Andrés Avelino Cáceres

Ya sea inspirando a otros seres humanos o tomando parte de la acción. Andrés Avelino Cáceres es una de las personas cuya vida, en verdad, merece nuestro interés debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Andrés Avelino Cáceres es conocer más sobre periodo preciso de la historia del género humano.

Conocer las luces y las sombras de las personas significativas como Andrés Avelino Cáceres, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo fundamental para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Andrés Avelino Cáceres, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Andrés Avelino Cáceres, gentes a quienes de de una forma u otra Andrés Avelino Cáceres influyó, y por supuesto, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Andrés Avelino Cáceres.

Las biografías y las vidas de personas que, como Andrés Avelino Cáceres, atraen nuestra curiosidad, deben ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Andrés Avelino Cáceres, el motivo por el cual Andrés Avelino Cáceres vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Andrés Avelino Cáceres

(Andrés Avelino Cáceres Dorregaray; Ayacucho, Perú, 1833 - Lima, 1923) Militar y político peruano, héroe de la Campaña de La Breña contra la ocupación chilena de Perú a lo largo de la Guerra del Pacífico (1879-1883) y un par de veces presidente de la República peruana (1886-1890 y 1894-1895) a lo largo del Segundo Militarismo. Ingresó muy joven en el ejército y tomó parte en múltiples de los combates civiles de la temporada al servicio de Ramón Castilla. Ascendido a capitán, asistió a la frontera en el momento en que reventó la guerra con el Ecuador. Durante el gobierno del general Pezet fue desterrado a Chile por su oposición al presidente; en el momento en que le fue tolerado regresar al país, apoyó el golpe de Estado de Mariano Ignacio Prado y participó en el Combate del Callao o del 2 de mayo de 1866, en el que Perú derrotó a la flota de españa.

Al reventar la Guerra del Pacífico, Cáceres estaba en el Cuzco, y participó en los primordiales capítulos del enfrentamiento. En 1881 tuvo una actitud destacable en la defensa de la ciudad más importante de Perú, Lima, que acabó cayendo a cargo de los chilenos. Herido, se refugió en el hospital jesuita y logró fugarse a la sierra central, lugar desde el que dirigió una heroica resistencia en oposición al ejército chileno, famosa como Campaña de La Breña, con el acompañamiento de los campesinos de la región. Fue entonces en el momento en que los chilenos comenzaron a llamar El Brujo de los Andes a Andrés Avelino Cáceres por sus características de estratega, que lo hacían parecer omnipresente. Después de una muy valiente actuación, fue derrotado en Huamachuco en 1883.

Obligado el Perú a firmar el tratado de Ancón con Chile, Cáceres se opuso y se rebeló contra Miguel Iglesias. En 1886 fue escogido presidente; rigió hasta 1890 y fue reelegido en 1894. Pero una coalición encabezada por Nicolás de Piérola lo forzó a dar el mando. De 1905 a 1914 desempeñó cargos diplomáticos en Europa. En 1919, en reconocimiento a su refulgente actuación en la Campaña de La Breña, fue honrado con el nivel de Mariscal del Perú.

Biografía

Andrés Avelino Cáceres estudiaba en un instituto de su tierra natal en el momento en que en el mes de mayo de 1854 lo visitó Ramón Castilla, caudillo que se había rebelado contra el gobierno de José Rufino Echenique, liderando a la facción liberal. El joven Cáceres se vio atraído por la figura del caudillo tarapaqueño y por los principios liberales, con lo que dejó de estudiar para transformarse en cadete del batallón Ayacucho, que se encontraba formando el general Fermín del Castillo.

Bajo las órdenes de Fermín del Castillo, Cáceres libró en Lima la guerra de La Palma, en la fue derrotado. Por su participación fue ascendido a subteniente y prontísimo a teniente graduado y efectivo. Intervino de nuevo apoyando la causa de Castilla contra la revolución de Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa. Combatió en Yumina y Bellavista, y participó en el ataque de Arequipa, por lo que fue ascendido a capitán. En la toma de la región recibió una herida bajo el ojo izquierdo que, alegremente, no le comprometió la visión.

