Las biografías y las vidas de personas que, como Álvaro Mutis, cautivan nuestra atención, deben valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Álvaro Mutis, el motivo por qué Álvaro Mutis vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Álvaro Mutis Jaramillo; Bogotá, Colombia, 1923 - Ciudad de México, 2013) Escritor y poeta colombiano. Autor señalado por la riqueza verbal de su producción y una característica combinación de lírica y narratividad, participó en sus comienzos del movimiento de versistas organizados cerca de la gaceta Mito. Influido por Pablo Neruda, Octavio Paz, Saint-John Perse y Walt Whitman, empleó la poesía como vía de conocimiento para el ingreso a mundos extraños, a nuevos mundos donde fuera viable el cariño y la buena muerte. Su álter ego es Maqroll, un aventurero sombrío y al unísono inocente, que canta a la frágil condición humana. Su obra fue conocida con galardones tan reputados como el Príncipe de Asturias (1997) y el Premio Cervantes (2001).
Hijo del letrado internacionalista Santiago Mutis Dávila y de Carolina Jaramillo, en 1925 su padre ingresó al servicio diplomático y la familia debió moverse a Bruselas, donde el jefe de familia había sido nombrado ministro asesor. En Bélgica nació, en 1928, su hermano Leopoldo, y en 1931 murió de repente su padre. La afligida madre regresó a Colombia y se instaló en la finca Coello (situada en la confluencia de los ríos Coello y Cocora, en el departamento del Tolima). La finca había pertenecido al abuelo materno, el vanguardista Jerónimo Jaramillo Uribe, entre los creadores de Armenia, y doña Carolina terminaba de heredarla. Mutis continuó en Bruselas aprendiendo en el instituto Saint Michel de los progenitores jesuitas, en el que se empapó de entendimientos históricos, muy singularmente sobre Bizancio.
La finca Coello, y generalmente Colombia, representaron en esos años para Mutis un ubicación de vacaciones. Sin embargo, la experiencia del contacto físico con el trópico, con el tiempo de la tierra ardiente, el perfume del café, el plátano y los árboles frutales marcarían su posterior producción literaria. Pese a que para Mutis el planeta era Europa, los reiterados viajes en barco a Colombia (en pequeños buques de carga y usuarios, que llegaban a Buenaventura tres semanas tras zarpar, tras las que había que moverse en automóvil, tren y caballo hasta la vivienda materno) fueron otra experiencia primordial en la capacitación del escritor. No es extraño, entonces, conseguir que el personaje primordial de las novelas de Álvaro Mutis, Maqroll el Gaviero, se discuta entre algunas contradicciones, viva entre Europa y América, en mundos completamente contrastantes, considere el Viejo Continente como la cuna de la civilización y al Nuevo Mundo como la fuerza, y que, insatisfecho con uno y otro, intente hacer en sus aventuras un cosmos acorde con sus idóneas.
Álvaro Mutis no terminó el bachillerato. Por inconvenientes financieros de su madre, tuvo que dejar el instituto en Bruselas y se inscribió en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá. Pero no le interesaba estudiar el pensum regular; le agradaba leer libros de historia, de pasajeros y de literatura, y no le preocupó estudiar matemáticas y otras menudencias. En 1941, con solo dieciocho años, prefirió casarse con Mireya Durán, con quien tendría tres hijos.
Como varios de los enormes escritores contemporáneos, cumplió un riguroso periplo de lecturas formativas que se inició con Julio Verne y Emilio Salgari, pasó por Honoré de Balzac y Flaubert y por los profesores rusos (Dostoievski, Tolstoi, Chéjov) para acabar, en esa primera etapa, con Kafka, Franz Werfel y Rainer Maria Rilke. De los latinos asimismo leyó bastante, pero quien mucho más lo conmovió fue Pablo Neruda con su Residencia en la tierra. En el Colegio del Rosario tuvo como instructor de literatura a Eduardo Carranza, quien le enseñó la relevancia de versistas como Juan Ramón Jiménez y los españoles de la generación del 27 (Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Luis Cernuda o Miguel Hernández, entre otros muchos).
