Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la trascendencia que detentó Amalio Gimeno y Cabañas en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue decisivo no sólo para las personas que trataron a Amalio Gimeno y Cabañas, sino que a lo mejor produjo una señal mucho más honda de lo que logremosimaginar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Amalio Gimeno y Cabañas de modo personal.Amalio Gimeno y Cabañas ha sido uno de esos seres humanos que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Amalio Gimeno y Cabañas, cautivan nuestro interés, tienen que valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Amalio Gimeno y Cabañas, el motivo por el cual Amalio Gimeno y Cabañas vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inexorable, la historia.
Vida y Biografía de Amalio Gimeno y Cabañas
(Cartagena, 1852 - Madrid, 1936) Médico español. Vivió desde niño en Valencia, donde cursó sus estudios, si bien por fundamentos políticos debió finalizar los de medicina en Madrid. En 1875 ganó la cátedra de nosología general de la Facultad de Santiago y, tras una corta estancia en esta Universidad y en la de Valladolid, volvió a Valencia en 1877 como catedrático de terapéutica. Permaneció en tal cargo hasta 1888, fecha donde se trasladó a Madrid, donde primero fue titular de la cátedra de higiene y después de la de nosología general.
Interrumpió desde entonces la intensa actividad científica que había creado en Valencia, dedicándose a la política como personalidad señalada del liberalismo encabezado por Canalejas. Entre 1906 y 1919 ocupó diferentes ministerios, desde los que fomentó distintas campañas y leyes sanitarias, tal como la fundación de la Junta para Ampliación de Estudios y también Investigaciones Científicas. Murió a edad muy avanzada, poco tras iniciarse la guerra civil.
Gimeno fue entre los creadores de la gaceta La Crónica Médica, órgano de expresión de un considerable conjunto de médicos valencianos de forma de pensar experimentalista, muchas de cuyas ocupaciones encabezó. La farmacología fue el centro de su producción, más que nada a lo largo de sus primeros años de catedrático de terapéutica en Valencia. Por una sección, publicó trabajos monográficos sobre artículos sanadores naturales, como el podofilino, el eucalipto, el jugo de la Carica papaya y la Arenaria rubra, cuyo empleo como diurético ingresó en España, tal como sobre fármacos químicos, entre aquéllos que J. L. Fresquet resalta el relativo al ácido salicílico, cuya acción fisiológica y terapéutica examinó con ensayos completados con ranas y perros.
Por otra, fue creador de un Tratado elemental de terapéutica (1877) que fue el compendio que incorporó todas y cada una de las noticias de la temporada desde la visión de la novedosa forma de pensar en fase de prueba. En él insistió en especial en la farmacodinamia, teniendo en cuenta los entendimientos cerca de la absorción como el punto de inicio de la novedosa terapéutica, juntamente con la descripción descriptiva de las ediciones químicas que padecen los fármacos en el organismo y los conceptos de acción y efecto, planteados ahora de manera de forma plena actualizada.
Resulta lógico que Amalio Gimeno fuera muy receptivo a los adelantos de la incipiente microbiología médica y que se transformara en la figura dirigente de un conjunto de instructores jóvenes de la Facultad de Medicina de Valencia con seriedad apasionados por exactamente la misma, entre ellos, Manuel Candela Pla, catedrático de tocoginecología, y Pascual Garín Salvador y Vicente Navarro Gil, entonces instructores asistentes y después catedráticos de cirugía. Su actitud se refleja en la oración final de un alegato de Candela sobre la fiebre puerperal (1885): "Paso a la ciencia actualizada. Paso a la incipiente microbiología. Paso a la etiología del futuro".
Este conjunto publicó distintos trabajos en relación al tema y Amalio Gimeno llegó a regentar un Centro de Vacunación Animal de carácter privado. Sin embargo, su aportación más esencial fue la relacionada con el cólera. A él se debió la asimilación en el ámbito científico valenciano del hallazgo del vibrión colérico por Koch (1883), la publicación en el verano de 1884 de la traducción comentada de un artículo del enorme bacteriólogo alemán sobre la cuestión, tal como la observación y posterior cultivo de vibriones en las deposiciones de enfermos del brote de la ciudad de Beniopa, en el otoño de tal año, antecedente inmediato de la enorme epidemia de 1885.
El conjunto encabezado por Gimeno, al que se asociaron Pablo Colvée Roura y Vicente Peset Cervera fue el promotor de la vacunación anticolérica de Ferrán, donde cooperó, además de esto, de manera definitiva. El 31 de diciembre de 1884, un período de tres meses antes del comienzo de la enorme epidemia, Gimeno, Colvée y Garín visitaron a Ferrán en Tortosa y han quedado tan persuadidos que se vacunaron.
El comienzo de la epidemia en Xátiva fue diagnosticado bacteriológicamente por Gimeno y Candela, que habían sido comisionados de manera oficial, en colaboración con Ferrán, quien poco después montó su laboratorio en Valencia en una vivienda propiedad de Candela. Sus mucho más esenciales ayudantes en la vacunación, aparte del químico Inocente Paulí, fueron Garín, Navarro, Colvée y Peset Cervera. Gimeno desempeñó, además de esto, el papel de primordial defensor de la vacuna en los entornos académicos, singularmente en exactamente la misma Valencia y en Madrid.
En nosología y medicina clínica hay que tener en consideración, en primer término, el Tratado de nosología general que Amalio Gimeno comenzó a difundir en Valencia como avance y actualización de unas Lecciones que había editado en 1876, siendo catedrático de la asignatura de la Universidad de Valladolid. De los 2 volúmenes proyectados, únicamente llegaron a manifestarse los fascículos que corresponden al primero entre 1885 y 1886. En los iniciales figuraba como colaborador Francisco Moliner, que interrumpió su participación al confrontar con Gimeno con ocasión de la vacunación anticolérica de Ferrán.
Si bien Gimeno concedió alguna beligerancia a ciertas nociones especulativas de José de Letamendi, la obra se apoya en la nosología celular de Virchow y, más que nada, en la fisiopatología en fase de prueba, bajo la expresa predominación de Claude Bernard. Gimeno publicó asimismo estudios de carácter clínico y productos sobre inconvenientes patológicos en general, entre aquéllos que se destaca una increíble revisión sobre la fisiopatología del mal (1886). No obstante, su aportación en este lote no tuvo una relevancia equiparable a la de su producción farmacológica.
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