Andrés Manuel del Río

La historia del mundo la escriben aquellos hombres y mujeres queen el paso de los años, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado queel género humano, de una forma u otra,prospere.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la importancia que detentó Andrés Manuel del Río en la historia. El modo en que vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que estuvo en la tierra fue decisivo no sólo para las personas que conocieron a Andrés Manuel del Río, sino que posiblemente produjo una huella mucho más profunda de lo que podamosimaginar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Andrés Manuel del Río en persona.Andrés Manuel del Río ha sido una de esas personas que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Andrés Manuel del Río, atraen nuestro interés, deben ayudarnos siempre como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Andrés Manuel del Río, porqué Andrés Manuel del Río vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Andrés Manuel del Río

(Andrés Manuel del Río Fernández; Madrid, 1765 - México, 1849) Mineralogista español que descubrió en 1801 un nuevo metal, el eritronio, al que hoy día se llama vanadio. Formado en el Instituto de San Isidro de Madrid y en la Universidad de Alcalá de Henares, Andrés Manuel del Río estudió física en fase de prueba al lado de José Solano y en 1782 ingresó la Escuela de Minería de Almadén, donde todavía enseñaba Enrique Cristóbal Storr.

Por su refulgente expediente académico fue elegido para agrandar estudios en distintos países de europa. Permaneció 4 años en París, aprendiendo química con Jean Darcet, aparte de medicina y también historia natural; ahora (1789) pasó a la Escuela de Minas de Freiberg, donde prosiguió las enseñanzas de Abraham G. Werner y tuvo como condiscípulo a Alexander von Humboldt, a quien trataría años después con motivo de la visita de este a México. Continuó su especialización en la Real Escuela de Minería de Schemnitz (Hungría) y visitó en 1791 las industrias metalúrgicas inglesas. De nuevo en París, donde había explotado la Revolución Francesa, frecuentó el laboratorio de Lavoisier, lo que motivó que hubiese de escapar en 1793, frente a los hechos que costaron la vida del ilustre químico francés.

Del Río rechazó distintas promociones para regentar explotaciones mineras en Inglaterra y aceptó en cambio el ascenso para la cátedra de mineralogía del Colegio de Minería de México, que dirigía Fausto de Elhuyar. En 1795 empezó su tarea enseñante, con un programa que incluía mineralogía, geognosia y paleontología. Publicó en aquel mismo año el primer volumen de sus Elementos de orictognosia, que completaría diez años después.

En 1801, en el curso de análisis de una mena de plomo pardo de Zinopán, Andrés Manuel del Río halló el óxido de un nuevo metal al que primero llamó pancomo y después eritronio. Actualmente se llama a este nuevo metal vanadio, que fue el nombre que le dio Nils Gabriel Sefström al "redescubrirlo" en 1830. Ocurrió que Andrés del Río entregó a Humboldt, a lo largo de la visita de este a México, unas muestras del mineral, que Humboldt remitió al Instituto de Francia y a Jean Antoine Chaptal; esta segunda exhibe se perdió en un naufragio, sin que Andrés del Río va a llegar a tener novedad de esto. La exhibe del Instituto fue analizada por Hippolyte V. Collet-Descotils, quien concluyó erróneamente que tenía que ver con cromo. Del Río no conocía el cromo en el momento en que descubrió el nuevo metal, y la descripción que leyó de Antoine François Fourcroy terminó por desanimarle y le logró meditar que había cometido un fallo.

No obstante, al darse cuenta del hallazgo de Sefström, atribuyó a la desidia de Humboldt el que no se hubiese publicado su prioridad. Para arreglar el fallo, Humboldt logró llegar a Friedrich Wöhler una exhibe del mineral mexicano, con lo que ha podido determinarse que en los dos casos se trataba del mismo metal. No obstante, la historia y la utilización han consagrado el nombre del vanadio en oposición al de eritronio. Casos equivalentes, si bien no de tanta trascendencia, le sucedieron a Andrés del Río con la descripción de nuevos minerales, ahora populares por los químicos de europa a raíz del transcurso de diez a 12 años que, según su decir, tardaban en llegar las novedades científicas de Europa.

En el momento en que como consecuencia de la derrota de Trafalgar peligraron los envíos desde la metrópoli, Andrés Manuel del Río se hizo cargo del lugar en Michoacán de la primera fundición industrial de hierro y acero de Hispanoamérica. Humboldt alabó la bomba para el desagüe de las minas que había desarrollado y puesto en desempeño, al estilo de las que funcionaban en Hungría.

Del Río fue escogido diputado por Nueva España a las Cortes españolas de 1820 y allí puso de manifiesto su carácter liberal y su total acompañamiento a la independencia de México. Durante su estancia en España se le ofreció la dirección de las minas de Almadén y del Museo de Ciencias de Madrid, convidaciones que rechazó para regresar a México. No obstante, en el momento en que las autoridades mexicanas eligieron la expulsión de los españoles en 1828, optó, pese a no estar incluido en esa medida, por un exilio voluntario que le llevó a Filadelfia por 4 años. Allí publicó la segunda edición de sus Elementos de Orictognosia y participó en las ocupaciones de la American Philosophical Society.

Se incorporó a la cátedra de mineralogía en 1834, y en 1841 publicó un Manual de Geología en el que se describen la flora y fauna fósiles sobre la base de especímenes hallados en México. Del Río efectuó además de esto distintas traducciones, como las de las Tablas mineralógicas (1804), de D.L.G. Karsten, que contenían sus comentarios, tal como los sugeridos por Humboldt, y publicó comentarios críticos sobre las proyectos de Martin Heinrich Klaproth, Jöns Jacob Berzelius, René Just Haüy y oros relevantes científicos.

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