Una vez casado, y para ganarse la vida, se vinculó a la radio. Inicialmente, en 1942, trabajó en la emisora Nuevo Mundo, que con los años se transformó en la matriz de la Cadena Radial Colombiana, Caracol. Allí reemplazó a Jorge Zalamea en la dirección del programa "Actualidad literaria". Se relacionó con el planeta intelectual y bohemio de Bogotá y conoció al crítico Casimiro Eiger, a quien Mutis agradecería el facilitarle la entrada en el planeta de las letras. Este enigmático personaje escapado de las proyectos de Proust ejercitó cierto papel tutelar en la joven intelectualidad de entonces, afín al que cumplió Ramón Vinyes en el Grupo de Barranquilla.
Se logró asimismo amigo de los críticos y escritores Hernando Téllez y Eduardo Zalamea; frecuentaba los habituales cafés El Molino, El Asturias y El Automático, donde se aproximó a 2 generaciones diferentes de versistas: los Nuevos y los de Piedra y Cielo. Conoció además de esto a los hermanos Otto y León de Greiff, el primero de ellos fundamental en su capacitación como melómano. En 1942 fue contratado por la Radiodifusora Nacional como locutor de novedades, actividad donde continuó hasta 1946, en el momento en que la Compañía Colombiana de Seguros lo nombró jefe de redacción de su gaceta institucional, Vida; allí se dieron a conocer sus primeros escritos: pequeños retratos literarios de Joseph Conrad, Alexander Pushkin, Antoine de Saint-Exupéry o Joachim Murat. Y asimismo su primer poema, que se titula "La creciente".
A lo largo de esa temporada tuvo una aproximación esencial a los surrealistas: Saint-John Perse, traducido por Jorge Zalamea, André Breton y su Poisson salubre. Este último fue esencial en sus primeros poemas, ya que deseó ser surrealista, al punto que sus versos iniciales los iba a titular "La zebra perfumada". También recibió la predominación del poeta venezolano Juan Sánchez Peláez, añadido cultural de la Embajada de Venezuela en Bogotá, quien lo llevó a un planeta mágico, a un vocabulario deslumbrante. En 1947 conoció al poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, que era el embajador de Guatemala en Colombia, y a los pintores Fernando Botero y Alejandro Obregón.
El año siguiente se realizó amigo de Ernesto Volkening, quien, exactamente la misma Casimiro Eiger, cumplió un papel muy importante en el periplo literario de Mutis. Eiger conoció extractos de la obra de Mutis y lo animó a difundir ciertos contenidos escritos en el suplemento del periódico La Razón, que dirigía Alberto Zalamea. Por ese entonces existía el conjunto de los Cuadernícolas, el que, si bien no era homogéneo, agradaba de difundir sus versos en cuadernos. Mutis prosiguió la tendencia y, adjuntado con Carlos Patiño Roselli y alentado por Volkening, publicó el cuaderno de poesía La balanza, con ilustraciones de Hernando Tejada, que se agotó por incineración el 9 de abril de 1948. El cuadernito recibió ciertas críticas y Mutis aguardó 4 años para divulgar su segundo libro: Los elementos del desastre, que por su lozanía y pureza conmovió el planeta de las letras colombianas.
El trabajo se compone de catorce poemas que configuran una visión apocalíptica del hombre, en los que se detallan la duda, el temor y la destrucción, elementos que aniquilan al humano. Este libro contó con la lectura crítica de Volkening y con él se configuró Mutis como el primordial poeta joven colombiano. Mientras se afianzaba como escritor, inició una esencial carrera como relacionista público y publicista, ya que, desde un principio, entendió que con la literatura no iba a sentir mayores capital. Fue directivo de propaganda de la Compañía Colombiana de Seguros y de Bavaria, jefe de relaciones públicas de Lansa, y, tras la quiebra de esta última compañía, pasó a ser en 1954 jefe de relaciones públicas de la Esso. Tales empleos le forzaban a viajar, con lo que conoció todo el país y lugar de este mundo. Muchos de sus poemas de esa temporada los escribió en aeroplanos, aeropuertos y cuartos de hotel.
