Luis Blanco, Antonio Rubio Marín, Gutiérrez Soto o Fernández Shaw.

La Ciudad Lineal de Madrid fue un jalón primordial para los proyectos urbanísticos linealistas puestos en práctica en el mundo entero, desde la Unión Soviética hasta Chile, pasando por las varias proposiciones de europa, como, en Francia, la Cité linéaire industrielle de Le Corbusier. Otros méritos de Arturo Soria fueron la invención de las redes telefónicas urbanas, emprendimiento malogrado por las autoridades frente al miedo del potencial poder de su dueño; el diseño del ferrocarril subterráneo, otra iniciativa que quedó aparcada, y, ahora en un lote especulativo, el enriquecimiento del diseño geométrico en el campo de la investigación de las figuras poliédricas. Además de las proyectos citadas, cabe nombrar otros títulos de su producción, como Origen poliédrico de las especies, Génesis, El talentómetro, Memorias de un setentón y Filosofía económica.

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Está claro que conocer en profundidad a Arturo Soria es algo que está reservado a un grupo limitado de personas, y que tratar de reconstruir quién fue y cómo fue la vida de Arturo Soria es una suerte de puzzleque a lo mejor podamos rehacer si colaboramos todos en conjunto.

Por eso, si eres del tipo de personas que creen en que colaborando es posible hacer algo mejor, y conservas información sobre la biografía de Arturo Soria, o sobre algún detalle de su persona u creación que no hayamos contemplado en esta biografía, te solicitamos que nos lo envíes.

Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son decididamente determinantes, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de una persona como Arturo Soria, que detentó su significación en una época concreta, es imprescindible intentar brindar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

Sin titubeos, contacta con nosotros para referirnos qué conocimientos tienes tú sobre Arturo Soria. Estaremos muy contentos de completar esta biografía con más información.