Cuando se dio el enfrentamiento con el Ecuador entre 1859 y 1860, Cáceres, que se encontraba aún convaleciente por las lesiones recibidas en su última campaña, asistió a la defensa de la frontera. Luego fue enviado por el presidente Castilla a Francia, como adjunto militar a la Legación peruana en París, para curarse viejas y novedosas lesiones, volviendo al país en 1862. Se integró entonces al batallón Pichincha en Huancayo.

Al generarse los hechos que llevaron a la guerra con España, Cáceres se opuso firmemente a la actitud, que consideraba pasiva, del gobierno de Juan Antonio Pezet en frente de la ocupación de las Islas Chincha por la Expedición Científica De españa. Por su dura crítica al gobierno fue apresado y desterrado con otros oficiales, que consiguieron escapar a Mollendo. Los prófugos se unieron a la llamada Revolución restauradora del honor nacional, que Mariano Ignacio Prado lideraba contra Juan Antonio Pezet y el claudicante Tratado Vivanco-Pareja, que admitía las condiciones de la Armada de españa. Cáceres apoyó el golpe de Estado de Prado, participando en la ocupación de Lima. Con Prado en el poder, fue ascendido y también intervino en el llamado Combate del Callao o del 2 de mayo de 1866, donde fue derrotada la Armada de españa, que se retiró a la Isla San Lorenzo, para entonces dejar el Perú.

Después de estos sucesos, Andrés Avelino Cáceres solicitó su retiro y entre 1868 y 1872 se dedicó a la agricultura en la tierra que lo vio nacer. En 1872 se opuso al intento de cuajo de Estado de los hermanos Gutiérrez contra el que se transformaría en el primer presidente civil, Manuel Pardo Lavalle. El líder del Partido Civil le dio la jefatura del batallón Zepita, que Cáceres aceptó gustoso. Tuvo que apagar un conato de rebelión que brotó en sus filas y marchó a Tarma y Chanchamayo para llenar la capacitación de sus hombres. Participó contra la rebelión de Nicolás de Piérola en Moquegua, batiéndolo en el Alto de los Ángeles; tras esta acción fue impulsado a coronel graduado. Fue escogido Prefecto del Cuzco en 1877, sin dejar sus obligaciones militares adelante del batallón Zepita.

La Guerra del Pacífico

Desempeñando este cargo se inició la Guerra del Pacífico (1879-1883), que encaró a Perú y Bolivia contra Chile por el control de la zona ubicada al norte del desierto de Atacama, riquísima en salitre. Andrés Avelino Cáceres debió dirigirse al sur en la II División, peleando en la Campaña de Tarapacá, las peleas de San Francisco (19/11/1879) y Tarapacá (27/11/1879). En esta última fue donde Andrés Avelino Cáceres tuvo una señalada actuación en el momento en que logró tomar los cerros, realizando retroceder a las tropas chilenas, que se vieron obligadas a dejar sus cañones Krupp. Si bien Tarapacá fue protegida merced a la habilidad de Cáceres, fue una victoria provisional, en tanto que el ejército peruano debió retroceder, dejando el territorio salitrero al enemigo.

Cáceres cooperó en la reorganización del Ejército del Sur para su concentración en Tacna adjuntado con las tropas bolivianas al cargo del nuevo presidente de Bolivia, Narciso Campero, que sucedía a Hilarión Daza, depuesto a fines de 1879. En Perú asimismo se había dado una crisis política: el nuevo presidente era Nicolás de Piérola, que había depuesto por esas datas a Mariano Ignacio Prado. En ese contexto se dio la Campaña de Tacna, donde intervino Cáceres, probando enorme valor en el Alto de la Alianza (26/5/1880). Luego, el caudillo se dirigió a la ciudad más importante, a la que arribó en el mes de agosto de 1880. Fue nombrado Comandante General de la V División del Ejército del Centro y partió a Huaral para terminar el entrenamiento del ejército de reserva.

