Antonio Moro

La historia universal la escriben las mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho quela humanidad, de una forma u otra,prospere.

Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la relevancia que detentó Antonio Moro en la historia. La manera en que vivió y aquello que hizo mientras permaneció en el mundo fue determinante no sólo para las personas que trataron a Antonio Moro, sino que tal vez dejó una señal mucho más profunda de lo que logremosimaginar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Antonio Moro personalmente.Antonio Moro fue uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Antonio Moro, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo básica para que podamos valorar no sólo la existencia de Antonio Moro, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Antonio Moro, personas a quienes de de una forma u otra Antonio Moro influyó, y indudablemente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Antonio Moro.

Vida y Biografía de Antonio Moro

(Utrecht, h. 1519-Amberes, 1576) Pintor flamenco. Se formó en Utrecht, en el taller de Jan van Scorel. A su profesor y a Tiziano, a quien conoció en la dieta de Augusta, debe los primordiales aspectos de su estilo. En la corte de María de Hungría, en la que fue introducido por el cardenal Antoine Perrenot de Granvela, conoció al futuro Felipe II, quien se llevó a Moro a Inglaterra, en 1544, en el momento en que viajó a Londres para casarse con María Tudor. Al pintor se le encargó que realizara un retrato de la reina, obra donde reluce ahora lo fundamental de su estilo.

Después, en el momento en que Felipe II regresó finalmente a España en 1559, lo logró acompañado de Antonio Moro, que fue nombrado pintor del rey. Pero el artista continuó poco tiempo en España. Por causas que no se saben, regresó a su patria en 1560, donde, no obstante, prosiguió firmando sus proyectos con el título de pintor de Felipe II.

Se había formado como retratista, y al retrato dedicó toda su trayectoria, en concreto al retrato áulico o cortesano. Sus proyectos, de enorme uniformidad estilística, acostumbran a enseñar al modelo de tamaño natural, de tres cuartos, medio cuerpo o cuerpo entero y señalado sobre un fondo neutro, en la mayoría de los casos obscuro.

La precisión fisionómica es absoluta pero carente de expresividad: le resulta interesante mucho más la dignidad del modelo, su rango, que su personalidad. El personaje hace aparición representado con enorme sobriedad, sin aspecto alegórico o insignificante, pero tanta austeridad queda un poco aliviada por el delicioso régimen de las calidades y por la atención prestada a la indumentaria y las joyas, representadas con excepcional meticulosidad.

Su obra, donde resalta el citado retrato de María Tudor, ejercitó una gran predominación en el avance del retrato aristocrático, más que nada en España, donde Moro tuvo un señalado continuador en Sánchez Coello.

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Obviamente conocer en profundidad a Antonio Moro es algo que se reserva a pocas personas, y que tratar de recomponer la persona que fue y el modo en que vivió la vida de Antonio Moro es una especie de rompecabezasque probablemente podamos reconstruir si colaboramos juntos.

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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son en todos los casos importantes, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de alguien como Antonio Moro, que poseyó su importancia en un momento histórico concreto, es indispensable procurar ofrecer una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.

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