La historia de las civilizaciones la narran aquellos hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela civilización, de un modo u otro,progrese.
Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Antonio Flores de Lemus es uno de esos seres humanos cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Antonio Flores de Lemus es comprender más acerca de una época concreta de la historia de la humanidad.
Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la importancia que atesoró Antonio Flores de Lemus en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo mientras permaneció en la tierra fue determinante no sólo para aquellas personas que trataron a Antonio Flores de Lemus, sino que tal vez legó una señal mucho más honda de lo que logremosconcebir en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Antonio Flores de Lemus de forma personal.Antonio Flores de Lemus fue un ser humano que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Antonio Flores de Lemus, atraen nuestra curiosidad, deben valernos siempre como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Antonio Flores de Lemus, porqué Antonio Flores de Lemus vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Jaén, 1876 - Madrid, 1941) Economista español. Estudió derecho en Granada y Oviedo antes de moverse a Alemania. Allí, en Tubinga y Berlín, recibió la predominación del realismo económico alemán y de las teorías de la escuela histórica, predominación que transmitió a su regreso a España como instructor de la escuela de estudios superiores del Ateneo de Madrid. En 1904 fue catedrático de Economía Política y Hacienda Pública en la Universidad de Barcelona, y en 1920 de Economía Política en Madrid. A lo largo de su historia alternó sus trabajos enseñantes con las administrativas. En el primero de estos campos resaltó por su peculiar procedimiento didáctico, apoyado en la investigación en colaboración con sus acólitos, entre los que se hallaron Ramón Carande y José Castañeda Chornet. En el segundo, trabajó a lo largo de años para el Ministerio de Hacienda, realizando estudios sobre reforma arancelaria y formando una parte de la comisión para la transformación del impuesto de consumos, al que siempre y en todo momento se mostró opuesto. Formó parte asimismo de la comisión construída por Primo de Rivera para la implantación del patrón oro en España.
Influido por las doctrinas económicas de Gustav von Schmoller y Adolph Wagner, tras su paso por las universidades alemanas Antonio Flores de Lemus se adhirió a las teorías enunciadas por el nacionalismo económico heredado del historicismo alemán, según el que la economía nacional era entendida como una organización social a la que quedaba supeditada la actividad individual; también propugnaba la necesidad de que los nacionales de un país se hiciesen con la propiedad de cualquier tipo de recursos (inmuebles, valores, activos de compañías) que se hallaran en poder de extranjeros. Flores de Lemus estuvo asimismo en contacto con los economistas neoclásicos ingleses, de forma especial con Alfred Marshall.
A su vuelta a España ocupó las cátedras de Economía Política y Hacienda Pública en la Universidad de Barcelona, y en 1905 trabajó como asesor del Gobierno de Raimundo Fernández Villaverde y del ministro de Hacienda Antonio García Alix, con quienes cooperó en la puesta en práctica de medidas destinadas a revitalizar la economía nacional (muy estropeada a consecuencia de la crisis finisecular y de la pérdida de los últimos mercados coloniales) por medio de una política directa de promuevo de la producción.
Si bien admitía el proteccionismo, Antonio Flores de Lemus rechazaba, de la misma Fernández Villaverde, su implantación como sistema persistente y recio (proteccionismo integral), ya que el aislamiento que ello provocaba iba en menoscabo de la modernización económica: según Flores de Lemus, una industria que requería protección era por sí ineficiente y, en consecuencia, cuidarla implicaba un despilfarro de elementos, la perpetuación de sus inconvenientes estructurales y un freno para el desarrollo.
Por otro lado, Flores de Lemus creía que el lugar de un proteccionismo integral no tenía presente los intereses de ciertos campos de suma importancia en el grupo de la economía: la protección de la industria textil, de la siderometalurgia, de la minería de la hulla y de los cereales implicaba graves perjuicios para los campos comúnmente exportadores, como los vinos, los artículos hortofrutícolas y la minería de exportación. En determinante, planteaba un proteccionismo gradual y congruente, con inclinación a liberalizar ciertos campos, con lo que se opuso radicalmente al carácter simplista, escasamente vertebrado y contradictorio del proteccionismo con metas de autosuficiencia nacional que se había heredado y que quedó afirmado con la aprobación de la Ley de Bases Arancelarias (1906).
