Anne Bancroft

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que tuvo Anne Bancroft en la historia. La forma en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que permaneció en la tierra fue determinante no sólo para las personas que trataron a Anne Bancroft, sino que a lo mejor dejó una huella mucho más vasta de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Anne Bancroft de modo personal.Anne Bancroft ha sido una de esas personas que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de Anne Bancroft

(Nueva York, 1931 - 2005) Actriz y directora estadounidense, recordada por películas como El milagro de Ana Sullivan (1962, Oscar a la mejor actriz) y en especial El graduado (1967), que la elevó a la categoría de mito erótico para múltiples generaciones de fanaticos del cine.

Anna Maria Italiano nació el 17 de septiembre de 1931 en Nueva York (USA). Sus progenitores, Mildred y Michael Bancroft, trabajaban de sastre y de telefonista, y descendían de inmigrantes italianos asentados en el vecindario del Bronx. Annie (como siempre y en todo momento fue famosa entre sus amigos) fue la segunda de tres hermanos.

Ahora desde muy pequeña se le despertó una marcada vocación artística, que manifestaba siempre y cuando tenía ocasión, y tras llenar su capacitación de enseñanza secundaria, se inscribió en la Escuela de Arte Dramático en Manhattan. Su capacitación se completó al entrar en el popular Actor’s Studio, donde el procedimiento de Konstantin Stanislavski logró de ella una intérprete demasiado deducible.

Comenzó en el cine en un drama de Roy Ward Baker que se titula en España Niebla en el alma (1952), en el que compartía la pantalla con Marilyn Monroe, quien por ese momento no era todavía una estrella. Fue el primero de una extendida lista de grabes de género para la Fox, producciones que, como Demetrio y los luchadores (1954), habitualmente rozaron la serie B. La productora decidió que el nombre de la actriz no era suficientemente comercial y decidió rebautizarla artísticamente. Inicialmente acreditada como Anne Marno, al poco tiempo -y desde una lista ya definida- ella misma eligió el apellido con el que se realizó conocida.

En julio de 1953 se casó con Martin May, de quien se divorció en el mes de febrero de 1957. De toda esta temporada, quizás el único largometraje verdaderamente atrayente en el que participó fue Al caer la noche (1957), del siempre y en todo momento inspirado Jacques Tourneur. Un año después comenzó sobre las tablas de Broadway con la obra Two for the Seesaw, al lado del enorme Henry Fonda. A diferencia de lo sucedido en los platós, su éxito sobre los niveles resultó fulminante. Logró el premio Tony por su trabajo y tras solo un par de años interpretó el papel primordial de El milagro de Ana Sullivan. Público y crítica le dispensaron semejantes encomios que Hollywood decidió comprar los derechos cinematográficos de las dos proyectos.

De Broadway al celuloide

Si en la primera adaptación no fue escogida por los estudios -en beneficio de Shirley MacLaine-, las cosas le fueron bastante superior en la segunda. El directivo Arthur Penn logró imponer su austero método frente a la United Artists, que deseaba generar un largometraje “glamuroso” y comercial. La lealtad de Penn a la versión teatral pasó por seducir a los estudios de que era preciso contratar a la actriz que había logrado vencer con la obra en Broadway.

No se vieron defraudados, ya que merced a su tarea logró en 1962 el Oscar a la mejor actriz primordial. La popularidad de Anne Bancroft medró en el instante, merced a lo que desde ese instante ha podido verse considerablemente más selectiva en el momento de seleccionar sus permisos. Era el premio a una década de trabajo duro, no exenta de reveses y fracasos.

La vida asimismo le sonrió en el lote sentimental. Y es que el actor de comedia y directivo Mel Brooks, que “le había echado el ojo”, no se detuvo hasta conseguir que una compañera de Anne en el espectáculo televisivo en el que a la sazón trabajaba le confesase “exactamente en qué lugar de comidas habituaba a comer” la actriz. Una vez lograda la información, se realizó taimadamente el encontradizo con Anne y también inició una charla. Fuera lo que fuera lo que le ha dicho, la persuadió hasta tal punto que prosiguieron juntos toda la vida. El 5 de agosto de 1964 contrajeron matrimonio.