Los un par de años que continuó en la Esso fueron de prácticamente total receso literario; no obstante, Maqroll el Gaviero nació de las vivencias de Mutis en los planchones petroleros que recorrían el río Magdalena, desde Barrancabermeja hasta Barranquilla. Cabe resaltar que Gaviero es el marino que desde el lugar mucho más prominente del barco observa por todos los otros; su símbolo para el trabajo de la poesía. En la Esso, Mutis manejaba esenciales proporciones de dinero que la compañía destinaba a distintas ocupaciones: un óptimo porcentaje era para proyectos de caridad, y muy singularmente para el Secretariado Nacional de Asistencia Social (SENDAS). Pero el poeta le dio un empleo distinto: lo invirtió en quijotescas compañías culturales y la compañía lo demandó, ya que estaban en juego sus relaciones con la dictadura. Mutis debió viajar con urgencia a México en 1956.
Era la segunda ocasión que visitaba ese país (la primera había sido en 1952) y desde ese momento se transformó en su sitio de vivienda. Entró en contacto con el enorme cineasta español Luis Buñuel y el productor Luis de Liso. Buñuel siempre y en todo momento soñó con llevar al cine la novela de Mutis La mansión de Araucaíma (1973), "relato gótico de tierra ardiente". Gracias a los dos, Mutis logró empleo en una agencia de propaganda para la televisión. Se vinculó de lleno a la vida cultural mexicana y se realizó amigo de los escritores Octavio Paz, Juan José Arreola, Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Elena Poniatowska.
No perdió los nudos con Colombia, ya que ocasionalmente cooperó en la gaceta Mito. En 1959, la reconocida gaceta publicó como separata el libro Reseña de los centros de salud de ultramar, que significó la aparición en el planeta de las letras del romántico personaje de Maqroll el Gaviero, que viene a encarnar la conciencia del poeta. En 1959 se hicieron funcionales las solicitudes en contra suya y fue recluido en la prisión mexicana de Lecumberri en el transcurso de un año y tres meses. Una novedosa experiencia para su capacitación como escritor, ya que, aparte de comprender la poco gratificante vida carcelaria, logró sobrepasar temores y espectros. De ese periodo de su historia es requisito destacar la especialidad que tuvo en comer desaforadamente libros; leyó por segunda vez los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, de quien tenía un retrato en su celda. Dio forma a los cuentos "Saraya", "El último rostro", "Antes que cante el gallo" y "La muerte del estratega", a ciertos poemas de Los trabajos perdidos (1965), y escribió el Diario de Lecumberri (1960), resultado directo de su estadía en la prisión, en el que cuenta, de forma emocionante, la vida y muerte de "Palitos". El libro fue anunciado por la Universidad Veracruzana.
Tras la prisión, ciertos años después, Mutis pasó a ser gerente de ventas para América Latina de la Twentieth Century Fox y después de la Columbia Pictures (en donde continuó hasta jubilarse en 1988), compañías que le dejaron continuar viajando por el planeta. Entre 1960 y 1973 es parcialmente poco lo que logró en literatura: en 1962 publicó 4 contenidos escritos con el seudónimo de Álvar de Mattos (diplomático portugués) en la gaceta Snob, apuntada por Salvador Elizondo y Emilio García Riese: "Pequeña historia de un enorme negocio", "Historia y ficción de un pequeño militar sarnoso", "El general Bonaparte en Nizza" y "El hecho de Maiquetía o Isaac salvado de las jaulas". En 1964, en la Casa del Lago de la Universidad Nacional Autónoma de México, dictó una secuencia de charlas dedicadas a sus devociones literarias: Valéry Larbaud, Joseph Conrad y Marcel Proust. Tales charlas serían publicadas ese año en la gaceta de la UNAM, apuntada por Jaime García Terrés.
En 1965 se publicó su libro Los trabajos perdidos, con el que consiguió el Premio Nacional del nadaísmo para poesía de ese año. Entonces ahora se consideraba el más destacable poeta colombiano actualmente, si bien, terminantemente, su visión de la literatura y del país era demasiado fatalista. Decía, por poner un ejemplo, que "la literatura es para mí una servidumbre dolorosa, y no siento por ella la menor simpatía. Me abruma un tanto, por servirnos de un ejemplo, la agobiante montaña de literatura que generamos los colombianos y que nos esconde habitualmente la miserable situación de nuestra situación frente el planeta". Su enfoque sobre la crueldad fue descarnado y verdadera: "La crueldad en Colombia es el resultado de las seculares represiones y también inhibiciones a que se vió sometido el colombiano por causas históricas y sociales. Como fenómeno me semeja sano y aconsejable, es un despertar. Todas las civilizaciones se han apoyado en sacrificios humanos, en crueldad, en degradación y en sangre. ¿Por qué los colombianos creímos estar libres de esta servidumbre? Tal vez por retóricos y artificiales nos creímos de verdad que éramos la Suiza de América. No hay que olvidar que los suizos llenaron de sangre a Europa como soldados mesnaderos antes de conformar su idílica confederación".