En materia hacendística apoyó las medidas adoptadas por Fernández Villaverde dirigidas a achicar el endémico déficit presupuestario. Para Flores de Lemus, el inconveniente residía en que los capital de la Hacienda no compensaban el gran gasto público, hecho que impulsaba a los Gobiernos a pedir la asistencia del Banco de España, que adquiría la deuda emitida por el Estado en lugar de autorizaciones de billetes al portador (monetarización del déficit). Ello había producido, a lo largo del último cuarto del siglo XIX y en los primeros años del XX, un incesante desarrollo de la inflación y la continua depreciación de la peseta (en 1898 había alcanzado su punto mucho más bajo), con lo que hallaba completamente justificadas medidas como la suspensión de la amortización de la deuda pública.
No obstante, su labor mucho más señalada en el Ministerio de Hacienda fue su tarea de consejos creada en el lapso de la elaboración de las bases de la reforma tributaria de Fernández Villaverde, obra que pervivió en los decenios siguientes. Denominada por Enrique Fuentes Quintana “la reforma tributaria discreta”, sus principios escenciales fueron la prioridad por un género de imposición indirecta, la inclinación a gravar todos y cada uno de los desempeños a través de un sistema real y la necesidad de perfeccionar la técnica impositiva cambiando los métodos de estimación de bases tributarias y reservando para la Administración de la Hacienda la administración, recaudación y también inspección de los diferentes impuestos.
La dimisión de Fernández Villaverde adelante del Gobierno no le impidió continuar haciendo un trabajo al servicio del Estado como asesor del Ministerio de Hacienda, labor que desempeñó hasta 1936. En 1907 fue nombrado jefe de estadística de la Inspección General de Hacienda, y en 1914 la Junta para Ampliación de Estudios le confió la selección de los pensionados al extranjero para cuestiones de economía. El nacionalismo económico defendido por Flores de Lemus ha podido ponerse en práctica a lo largo de la Primera Guerra Mundial, intérvalo de tiempo en el que la entrada de elementos del exterior dejó la nacionalización de varios de los activos hasta el momento en poder de capitales extranjeros.
En 1920 consiguió la cátedra de Economía Política en la Universidad Central de Madrid. En los últimos años de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1929) encabezó la comisión dictaminadora del emprendimiento de reforma tributaria de José Calvo Sotelo (1927) y, en 1929, la comisión designada para estudiar la implantación del patrón oro en España. Antonio Flores de Lemus estuvo relacionado a la dirección de ciertas compañías estatales, siendo nombrado asesor de la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos (Campsa, 1930) y del comité directivo de esta compañía, y vocal del Consejo Superior de Trenes.
Tras proclamarse la Segunda República fue designado, al lado de Pascual Carrión, para asesorar la comisión técnica construída en el mes de mayo de 1931 para llevar a cabo el emprendimiento de Reforma Agraria, encabezada por el jurista Felipe Sánchez Román. La reforma tenía como primordial propósito la corrección de las condiciones de propiedad de la tierra del sur de España, medida que afectaba más que nada a los enormes dueños. La Ley de Reforma Agraria fue aprobada en el mes de septiembre de 1932; en razón de ella han quedado expropiadas las fincas de los enormes de España y las derivadas de viejos señoríos y se creaba el Instituto de Reforma Agraria. Durante el periodo de tiempo republicano fue asimismo asesor del Banco de España.
Flores de Lemus dejó distintos contenidos escritos y proyectos sobre temas económicos; se puede destacar Algunos datos estadísticos sobre el estado de hoy de la economía de españa (1914), El inconveniente de la circulación del capital en Marx (1920), Sobre una dirección fundamentada de la producción rural de españa (1926) y Dictamen de la comisión nombrada por real orden de 9 de enero de 1929 para el estudio de la implantación del patrón oro (1929). Entre sus acólitos aparecen Ramón Carande, Andrés Álvarez, Gabriel Franco, Agustín Viñuales y Prados Arrarte.
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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son siempre esenciales, ya que perfilan la diversidad, y en el caso de la vida de un ser como Antonio Flores de Lemus, que poseyó su trascendencia en una época determinada, es esencia intentar ofrecer un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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