Ya sea inspirando a más personas o formando parte de la acción. Arthur Rimbaud es una de las personas cuya vida, indudablemente, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Arthur Rimbaud es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la trascendencia que tuvo Arthur Rimbaud en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para las personas que frecuentaron a Arthur Rimbaud, sino que tal vez dejó una huella mucho más profunda de lo que podamosimaginar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Arthur Rimbaud de modo personal.Arthur Rimbaud ha sido una persona que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Arthur Rimbaud, seducen nuestra atención, tienen que servirnos siempre como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Arthur Rimbaud, el motivo por el cual Arthur Rimbaud vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma inexorable, la historia.
Vida y Biografía de Arthur Rimbaud
(Charleville, Francia, 1854 - Marsella, id., 1891) Poeta francés, entre los máximos representantes del simbolismo, inclinación dominante en la segunda mitad del siglo XIX que frecuenta señalarse como el comienzo de la lírica moderna. A pesar de su fugaz carrera literaria (escribió su último libro a los veinte años), la relevancia de su obra es equiparable a la de los otros enormes nombres de esta corriente: Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine, poeta este último con quien sostuvo una atormentada relación.
Los progenitores de Rimbaud se apartaron en 1860, y el pequeño Arthur fue educado por su madre, una mujer déspota. Destacó próximamente en el instituto de Charleville por su precocidad. En septiembre de 1870 se escapó de casa por primera vez y fue detenido por los soldados prusianos en una estación de París. Su instructor, Georges Izambard, lo salvó de la prisión, pero por mes siguiente procuró nuevamente la fuga, en esta ocasión dirigiéndose hacia la zona del Norte. Después de moverse a Bélgica, deseó arrancar carrera como periodista en la localidad de Charleroi. Entre ámbas fugas había comenzado a redactar un libro designado a Paul Demeny, familiar de su instructor y poeta reconocido en París.
En el momento en que regresó a Charleville en el invierno de 1870-1871, su instituto había sido transformado en hospital militar. Huyó a París en el mes de febrero y fue testigo de los altercados ocasionados por la amnistía decretada por el gobierno de Versalles. Volvió con su familia en el tercer mes del año, en medio de una Comuna, y publicó la conocida Carta del vidente. Auténtico credo estético, la Carta del vidente definía al poeta del futuro como un «ladrón de fuego» que busca la alquimia verbal y lo irreconocible por medio de un «largo, inmenso y razonado desarreglo de todos y cada uno de los sentidos».
Paul Verlaine, a quien había enviado ciertos poemas, le invitó a París. Rimbaud llegó con un poema, El barco ebrio, quizás la mayor expresión de su genio visionario, que impresionó intensamente a su anfitrión. En París se integró enseguida en el círculo literario del club zutista y escribió el Album zutique.
Tras una corto estancia en Charleville, donde compuso ciertos poemas fáciles, aproximadamente místicos, nació una tormentosa relación cariñosa con Verlaine, que comenzó en el Barrio Latino de París, en el mes de mayo de 1872. Tras dejar a su mujer Mathilde, Verlaine se instaló con Rimbaud en Bruselas y después en Londres, para presenciar lo que, según Rimbaud, había de ser la aventura de la poesía.
En contacto con los incondicionales asilados de la Comuna, sus vidas se volvieron poco a poco más anárquicas, conforme uno y otro cultivaban excentricidades de todo género. En julio de 1873, Verlaine, el «desgraciado hermano» de Rimbaud, escapó a Bruselas; pretendía enrolarse con los carlistas, o suicidarse. Llamó a Rimbaud, este asistió a su lado y volvieron las discusiones. Llevado por su carácter depresivo, y sospechando que iba a ser descuidado próximamente, Verlaine disparó a Rimbaud y lo hirió, con lo que fue detenido y encarcelado.
Mientras que se recobraba en sus Ardenas natales, Arthur Rimbaud acabó el libro autobiográfico Una estancia en el infierno, donde narraba su crónica y daba cuenta de su rebeldía joven. Luego, merced a su madre, publicó Alquimia del verbo, pero la obra no fue distribuida (Rimbaud dejó una copia en la prisión para Verlaine, y repartió otros pocos ejemplares entre sus amigos). Regresó a Londres, acompañado por el asimismo poeta Germain Nouveau, en 1874, y preparó su última obra, Las iluminaciones, cerca de cincuenta poemas en prosa que proyectan consecutivos mundos y ofrecen una exclusiva definición del hombre y del amor. Después de este libro, escrito a los veinte años, Arthur Rimbaud abandonó terminantemente la literatura.
La segunda una parte de la vida de Rimbaud fue una suerte de caos aventurero. Empezó como preceptor en Stuttgart, se alistó (y abandonó entonces) en el ejército colonial holandés y viajó en un par de ocasiones a Chipre (1879 y 1880). Después de diferentes escalas en el Mar Rojo, se instaló en Adén y después en Harar (Etiopía). Se dedicó al comercio de marfil, café, oro o cualquier producto que lograra por el trueque de alguna mercancía europea; asimismo envió reportes a la Sociedad Francesa de Geografía. En 1885 volvió a Adén y vendió armas. Atravesó el desierto de Danakil y se tomó un tiempo de reposo en Egipto. Por último regresó a Harar, donde prosperaban sus negocios. En 1891, aquejado de fuertes dolores en la pierna derecha, volvió a Francia, donde le fue amputada; murió poco después en un hospital de Marsella.
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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son decididamente imprescindibles, ya que perfilan la diversidad, y en la ocasión de la vida de alguien como Arthur Rimbaud, que poseyó su trascendencia en una época concreta, es vital procurar mostrar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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