Almanzor

Ya sea inspirando a más seres humanos o formando parte de la acción. Almanzor es uno de esos seres humanos cuya vida, realmente, merece nuestra consideración debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Almanzor es conocer más sobre un periodo concreto de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la importancia que tuvo Almanzor en la historia. El modo en que vivió y aquello que hizo mientras estuvo en el mundo fue determinante no sólo para las personas que trataron a Almanzor, sino que posiblemente dejó una señal mucho más profunda de lo que podamosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Almanzor de forma personal.Almanzor ha sido una persona que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de Almanzor

(Abu Amir Muhammad ibn Abi Amir al-Mansur; Torrox, de hoy España, h. 938 - Medinaceli, id., 1002) Hayib de Córdoba (978-1002). Descendiente de una familia árabe del Yemen establecida en la zona de Algeciras desde la conquista musulmana de la península Ibérica, estudió en Córdoba y, a lo largo del califato de al-Hakam II, ocupó esenciales cargos administrativos, como los de directivo de la ceca (967) o gobernador del ejército del general Galib (972).

En el 976, la prematura muerte de al-Hakam II situó adelante del califato de Córdoba a Hisam II, un niño de tan solo once años, situación que aprovechó Almanzor, hombre decidido y ambicioso, para hacerse con las bridas del poder. Aquel mismo año fue designado tutor del joven califa, con el apoyo de la madre de este, Subh, una cautiva vascona que probablemente era su apasionado.

Un par de años después, en el 978, ahora tras haber transformado a Hisam II en una marioneta política y postergado a individuos tan predominantes como al-Mushafí y Galib, Almanzor se realizó denominar hayib, una suerte de maestresala de palacio o presidente, dignidad que le dejó ejercer una autoridad absoluta más que nada el territorio hispanomusulmán.

Su primera resolución fue despedir del ejército califal a la mayoría de los mesnaderos eslavos -los que, con el pasar de los años, habían llegado a constituir una auténtica casta de privilegiados en la corte cordobesa- y reemplazarlos por unos 20.000 beréberes, reclutados por él mismo en el norte de África, medida que le dio una gran popularidad. Así mismo, emprendió una profunda reestructuración de sus tropas con el propósito de terminar con la organización tribal de estas, lo que era fuente de continuos enfrentamientos, desperdigando en distintas entidades a los integrantes mucho más relevantes de cada familia.

Dotado de una personalidad atractiva y de un enorme talento militar, entre los años 977 y 1002 realizó un total de 56 campañas en tierras cristianas sin saber la derrota, razón por la que recibió el sobrenombre de al-Mansur (el Victorioso), con el que pasaría a la historia. De hecho, tenía que ver con incursiones veloces y asoladoras, efectuadas a lo largo de los meses de primavera y verano, que tenían por objeto cultivar el terror entre los pobladores de los reinos cristianos del norte peninsular. Así, por servirnos de un ejemplo, arrasó Salamanca (977), venció a los ejércitos coligados de Ramiro III de León, García Fernández de Castilla y Sancho II de Navarra en las peleas de Gormaz, Langa y Estercuel (977) y en la de Rueda (978), saqueó Barcelona (985), asoló Coimbra, León y Zamora (987 y 988), asaltó Osma (990) y castigó Astorga (997).

La gesta mucho más inolvidable del caudillo árabe se causó, no obstante, el 11 de agosto del 997, en el momento en que destrozó Santiago de Compostela (solo respetó el sepulcro del apóstol Santiago) y forzó a los cautivos cristianos a mover a hombros las campanas de la catedral y las puertas de la región hasta Córdoba. Cinco años después, de regreso de una expedición contra San Millán de la Cogolla, cayó enfermo y murió en Medinaceli, el diez o el 11 de agosto de 1002.

Durante su dilatado orden, Almanzor tuvo la capacidad política de respetar el aparato califal y sostener íntegras ciertas prerrogativas de Hisam II, lo que no solo le dio un enorme prestigio en vida, sino asimismo favoreció que, tras su muerte, el califa nombrara hayib a Abd al-Malik, su hijo predilecto, quien asimismo se mostraría como un gestor eficaz y un capaz jefe militar.

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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos determinantes, ya que destacan la singularidad, y en el caso de la vida de un ser como Almanzor, que tuvo su trascendencia en un momento concreto de la historia, es esencia tratar de ofrecer una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

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