Aunque desde El milagro de Ana Sullivan bajó el frenético ritmo de su trayectoria y sus trabajos fueron espaciándose, sus papeles de la década de 1960 resultaron recordables. En 1964 rodó Siempre estoy sola (por la que logró una exclusiva nominación al Oscar), y en los años consecutivos cosechó geniales críticas por sus interpretaciones en La vida vale mucho más, de Sydney Pollack (1965), y Siete mujeres, de John Ford (1966).

No obstante, fue en 1967 en el momento en que lograría ofrecer vida al personaje mucho más reconocido de su filmografía. Aunque en la vida real solo se llevaban ocho años, en El graduado los papeles que interpretaron fabulosamente Anne Bancroft (Mrs. Robinson) y Dustin Hoffman (Benjamin Braddock) fueron respectivamente los de suegra y yerno. Ambos se excedían de sus “competencias familiares” al comenzar un romance a espaldas de la novia de Benjamin. La morbosa interpretación de Bancroft la transformó en un mito erótico en toda regla. Ambos actores, a propósito, lograron una nominación al Oscar. De las siete conseguidas por el largometraje, solo logró el premio el realizador Mike Nichols.

El ritmo de trabajo de Bancroft descendió todavía mucho más. No volvió a los estudios de rodaje en un lustro. En 1972 nació Max, el único hijo de su segundo matrimonio. Ese mismo año se causó su retorno al cine en el drama histórico El joven Winston, de Richard Attenborough. Lo es cierto que si bien la actriz ha podido haber destinado su trayectoria utilizando el erotismo que exudaba la señora Robinson, prefirió sostener otro método de selectividad. Durante la década de 1970 se la vio en superproducciones como Hindenburg (1975), de Robert Wise, habitual producto del entonces tan en rema “cine de catástrofes”, o Jesús de Nazaret (1977), de Franco Zeffirelli. Con Paso definitivo, de Herbert Ross, volvería a ser nominada al Oscar en 1977.

Ahora madura, supo hallar su espacio en una industria siempre y en todo momento despiadado con sus viejos mitos, y a lo largo de décadas se sostuvo en la memoria de productores y realizadores. Al empezar la década de 1980, dirigió ella misma la comedia Fatso, desde un guion de su cosecha. Ese mismo año trabajó para David Lynch en El hombre elefante, y participó en 2 series televisivas de enorme éxito, Shogun y Marco Polo.

En 1983 logró de partner de su marido en Soy o no soy, un remake del To Be or Not to Be de Ernst Lubitsch comandado por Alan Johnson. Aún logró una nominación mucho más al Oscar con Agnes de Dios en 1985, y solo un año después rodó la versión cinematográfica del emocionante drama Buenas noches, madre, al lado de Sissy Spacek. Trilogía de Nueva York (1988) fue su último enorme trabajo en la década de 1980.

En la próxima década todavía participó en producciones de renombre: Mr. Jones (1993), Donde radica el cariño (1995), La teniente O’Neil (1997), Las seductoras (2001) y La primavera romana de la señorita Stone (2003). En 1998 aun dio su voz a la Hormiga Reina en la entretenida comedia de dibujos animados Antz (Hormigaz). También forma parte al lote de la animación su último trabajo para el cine, ahora póstumo. Se trata del largometraje Delgo, cuyo estreno se encontraba pensado para 2006.

La última vez que subió a un ámbito de Broadway fue en 2001, en el momento en que actuó en la obra de Edward Albee El ocupante. Una neumonía impidió que pudiese formar parte en todas y cada una de las representaciones. El 7 de junio de 2005 Mel Brooks comunicó a la prensa que la que fuera su mujer a lo largo de 4 décadas había fallecido la noche previo en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, víctima de un cáncer de útero.

Contemplando con atención sus mejores películas, los mucho más observadores van a percibir un ademán “marca de la vivienda” de la actriz: antes de responder al teléfono, siempre y en todo momento se tocaba entre los atentos que llevaba puestos. Pero esta no fue la única anécdota de una carrera inusual: Anne Bancroft forma parte al selecto conjunto de actores que en la historia han logrado un Oscar y un Tony por su interpretación del mismo papel en el cine y en el teatro.

Su muerte dejó un enorme vacío en todos los que tuvieron el privilegio de trabajar con ella. Fue la situacion, entre otros muchos, del realizador Arthur Penn, quien en un enfrentamiento festejado últimamente declaró que, si tuviese que quedarse con uno solo de los actores y actrices que han trabajado para él, escogería “sin lugar a dudas, a Anne Bancroft”.

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