En 1973 se publicó en España Summa de Maqroll el Gaviero (1947-1970) que contenía las proyectos Primeros poemas, Los elementos del desastre, Los trabajos perdidos, Reseña de los centros de salud de ultramar y Recuento de determinadas visiones. En 1977 inició la columna semanal "Rincón Reaccionario" en el jornal Uno mucho más Uno, que después continuó en El Sol de México y en el períodico Noticias. En 1978, se publicó una segunda edición de La mansión de Araucaíma, adjuntado con los 4 cuentos escritos en la prisión.
Solo en 1982 volvió a manifestarse un nuevo libro de poemas de Álvaro Mutis: Caravansary, que publicó el Fondo de Cultura Económica; ese año su enorme amigo Gabriel García Márquez, a quien había popular en 1950, ganó el premio Nobel de Literatura. Mutis, adjuntado con otros amigos mutuos como Guillermo Angulo, Álvaro Castaño Castillo y Gloria Valencia de Castaño, Alfonso Fuenmayor, Gonzalo Mallarino, Alejandro Obregón, Hernán Vieco y Fernando Gómez Agudelo, fueron convidados particulares del creador de Cien años de soledad a la liturgia de distribución del Nobel en Estocolmo. Al año siguiente se le concedió en Colombia el Premio Nacional de Poesía.
Tras el premio, la trayectoria literaria de Álvaro Mutis prosiguió en ascenso. En 1984 el Fondo de Cultura Económica publicó Los emisarios; por año siguiente Editorial Cátedra publicó Crónica vieja y alabanza del reino, y recibió en México el premio de crítica Los Abriles por su libro Los emisarios. En 1986 Mutis penetró en el planeta de las letras con su primera enorme novela: La nieve del almirante, primer volumen de la serie Empresas y preocupaciones de Maqroll el Gaviero; en 1989 consiguió por esa novela el premio Médicis al mejor libro traducido al francés. También en 1986, El Equilibrista de México publicó Un homenaje y siete nocturnos.
En 1987 apareció la segunda obra de la saga: Ilona llega con la lluvia, que le valió la Orden del Águila Azteca. En 1988 la Universidad del Valle le concedió el nivel de doctor honoris causa en letras, y recibió el premio Xavier Villaurrutia. La gaceta literaria Gradiva, apuntada por su hijo Santiago Mutis Durán, editó el libro Tras las sendas de Maqroll el Gaviero, que reúne los mucho más esenciales estudios críticos sobre la obra de Álvaro Mutis, ciertas entrevistas y una separata del relato La verídica historia del flautista de Hamelin.
La tercera obra de la serie de Maqroll, Un bel fallecer, apareció en 1989; publicó asimismo La última escala del Tramp Steamer. El gobierno francés le dio la Orden de las Artes y las Letras en el nivel de caballero. En 1990 se editó al tiempo en Colombia y España la novela Amirbar; el gobierno italiano le concedió el premio Nonino al mejor libro extranjero anunciado en Italia y dio a comprender otro volumen de Empresas y preocupaciones: Abdul Basuhr, soñador de barcos.
En 1993, con ocasión de sus setenta años, se organizó una semana de homenaje a Álvaro Mutis; entre los actos mucho más emocionantes estuvo el recital que dio en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional, al que fueron mucho más de seis mil personas; además de esto, la Universidad de Antioquia le concedió el nivel de doctor honoris causa en literatura y el gobierno colombiano le dio la Cruz de Boyacá, en una comida de gala en la Casa de Nariño. El reconocimiento nacional se vio refrendado por una secuencia de premios de todo el mundo de máxima importancia. Así, en el año 1997 fue premiado con el Premio Cavour, en Italia, y con el Príncipe de Asturias, en España, y en 2001 se realizó con el máximo galardón de las letras castellanas, el Premio Cervantes. A su serie de proyectos sobre Maqroll añadió una exclusiva publicación: Contextos para Maqroll (1997).
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