Ana Palacio

Las biografías y las vidas de personas que, como Ana Palacio, cautivan nuestro interés, tienen que servirnos siempre como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Ana Palacio, el motivo por qué Ana Palacio vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Ana Palacio

(Madrid, 1948) Política de españa que ocupó la cartera de Asuntos Exteriores (2002-2004) a lo largo del segundo orden de José María Aznar. Ana Isabel de Palacio del Valle Lersundi nació en Madrid el 22 de julio de 1948, segunda de los siete hijos que tuvieron Luis María de Palacio y de Palacio, marqués de Matonte y perteneciente de Portugalete (Vizcaya), y Luisa del Valle Lersundi, natural de Deva (Guipúzcoa).

Hermana de la asimismo política de españa Loyola de Palacio, ex- ministra de Agricultura, vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Energía y Transportes, Ana Palacio estudió el bachillerato en el Liceo francés de Madrid y consiguió el premio de fin de estudios del gobierno francés al mejor alumno extranjero.

Inicios en la abogacía

Más tarde se licenció en derecho, ciencias políticas y sociología por la Universidad Complutense (1971); suprimió las preposiciones de sus apellidos, que simplificó para pasar a nombrarse Ana Palacio Vallelersundi, y en 1986 abrió un bufete en Madrid, Palacio y Asociados, experto en cuestiones mercantiles, que trabajó para la compañía Construcciones y Contratas, de la que fue consejera técnica, letrada asesora del consejo de administración y directiva del gabinete jurídico. Adquirió notoriedad en 1990 por su administración como letrada en el acuerdo de separación marital de las hermanas Alicia y Esther Koplowitz de sus propios esposos, Alberto Cortina y Alberto Alcocer.

Si su hermana Loyola de Palacio se inició en la política a través de Manuel Fraga en Alianza Popular (AP), Ana Palacio tuvo siempre y en todo momento en José María Aznar a su primordial valedor; fue él quien la convenció a fin de que se presentase a las selecciones al Parlamento Europeo de junio de 1994 con el número diez en la lista del Partido Popular (PP), más allá de sus conocidas renuencias hacia los partidos.

Elegida eurodiputada, Ana Palacio fue vicepresidenta de la Eurocámara y presidenta de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Mercado Interior, cargos en los que desplegó una intensa actividad. Reelegida en 1999, ocupó la presidencia de la Comisión de Libertades y Derechos de los Ciudadanos, Justicia y Asuntos Interiores. Ganó prestigio en la defensa de ciertos proyectos de ley tan esenciales como el que reconoció el derecho de voto y de candidatura en las selecciones locales a cualquier ciudadano comunitario en cualquier país integrante de la Unión Europea. En 2001 fue escogida presidenta de la Conferencia de presidentes de las comisiones europarlamentarias.

La letrada de Europa

Su valiente guerra contra el cáncer, que le fue diagnosticado en el último mes del año de 2000, y su resolución de no esconder la patología ni los efectos de la quimioterapia en su apariencia, tras una intervención quirúrgica en Estados Unidos, le granjearon la simpatía de sus compañeros en el Parlamento Europeo y de bastante gente que admiraron su vitalidad y su entereza de espíritu. Pelada al rape, enzarzada en los debates en Bruselas o Estrasburgo, su imagen dio la vuelta al planeta. El Wall Street Journal, en un producto que se titula «La letrada de Europa», la incluyó en el mes de octubre de 2001 en su lista de las 12 personas mucho más predominantes en el planeta de los negocios.

Sus responsabilidades de europa no le hicieron dejar completamente el foro de discusión madrileño, puesto que era integrante de la junta directiva del Colegio de Abogados de Madrid y vicepresidenta del Consejo de Colegios de Abogados De europa. Presidenta del Consejo Ejecutivo de la Academia de Derecho Europeo de Tréveris (Alemania) y integrante del Consejo de Redacción de la Revue du Droit de l’Union Européenne, forma parte al Colegio de Abogados de Inglaterra y Gales, a la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Madrid y al Consejo de Dirección de la Universidad Camilo José Cela. Palacio y Asociados, el bufete de Madrid, quedó a cargo de otra de sus hermanas, Urquiola de Palacio.

