Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la importancia que detentó Alfredo Bryce Echenique en la historia. Cómo vivió y aquello que hizo durante el tiempo que estuvo en la tierra fue decisivo no sólo para las personas que frecuentaron a Alfredo Bryce Echenique, sino que tal vez produjo una huella mucho más honda de lo que logremossospechar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Alfredo Bryce Echenique de modo personal.Alfredo Bryce Echenique ha sido una persona que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Alfredo Bryce Echenique, seducen nuestra atención, deben ayudarnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Alfredo Bryce Echenique, el motivo por el cual Alfredo Bryce Echenique vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Lima, 1939) Narrador peruano cuya prosa desenvuelta y arriesgada lo ha ubicado entre los mucho más auténticos narradores latinos. Bryce Echenique ha creado una narrativa muy cercana al cuento oral, donde se diluyen las fronteras entre situación y ficción, ya que el creador recurre recurrentemente a sus vivencias para modificar un relato vivo y plagado de giros y peripecias. Profundo conocedor de la sociedad limeña, elitista y contradictoria, recurre a la ironía para conseguir un humorismo que quiere ocasionar, según nuestro creador, «la sonrisa lúcida». Es además de esto el constructor del antihéroe latinoamericano en Europa, caracterizado por sus contradicciones personales y una incesante evocación de su lejano país.
Hijo de Francisco Bryce y Elena Echenique, integrantes de la vieja oligarquía limeña, efectuó sus estudios secundarios en los institutos Santa María y San Pablo de Lima (1950-56). En 1957 ingresó a la Universidad de San Marcos de Lima, donde se graduó de bachiller en derecho (1963), letrado (1964), bachiller en literatura con una proposición sobre Hemingway (1964) y doctor en literatura con una proposición sobre Henri de Montherlant (1977).
En octubre de 1964 viajó a Francia con una beca por un año para estudiar en la Universidad de La Sorbona, pero decidió mantenerse en Europa y viajó por Francia, Italia, Grecia y Alemania. Instalado nuevamente en París, inició su trayectoria de escritor y al tiempo se dedicó a la enseñanza, primero como instructor de lengua de españa en un instituto parisiense (1967-68), para pasar entonces a dictar tutoriales de literatura sudamericana en las Universidades de Nanterre (1969-73), La Sorbona (1971-75) y Vincennes (1973-80) en París. En 1980 fue contratado como instructor asociado en la Universidad Paul Valéry de Montpellier. Desde 1985 se instaló en España, radicando en Barcelona y La capital española. En 1997 regresó a Perú.
La obra de Alfredo Bryce Echenique se anota en una corriente de profundos cambios en la narrativa peruana, sucedidos desde la década de 1950 con el paulatino movimiento del alegato indigenista a la expresión de los recientes núcleos urbanos de la costa, formados por el profundo desarrollo migratorio desde el interior del país. Su estilo abiertamente desenfadado y lleno de anécdotas humorísticas y ocasiones jocosas le hace heredero de la prosa de Ricardo Palma, el singular creador de las Tradiciones peruanas, con quien comparte asimismo una tierna y benevolente inclinación por el pasado. Pero lo que para Palma era un ejercicio personal de la historia, en Alfredo Bryce Echenique resulta mucho más bien apelación a la memoria y a la melancolia, y una búsqueda de la especificidad narrativa a través del cuento y la novela.
Bryce Echenique, por otro lado, manifiesta un acabado dominio de la oralidad: sus individuos charlan con una enorme dosis de lozanía y naturalidad. En el chato de la representación popular, su obra proporciona la mayoria de las veces un retrato nostálgico de la aristocracia peruana, venida a menos por el surgimiento de un extenso campo de burguesía comercial al promediar la década de 1950. En ese sentido, el modelo que incentiva la memoria del narrador se muestra como un microcosmos especial, pese a sus desajustes y contradicciones.