Como coronel efectivo participó en la Campaña de Lima, la que fue estructurada en lo personal por Nicolás de Piérola; poco dotado como estratega, Piérola ordenó conformar 2 líneas protectoras bastante amplias: la de San Juan, compuesta por trincheras y que iba desde el Morro Solar hasta Monterrico chaval, y la de Miraflores, que era la línea de refugios, que iba desde Armendáriz hasta sendero a Chosica. Las tropas chilenas, a cargo de Manuel Baquedano, desembarcaron en Pisco y Curayacu, tres millas al norte de Chilca, llegando a Lima por el Morro Solar, que era defendido por Miguel Iglesias, el que se vio obligado a retroceder frente a la presión de las fuerzas chilenas. Cáceres participó en la fracasada guerra, debiendo retirarse a Chorrillos con lo que le quitaba de sus hombres en orden, después de haber sufrido fuertes pérdidas.

Después de la derrota de San Juan, el 13 de enero de 1881, las tropas chilenas incendiaron Chorrillos y Barranco. Aprovechando la borrachera, Cáceres deseaba ciertos soldados para agredir por sorpresa a los chilenos, pero Piérola se negó. El 15 de enero el ejército chileno rompía la línea de Miraflores, donde Cáceres luchó denodadamente, tolerando la perforación de su fémur derecho. Acudió a un puesto ambulatorio en San Carlos, y fue escondido por los jesuitas en la celda del padre superior del Convento de San Pedro; un par de días después la ciudad más importante del Perú quedaba a cargo de los chilenos. Estaba todavía en convalecencia en el momento en que, el 15 de abril de 1881, escapó de Lima, temiendo ser hallado en las pesquisas que hacían las tropas chilenas. Marchó a Jauja y fue nombrado jefe político y militar de los departamentos del Centro.

La ocupación chilena

Con la caída de Lima el 17 de enero de 1881 se empezaba la ocupación chilena (1881-1883), que forzó al gobierno peruano a resguardarse en las tierras altas. Cáceres organizó sus montoneras en el Valle del Mantaro, en la Sierra Central, y estableció su cuartel general en Matucana. Fue ascendido a general en el mes de agosto de 1881. Luego reubicó su cuartel en Chosica, pero no por bastante tiempo. Le fue ofrecida la presidencia en 1881, que no aceptó para no hacer mucho más divisiones. Las primordiales peleas de la Campaña de la Breña se brindaron en Pucará el 2 de febrero de 1882; de nuevo en Pucará, Marcavalle y Concepción el 9 de julio de 1882; y en Huamachuco el diez de julio de 1883.

Esta última fue la única derrota notable que padeció el líder, ya que el resto encuentros fueron victorias de Cáceres, que hasta este día se recuerdan y recuerdan a través del folklore habitual de la zona. Por sus habilidades en la pelea, Cáceres se ganó el apelativo de El Brujo de los Andes. La triunfadora Campaña de la Breña duró hasta el momento en que el caudillo del Norte, Miguel Iglesias, dio el Grito de Montán desde su hacienda en Cajamarca para terminar a la guerra. Una reunión nombró a Miguel Iglesias Presidente Regenerador del Perú y lo facultó para negociar un tratado con Chile. Ello llevó a la firma del Tratado de Ancón de 1883, al que Cáceres se opuso.

En la presidencia

Terminada la contienda y a consecuencia de ella, empezó en Perú la temporada del Segundo Militarismo (1884-1895), donde los mucho más esenciales jefes militares de la guerra contra Chile dominaron el panorama político. Andres Avelino Cáceres se rebeló contra Iglesias, que debió dejar el poder y convocar selecciones, saliendo escogido el héroe de la Breña. En su primer gobierno (1886-1890), Cáceres formó el Partido Constitucional.

En ese contexto de crisis a todos y cada uno de los escenarios, Manuel González Prada pronunció un popular alegato en el Teatro Politeama en 1888, en el que expresó una crítica feroz al pasado republicano y a sus líderes, entre ellos Cáceres, y descubrió su profundo espíritu antichileno. Este alegato se dio en el contexto de un acontecimiento efectuado para recaudar fondos para la restauración de Tacna y Arica, provincias que se encontraban en poder de Chile desde el desenlace de la guerra. También en este periodo se desarrollaría el indigenismo, que procuraba sobrepasar la discriminación de que habían sido objeto los indígenas. Entre sus exponentes resaltó Clorinda Matto de Turner. Fue una época esencial a nivel cultural, que se vio enriquecida con una reflexión pensada.