Su actuación en el Parlamento Europeo, la solidez jurídica de sus intervenciones y el dominio de múltiples lenguajes fueron un trampolín para su trayectoria política; no en balde el presidente del gobierno español, José María Aznar, volvió a fijarse en ella y la nombró gerente del ejecutivo español en la Convención sobre el Futuro de Europa, una especide de charla intergubernamental encargada de las reformas de las instituciones de la Unión Europea que inició sus trabajos el 28 de febrero de 2002. Palacio era entre los 12 integrantes del Presidium, órgano que dirigía la Convención y que encabezó Valéry Giscard d’Estaing.

Al frente de la cartera de Exteriores

En la rehabilitación del gobierno impulsada por el presidente Aznar el diez de julio de 2002, Ana Palacio fue nombrada ministra de Asuntos Exteriores en substitución de Josep Piqué. Nada mucho más asumir la cartera, debió llevar a cabo en frente de una crisis con Marruecos a raíz del hecho causado por el desembarco de policías marroquíes en el islote de Perejil y su desalojo por las tropas destacables españolas (12-17 de julio), sin crueldad y solamente veinticuatro horas una vez que el gobierno español retirara a su embajador en Rabat, Fernando Arias-Salgado. La disputa, que conminaba con alcanzar, se resolvió con el retorno al statu quo merced a la mediación del secretario de Estado estadounidense, Colin Powell.

En su primer viaje al extranjero como ministra, 12 días tras tomar posesión, Palacio visitó Rabat, donde sostuvo una tensa asamblea con su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, con el único objeto de corroborar la solución sugerida por Washington, sin presencia real ni simbólica de ninguno de los 2 países en Perejil.

Para progresar las relaciones con Marruecos, estropeadas desde la retirada del embajador marroquí el 29 de octubre de 2001, y tras el cambio de gobierno producido en Rabat a consecuencia de las selecciones en general (27 de septiembre), la ministra recibió, en el mes de diciembre de 2002 en Madrid, a Mohamed Benaissa, con el que decidió hacer múltiples conjuntos de trabajo para emprender los inconvenientes atentos, más allá de que se negó a cambiar la situación clásico de españa sobre el Sahara Occidental. Tras un nuevo viaje al país vecino en el que fue recibida por el rey Mohamed VI de Marruecos en Agadir (30 de enero de 2003) y por el presidente, Driss Jettou, los dos países restituyeron absolutamente las relaciones diplomáticas y los embajadores propios retornaron a Rabat y Madrid.

Difícil administración en el enfrentamiento de Iraq

Apenas resuelta la crisis con Marruecos, el enfrentamiento de Iraq volvió a perturbar la administración de la ministra de españa, que multiplicó sus intervenciones tanto en el Consejo de Seguridad de la ONU, del que España era integrante no persistente desde el 1 de enero de 2003, como en las asambleas de ministros de la Unión Europea. Palacio, que siempre y en todo momento defendió la estrategia de Estados Unidos, se mostró singularmente dura contra Iraq en la intervención que prosiguió al informe del jefe de la Comisión de las Naciones Unidas de Vigilancia, Verificación y también Inspección (Unmovic) del desarme de Iraq, Hans Blix, frente al Consejo de Seguridad, el 27 de febrero.

Siguiendo exactamente la misma argumentación que las gestiones de George W. Bush y Tony Blair, la ministra de españa defendió que la resolución 1.441 del Consejo de Seguridad de la ONU era judicialmente bastante para recurrir por fuerza, ya que su vulneración por Iraq formaba «una violación patente» de la que se derivaban «graves secuelas», eufemismo diplomático para referirse a la intervención militar. No obstante, batalló en pos de una segunda resolución por fundamentos políticos. Según Palacio, las resoluciones del Consejo de Seguridad tienen «una naturaleza muy especial pues son un convenio entre las naciones del que se deriva un valor jurídico inequívoco».

Antes y tras la guerra de Iraq, la jefe de la diplomacia emprendió una vibrante actividad y viajes sin tregua, de Nueva York a Teherán, de París a El Cairo y Damasco, para argumentar la situación de españa de acompañamiento diplomático a Estados Unidos, de no beligerancia y participación activa de un pequeño contingente de tropas en tareas humanitarias, en la mitad de una resonante y incesante oposición interna. Tras la victoria del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en las selecciones de 2004, la cartera de Asuntos Exteriores quedó al cargo de Miguel Ángel Moratinos.

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