La historia de las civilizaciones la cuentan las personas queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho queel mundo, de un modo u otro,prospere.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Alfredo Kraus, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo fundamental para que podamos poner en valor no sólo la vida de Alfredo Kraus, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Alfredo Kraus, gentes a quienes de de una forma u otra Alfredo Kraus influyó, y sin duda, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Alfredo Kraus.
(Las Palmas de Gran Canaria, 1927 - Madrid, España, 1999) Tenor español. Tras debutar en El Cairo en 1956, su trayectoria le llevó a accionar en múltiples niveles de todo el mundo. De origen alemán, supo construirse un repertorio, si no bastante riguroso, sí elegido y conveniente al inigualable vigor y calidez de su voz, lo que al lado de su técnica especial le dejó cantar superados los setenta años en medio de una posesión de sus facultades vocales. Desde 1965 fue artista titular del Metropolitan de Nueva York. Además de las zarzuelas, su especialidad fueron la ópera francesa y también italiana del siglo XVII, y de él se recuerdan interpretaciones señeras de papeles como los de Werther, Fausto, el duque de Mantua (Rigoletto) y Alfredo (La Traviata). Sin duda, hablamos de entre los enormes tenores del siglo XX.
Hijo de un periodista vienés naturalizado español, efectuó estudios de peritaje mercantil en su localidad natal. De niño intervino, exactamente la misma sus hermanos, en los coros institucionales y de apasionados. María Fiol, entre las organizadoras de la Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria, fue la primera maestra de los tres hermanos. A los 27 años decidió ocuparse de forma plena a la música y marchó a Barcelona a estudiar con Markoff. De allí pasó a Valencia, donde trabajó con el profesor Andrés. En 1956 se anotó en el Conservatorio de Milán, en el que tuvo como maestra a Mercedes Llopart.
Se presentó al Concurso Internacional de Canto de Ginebra, quedando finalista, y allí mismo firmó su primer contrato para debutar como artista en la ópera Rigoletto, en El Cairo. Poco después intervino nuevamente en esa obra de Verdi y en Il pescatore di perle de Bizet en Sevilla, si bien su publicación en todo el mundo sucedió en Lisboa, cantando La Traviata con Maria Callas. A partir de aquí inició una carrera fulgurante que le llevó a accionar en los mucho más esenciales teatros de todo el mundo y con las estrellas mucho más reconocidas. Su repertorio consigue los 25 títulos y se encuentra dentro de los vocalistas de ópera que mucho más extendida salva de aplausos logró (48 minutos cronometrados).
En 1991 festejó sus 35 años de carrera artística con un recital en el Auditorio Nacional de Música y recibió un homenaje en Las Palmas de Gran Canaria. Ese mismo año le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, galardón que compartió con otros seis vocalistas líricos españoles: Pilar Lorengar, Victoria de los Ángeles, Montserrat Caballé, José Carreras, Plácido Domingo y Teresa Berganza.
Un año después, Alfredo Kraus fue excluido de la lista de vocalistas convidados a formar parte en la liturgia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992), lo que abrió una extendida y agria polémica entre Kraus y otras figuras de la lírica nacional como José Carreras, Plácido Domingo y Montserrat Caballé. Kraus acusó a José Carreras de ser el responsable directo de esa exclusión, en la medida en que Carreras (directivo musical de los Juegos), justificó su resolución basado en las reiteradas críticas realizadas por Kraus contra los actos masivos de ópera. Finalmente, y tras una sucesión de acusaciones mutuas, Kraus fue invitado a cantar en la liturgia.
En enero de 1996, con ocasión de la celebración de sus 40 años de profesional, Alfredo Kraus inició una da un giro de un par de años por los niveles líricos de todo el mundo. Al año siguiente, no obstante, el fallecimiento en Madrid de su mujer, Rosa Blanca Ley Bird, sumió en una profunda depresión al tenor, que estuvo nueve meses sin pisar un teatro, si bien volvió entonces a los niveles y prosiguió cantando hasta pocos meses antes de su muerte. Intérprete depuradísimo de proyectos de enorme contrariedad, recibió durante su trayectoria varios premios y galardones.
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