Con el propósito de anular la deuda externa adecuada a la crisis fiscal y a la ruina del crédito exterior causada por la guerra, Andrés Avelino Cáceres firmó el discutido Contrato Grace en 1889. En virtud de este convenio, acordado entre el Estado peruano y Miguel Grace, gerente de los tenedores de bonos de la deuda externa peruana, los bonistas ingleses cancelarían completamente la deuda, que ascendía a 51 millones de libras esterlinas. A cambio, el estado peruano entregaría los trenes por 66 años y tres millones de toneladas de guano, y se comprometía a abonar 33 anualidades de 80.000 libras cada una.

Los tenedores de bonos formaron en Londres una compañía para la administración de los trenes: la Peruvian Corporation. Además, los bonistas debían terminar los tramos ferroviarios de Chicla-La Oroya (ferrocarril central) y Juliaca-Santa Rosa (ferrocarril del sur), y se comprometían a crear 70 km mucho más de algún otro ferrocarril. Asimismo, se les concedió la libre navegación por el Lago Titicaca y el libre empleo de ciertos muelles del país. En esta temporada se inició la explotación del caucho y la agroexportación. Surgió el Banco Italiano, que al comienzo atendía a habitantes italianos y que en escaso tiempo fue medrando y comenzó a atender asimismo al público nacional.

Después de su periodo presidencial, Cáceres fue nombrado Ministro Plenipotenciario del Perú en Inglaterra y Francia. Le sucedió en la presidencia el coronel Remigio Morales Bermúdez, quien murió sin haber concluido su periodo de gobierno (1890-1894). Su segundo vicepresidente, Justiniano Borgoño, completó su periodo apoyado por el ejército.

La reelección y la guerra civil

Por último, se convocaron selecciones y resultó victorioso Cáceres, iniciándose de esta manera su segundo orden presidencial (1894-1895), considerablemente más corto que el previo. Frente a la reelección del héroe de la Breña se levantó una fuerte oposición, dirigida por Nicolás de Piérola, principal creador del Partido Demócrata, que se había unido a la Unión Cívica de los civilistas, formando la Coalición Nacional. La guerra civil que reventó en 1895 se debió, entre otros muchos causantes, a la oposición a la permanencia de los militares en el poder y a la reelección de Cáceres, cuya administración había recibido duras críticas, más que nada por lo que respecta a la firma del Contrato Grace.

En las provincias brotaron las montoneras pierolistas y caceristas, que luchaban entre sí. El 17 de marzo de 1895, Piérola entró en Lima con su gente por la Portada de Cocharcas. Durante múltiples días se extendió la pelea en la ciudad más importante, más allá de que los caceristas habían sido forzados a retroceder al Palacio de Gobierno. Se calcula que fallecieron cerca de mil personas, cuyos cadáveres, al no poderse sepultar, no solo despedían un hedor molesto, sino asimismo conminaban a la localidad con una epidemia. Frente a esta situación, el cuerpo diplomático se reunió y logró una tregua de 24 h entre los 2 bandos para sepultar los cuerpos. La paz fue prorrogada y Cáceres debió renunciar. Con la victoria de Piérola se ponía fin al periodo que los historiadores han llamado Segundo Militarismo.

Terminada la guerra civil, Andrés Avelino Cáceres se dirigió a Buenos Aires, donde continuó hasta el año 1899; vivió asimismo en París, y fue Ministro Plenipotenciario en Italia (1905-1911) y Alemania (1911-1914). Cuando volvió a su patria en 1915, fomentó la decisión de José Pardo y Barreda. Como el presidente no correspondió al favor, Cáceres apoyó el movimiento que lo derribó en 1919. Fue honrado con el título de Mariscal el diez de noviembre de ese año. Andrés Avelino Cáceres murió en Lima el diez de octubre de 1923.

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