Inició su trayectoria literaria con un libro de cuentos, Huerto cerrado (1968), y consiguió enorme éxito con su novela Un planeta para Julius, de 1970, de determinada inspiración biográfica, donde traza el irónico retrato de un ámbito feliz y despreocupado de la oligarquía limeña. La mirada de Julius, que es la mirada de la niñez, basa la vitalidad lingüística y el suave afán paródico del libro.
El planeta de la adolescencia en la alta sociedad limeña es de nuevo el tema inspirador de los cuentos y cuentos de Felicidad ja, ja (1974): historias repletas de melancolía sobre la bien difícil iniciación en la vida. Son siguientes un libro de crónicas, A vuelo de buen cubero (1977), la novela Tantas ocasiones Pedro (1977) y Magdalena peruana y otros cuentos (1986).
La peculiar vida de los intelectuales latinos en Europa, sirviéndose de nuestra experiencia autobiográfica, dio sitio al díptico novelesco Cuadernos de navegación en un sillón Voltaire, conformado por La vida exagerada de Martín Romaña (1981), que traza el desarrollo escencial de un joven con vocación de escritor (su separación con el pasado familiar en el Perú, una época de militancia política en París y la búsqueda de una total reconstrucción que el personaje consigue mediante la escritura), y la segunda parte El hombre que charlaba de Octavia de Cadiz (1985), asimismo centrada en la figura de Martín Romaña.
Otras proyectos suyas de narrativa corto más tarde publicadas son la novela corta Dos señoras conversas (1990), una recopilación de sus Cuentos terminados (1995) y el volumen de cuentos Guía triste de París (1999). Por lo que a novela tiene relación, hay que rememorar los títulos La última mudanza de Felipe Carrillo (1988); Reo de nocturnidad (1997), que le valió el Premio Nacional de Narrativa de 1998, y La amigdalitis de Tarzán (1999). Entre sus últimos escritos cabe nombrar asimismo Permiso para vivir (Antimemorias) (1993); No me aguarden en el mes de abril, de 1995, y A trancas y barrancas (1996).
El período que va desde Un planeta para Julius hasta No me aguarden en el mes de abril es indudablemente el segmento mucho más importante de su obra. Allí, el escritor lleva a cabo con enorme nitidez su concepción de todo el mundo y da brida suelta a los elementos que son los ejes de su escritura: el humor, la memoria y la evocación de un paraíso perdido en la disolución misma de todo el mundo aristocrático. Sus últimos trabajos son Permiso para sentir (Antimemorias II), publicada en 2005, el ensayo Entre la soledad y el cariño (2005) y Las proyectos viles de Pancho Marambio (novela, 2007).
A Alfredo Bryce Echenique se le ubica en lo que el escritor José Donoso llamó (en su Historia personal del Boom, 1972) el "boom-junior", que viene dentro por los escritores latinos de la generación posterior a la formada por Julio Cortázar, Ernesto Sábato, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti y José Lezama Lima, entre otros muchos. Una apreciación de su obra narrativa nos enseña un tránsito desde sus primeros libros, donde ausculta puntos de la sociedad peruana mediante los ojos de individuos que no consiguen amoldarse a la verdad que les ha tocado vivir, a los libros siguientes donde el personaje principal (cuyas vivencias se aproximan a las del creador) consigue una relevancia única. El estilo peculiar de Bryce hizo del creador un modelo paradigmático de narrador oral.
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Es cierto que llegar a comprender a Alfredo Bryce Echenique es algo que se reserva a escasas personas, y que tratar de reconstruir la persona que fue y el modo en que vivió la vida de Alfredo Bryce Echenique es una suerte de enigmaque probablemente lleguemos a reconstruir si cooperamos conjuntamente.
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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos determinantes, ya que perfilan la diversidad, y en el caso de la vida de un ser como Alfredo Bryce Echenique, que tuvo su importancia en un momento histórico concreto, es indispensable procurar mostrar una visión de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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