La historia del mundo la cuentan aquellas mujeres y hombres queen el transcurrir de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho queel género humano, de una forma u otra,avance.
Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la relevancia que atesoró Alfred Sisley en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para quienes frecuentaron a Alfred Sisley, sino que posiblemente legó una señal mucho más honda de lo que podamosimaginar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Alfred Sisley de modo personal.Alfred Sisley fue un ser humano que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas significativas como Alfred Sisley, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa básica para que podamos valorar no sólo la vida de Alfred Sisley, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Alfred Sisley, personas a quienes de de una u otra forma Alfred Sisley influyó, y desde luego, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Alfred Sisley.
Vida y Biografía de Alfred Sisley
(París, 1839 - Moret-sur-Loing, Francia, 1899) Pintor impresionista francés cuya obra, poco apreciada en su tiempo, ganó en reconocimiento con el paso del tiempo. Se formó en el estudio de Gleyre, donde conoció a Monet, Renoir y Bazille, con los que integró el conjunto de los impresionistas. Nunca alcanzó, no obstante, el renombre de la mayoría de sus compañeros de inclinación, y vivió en la pobreza en el momento en que dejó de recibir la asistencia económica de su adinerada familia, la que cesó a causa del hundimiento del negocio familiar en 1871. A partir de 1880 radicó en Moret-sur-Loing, y la mayoría de sus proyectos fueron vistas de la ciudad, de composición monumental y enorme sensibilidad tonal. Cultivó en única el paisaje, en el que incluyó en ocasiones figuras humanas, y empleó una gama de color mucho más limitada que la característica de otros impresionistas.
Correspondiente a una familia de financieros británicos domiciliada en Francia, abandonó sus estudios comerciales en Londres para entrar como aficionado en el estudio parisiense de Charles Gleyre, donde conoció a los vanguardistas del impresionismo Pierre-Auguste Renoir y Claude Monet. Sus primeras proyectos, que acusaban la observable predominación del paisajista francés Camille Corot, reflejaron su predilección por la pintura al aire libre y una progresiva evolución de su paleta hacia las tonalidades visibles especificaciones de su madurez.
La quiebra económica familiar producida por la guerra franco-prusiana de 1870 decidió a Sisley a ocuparse profesionalmente a la pintura. Durante los años siguientes llevó una vida de enorme dificultad en distintas villas de los aledaños de París, rincones que representó con particular atención a los efectos alterables de la luz y del agua en cuadros como La esclusa de Bougival (1873) y Nieve en Louveciennes (1878).
Un caso de muestra muy propio de este instante de su obra es el cuadro Pueblo a la orilla del Sena (1872). El paisaje representado es sencillísimo: en primer chato está la orilla, sombreada por árboles jóvenes en cuyas hojas, lo mismo que en el camino que pasa por la margen contraria, juegan los destellos del sol, unas ocasiones muy refulgentes, otras suaves y apagados. El río semeja un espéculo transparente y asombrosamente azul por el reflejo del cielo. En la verde orilla opuesta se prolonga una vista parcial del pequeño pueblo de Villeneuve-la-Garenne. Sus casas de 2 pisos se detallan especialmente limpias y adornadas en un día de refulgente sol.
Contemplando el cuadro semeja que puede sentirse el rápido vientecillo, el sosiego, el silencio y la calma de este pequeño rincón rural; tal es el arte de Alfred Sisley en su aptitud para trasmitir experiencias. Aunque Sisley es impresionista, en este trabajo (y asimismo en otros) se siente mucho más su nudo con la tradición del arte francés. En esta obra, por poner un ejemplo, se mantiene el principio de la composición entre bastidores, que se remonta a las fórmulas del arte tradicional. Sin embargo, en todo lo demás, o sea, en la forma de colorear y en el dominio magistral de las leyes de la transmisión de la iluminación del aire, el pintor es un impresionista especial.
Frente a la escasa influencia conseguida por sus cuadros en las primeras exposiciones impresionistas, se retiró en 1880 a la pequeña ciudad de Moret-sur-Loing, donde pasó el resto de sus días. Este último periodo estuvo marcado por la afirmación de un estilo poco a poco más personal, que más allá de que revelaba afinidades con las concepciones pictóricas de Monet y Camille Pissarro, se distinguía de ellas por la despacio armonía del color y un sentido prácticamente arquitectónico de la composición, como se puede ver en proyectos como Iglesia de Moret (1893).
Exhibe representativa de ese rumbo mucho más personal es el precioso y expresivo cuadro Día ventoso en Veneux (1882), que, en contraposición con los panoramas claros y radiantes de la mayoría de la creación impresionista, refleja un paisaje sombrío, propio del otoño. La naturaleza está en terminado movimiento: un viento fuerte en un espacio campestre comienza despiadadamente las ramas deshojadas de los árboles; se siente la resistencia de los leños mutilados por las ráfagas de la tempestad. El cielo asimismo está bajo el poder del fuerte soplo; con admirable técnica, Sisley nos lo exhibe encapotado y lleno de nubes que se mueven de manera veloz, pintadas con un estilo próximo al puntillismo, pero con enormes pinceladas, en donde alternan colores blancos, grises y azules. La forma de tratar los árboles y el cielo revela, de una forma demasiado convincente, el tema primordial del trabajo: el viento. La fuerza del colorido semeja depender completamente de la oscilación incesante de la luz, la que surge entre las nubes en incesante movimiento.
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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son decididamente imprescindibles, ya que perfilan la diversidad, y en la ocasión de la vida de un ser como Alfred Sisley, que tuvo su importancia en un momento concreto de la historia, es indispensable procurar ofrecer un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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