Ya sea inspirando a más seres humanos o formando parte de la acción. Arthur Griffith es uno de esos sujetos cuya vida, en efecto, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Arthur Griffith es comprender más sobre un periodo concreto de la historia del ser humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la trascendencia que detentó Arthur Griffith en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que trataron a Arthur Griffith, sino que tal vez legó una señal mucho más honda de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Arthur Griffith personalmente.Arthur Griffith ha sido una de esas personas que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Apreciar las luces y las sombras de las personas destacadas como Arthur Griffith, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo fundamental para que podamos apreciar no sólo la existencia de Arthur Griffith, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Arthur Griffith, aquellas personas a quienes de un modo u otro Arthur Griffith influyó, y desde luego, comprender y entender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Arthur Griffith.
Vida y Biografía de Arthur Griffith
(Dublín, 1872-1922) Político irlandés. Griffith fue el principal creador del núcleo del que brotó el Sinn Fèin, capacitación que, bajo su influjo, defendió posiciones mucho más conservadoras (en el campo republicano irlandés) respecto a la independencia de Irlanda de la corona británica, como de esta forma quedó reflejado al admitir y firmar el acuerdo Anglo-irlandés en 1921, después de las negociaciones que sostuvo con el gobierno británico de Lloyd George. Como nacionalista que era defendió una Irlanda soberana, pero sin la obligación de desvincularse del Reino Unido, en frente de unas concepciones nacionalistas mucho más extremas representadas por Eamon De Valera.
Nativo de el seno de una familia de clase baja, su padre ejercitaba el trabajo de impresor, que Griffith aprendió prontísimo. Las adversidades económicas que muchas de las familias irlandesas padecían para subsistir provocaba, como en un caso así, que ciertos de sus hijos emigrasen hacia otros países con la intención de ganarse la vida. Arthur Griffith vivió a lo largo de los primeros años de su juventud en territorios correspondientes al Imperio Austro-húngaro, cuya modalidad de estado influyó en sus concepciones nacionalistas siguientes.
Tras un corto regreso a Irlanda, volvió a viajar, esta vez a África del sur, ocupando un puesto como funcionario en la composición administrativa de Transvaal. Griffith decidió regresar, de nuevo a su país, poco antes que estallara la Primera Guerra Mundial. A su regreso a Irlanda, Griffith verificó que su país vivía unos instantes de grave agitación gracias a la aprobación de una exclusiva Bill Home Rule, en concreto la tercera en la narración de Irlanda, que nuevamente había levantado la férrea oposición de los unionistas protestantes, miedosos de caer bajo un total dominio católico nacionalista, mayoritario en la isla en su grupo.
Griffith enseguida tomó partido en la situación. Representó, en los nacionalistas católicos, la facción mucho más conservadora, ya que, aún deseando con exactamente la misma intensidad que los mucho más exagerados el retorno de una independencia plena irlandesa, no veía la necesidad de dejar de ser parte del Reino Unido, al lado de Gran Bretaña, siempre y cuando se garantizase la igualdad entre los dos estados.
Durante los hechos sucedidos tras el Levantamiento de Pascua en 1916, Griffith sostuvo una situación completamente ajeno de los accidentes violentos. A pesar de esto, fue detenido por las autoridades británicas en múltiples oportunidades. En 1919 fue detenido y encarcelado por corto espacio de tiempo; no obstante, el endurecimiento de la guerra civil durante 1920 y 1921, con Eamon De Valera en Estados Unidos y Arthur Griffith asumiendo el liderazgo del movimiento nacionalista, logró que fuera encarcelado de nuevo, ya que Londres no distinguía los matices diferenciadores en medio de estos 2 líderes. Durante su estancia en la prisión, Griffith prosiguió con su actividad. Convenció a varios presos a declararse en huelga de apetito, como queja por la opresión británica que, indiscriminadamente, había llenado las prisiones de católicos irlandeses, independientemente, de sus ideas políticas.
En 1921 el intento por la parte del gobierno londinense, comandado por Lloyd George, de detallar un convenio que diese fin al enfrentamiento, propició las negociaciones con los líderes republicanos nacionalistas del Sinn Féin, que fueron representados, entre otros muchos, por su máximo líder, Arthur Griffith y por Michael Collins. El espíritu negociador quedó probado por las dos partes, cuya transigencia permitió la concreción de un convenio, designado a ser admisible por todos.
En el acuerdo Anglo-irlandés de 1921, se establecía el status de dominio para Irlanda, salvo en seis condados correspondiente al Ulster, cuya población era, en la mayoría de los casos, unionista-protestante. Este aspecto, adjuntado con la aceptación de sostener lealtad a la corona británica, provocó el rechazo de los republicanos nacionalistas encabezados por Eamon De Valera, que se negaron a admitir las dos condiciones.
Eamon De Valera decidió dejar su participación política en la novedosa Irlanda libre, tras la aprobación en el Dáil (parlamento irlandés) del tratado. Esto situó a Griffith como presidente del parlamento. Los campos anti-tratado no vacilaron en usar métodos violentos con el objetivo de denegar la normalización de la novedosa situación política, poniendo fin a la vida de Michael Collins, que fue ejecutado en una emboscada el 22 de agosto de 1922. Griffith, que había fallecido diez días antes, dejó a Irlanda cubierta en una genuina guerra civil. A pesar de su esfuerzo, no ha podido eludir que el tratado, que había puesto fin a un enfrentamiento, provocara otro.
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