Andrés de Urdaneta

Ya sea inspirando a más seres humanos o formando parte de la acción. Andrés de Urdaneta es una de las personas cuya vida, realmente, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Andrés de Urdaneta es comprender más acerca de una época concreta de la historia del ser humano.

Comprender las luces y las sombras de las personas significativas como Andrés de Urdaneta, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo básica para que seamos capaces de poner en valor no sólo la vida de Andrés de Urdaneta, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Andrés de Urdaneta, personas a quienes de de una u otra forma Andrés de Urdaneta influenció, y indudablemente, conocer y descifrar cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Andrés de Urdaneta.

Las biografías y las vidas de personas que, como Andrés de Urdaneta, cautivan nuestra atención, deben ayudarnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Andrés de Urdaneta, el motivo por el cual Andrés de Urdaneta vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Andrés de Urdaneta

(Villafranca de Oria, de hoy Ordizia, Guipúzcoa, 1508 - México, 1568) Marino, cosmógrafo y eclesiástico español. Tras recibir una esmerada educación, primordialmente en los autores tradicionales y en Filosofía, inició la carrera militar muy joven. Fue un señalado militar, que tomó parte como soldado en distintas campañas de europa; no obstante, la popularidad le llegó después, merced a sus descubrimientos en las aguas del océano Pacífico, que completaron los derivados del hallazgo de América y lo ubican entre los mucho más visibles nautas y navegadores españoles del siglo XVI.

Su primer viaje fue con la escuadra de la expedición que fray García Jofre de Loaysa, comendador de la Orden de Santiago, organizó hacia las llamadas islas de las Especierías. En 1524 zarparon las siete naves del puerto de La Coruña, donde se había desarrollado una Casa de la Especiería. El conduzco mayor de esta expedición y segundo de exactamente la misma era Juan Sebastián Elcano.

El viaje, que fue un fracaso, se transformó en un enfrentamiento prácticamente persistente contra el apetito, el escorbuto y asimismo contra los portugueses asentados en las islas de las condimentas, ubicadas en el archipiélago malayo. Mención particular merece la tarea de Urdaneta en los combates que tuvieron sitio en las islas de Tidore, en donde los portugueses capturaron la única de las siete naves de la expedición que llegó hasta allí.

Tras años de cautiverio en manos portuguesas, los españoles fueron liberados en razón de un convenio firmado en 1527 entre España y Portugal, el llamado tratado de Zaragoza, por el que se concedía a los españoles el derecho de permanencia en las islas de las Especierías en lugar de una compensación económica. De este modo, los restos de esta expedición y de la dirigida por Cortés que, a cargo de Álvaro de Saavedra, había ido a México en 1527 para conseguir novedades, retornaron desde las Molucas a España en 1536 en un solo barco, completando la segunda vuelta al planeta. Aunque Loaysa y Elcano fallecieron en el lapso de esta expedición, Urdaneta reunió una esencial proporción de información geográfica y también histórica, que entonces le fue arrebatada por los portugueses en la localidad de Lisboa.

Tras cierto tiempo en la Península, Urdaneta se desplazó en 1538 a México. Allí recibió múltiples cargos oficiales, como el de corregidor de media parta de los pueblos de la región de Avalos y el de visitador de las localidades de Zapotán y Puerto de Navidad. Varios años después, en 1553, Urdaneta ingresó como fraile en la Orden de los Agustinos, tras lo que ingresó en una fundación mexicana y se retiró de todo el mundo.

Bajo el reinado de Felipe II volvió el interés por la expansión por el océano Pacífico, en especial por las islas Filipinas, bautizadas de esta manera años antes en honor del monarca. Luis de Velasco, virrey de la Nueva España, notificó al monarca de que Andrés de Urdaneta vivía retirado en un convento. El rey escribió una carta al Virrey donde ordenaba que se edificaran novedosas naves para proseguir con los descubrimientos. Escribió asimismo a Urdaneta para solicitarle que, como servicio a la monarquía y gracias a su experiencia, se pusiera al cargo de una exclusiva expedición.

Urdaneta, más allá de su avanzada edad y especial estado de salud aceptó, si bien no como rector y capitán general, sino más bien en cargo de asesor. Para dirigir exactamente la misma, Urdaneta sugirió -sugerencia que fue admitida-, el nombre de Miguel López de Legazpi, quien fue escribano y alcalde ordinario de México. Sin embargo, la desaparición del virrey Velasco retrasó la expedición a lo largo de cinco años. Finalmente, se reunió una flota de cinco navíos: 2 naos, la "San Pedro" y la "Almiranta", los pataches "San Juan" y "San Lucas" y un bergantín; en suma, fueron ciento cincuenta hombres los que se hicieron a la mar, doscientos hombres de armas y cinco monjes agustinos.

El día 21 de noviembre de 1564, la expedición puso rumbo hacia las Filipinas. A estas islas, tras ser descubiertas por Fernando de Magallanes (que murió en ellas) a lo largo de su viaje de vuelta al planeta, había llegado una expedición de trescientos setenta hombres el 2 de febrero de 1543, mandada por Ruy López Villalobos. Esta expedición, que había partido desde México, bautizó como Filipinas la presente isla de Leyte; no obstante, no lograron localizar la vía de vuelta hacia América.

La orden de dirigirse a las Filipinas en la expedición de Legazpi venía redactada en las normas de la Audiencia, que se abrieron ahora comenzado el viaje, más allá de que Urdaneta había aconsejado arrancar ruta en dirección Nueva Guinea. A la altura del eje ecuatorial, el patache "San Lucas" se adelantó al resto de las embarcaciones, instante en el que descubrió ciertas recientes islas del archipiélago de las Marshall y de las Carolinas. Esta embarcación llegó a Mindanao (Filipinas) antes que Legazpi, cargó condimentas y regresó a México.

El día 13 de febrero de 1565, el resto de la expedición llegó a la isla de Ibabo (Filipinas), entonces brincó a la isla de Samar y, al final, llegaron a la de Cebú, donde se creó la villa de San Miguel el 8 de mayo de ese año. Fue ésta la primera localidad de españa en Filipinas.

Según órdenes de Legazpi, Urdaneta dirigió un buque que regresó a Nueva España para reportar al virrey de lo acaecido y de los descubrimientos completados. El día 1 de junio partió Urdaneta en la nave "San Pedro", al cargo de la que se encontraba un nieto de Legazpi, Felipe Salcedo. El viaje se inició en dirección norte, y al llegar a la latitud de Japón, consiguieron salir de la predominación dominante del alisio. Desde allí, aprovecharon la corriente llamada del Kuro Shivo para llegar a Acapulco (California) el 8 de octubre de 1565.

Este viaje supuso el hallazgo de la ruta de navegación mucho más corta entre Asia y América, llamada tornaviaje, rumbo que prosiguió de forma sistemática hasta 1815 el Galeón de Manila. El Pacífico tenía al fin ruta de ida y de vuelta desde y hacia América.

A su regreso a España, Urdaneta protestó varias veces contra la conquista de las Filipinas, ya que las islas caían fuera de los límites impuestos a los españoles en la Línea de Demarcación del tratado de Zaragoza.

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