Alejandro Toledo

Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la relevancia que atesoró Alejandro Toledo en la historia. Cómo vivió y aquello que hizo en el tiempo en que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para quienes trataron a Alejandro Toledo, sino que a lo mejor produjo una señal mucho más vasta de lo que podamossospechar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Alejandro Toledo de forma personal.Alejandro Toledo ha sido una persona que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Apreciar las luces y las sombras de las personas relevantes como Alejandro Toledo, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa básica para que podamos apreciar no sólo la existencia de Alejandro Toledo, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Alejandro Toledo, personas a quienes de de una forma u otra Alejandro Toledo influenció, y ciertamente, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Alejandro Toledo.

Las biografías y las vidas de personas que, como Alejandro Toledo, cautivan nuestra atención, deben servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Alejandro Toledo, el motivo por el cual Alejandro Toledo vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Alejandro Toledo

(Cabana, 1946) Político peruano que fue el primer presidente de origen indígena del Perú. 0cupó la presidencia de la república entre 2001 y 2006.

Alejandro Celestino Toledo Manrique nació el 28 de marzo de 1946 en la aldea de Cabana, provincia de Pallasca, departamento de Ancash, de un matrimonio indígena, campesinos sin tierras, que tuvo dieciséis hijos. Cuando tenía seis años, la familia, atraída por la prosperidad generada por la pesca, se trasladó a la ciudad ribereña de Chimbote, donde el padre fue peón de la construcción, y la madre, vendedora de pescado.

El joven Alejandro contribuyó a los parcos capital familiares haciendo un trabajo como limpiabotas y vendedor ambulante de lotería, al paso que cursaba el bachillerato en el instituto de San Pedro. Gracias a la beca de una orden religiosa, estudió en la Universidad de San Francisco, donde se graduó en economía (1970), y se licenció y doctoró en la Universidad estadounidense de Stanford con estudios sobre administración empresarial y una proposición sobre elementos humanos en 1976.

Empezó una carrera de economista en todo el mundo como consultor de las Naciones Unidas, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial, con consecutivas estancias en Nueva York, Washington, Ginebra y París. Regresó a Perú en 1981, para ser asesor del presidente del Banco Central y del ministro de Trabajo a lo largo de la presidencia de Fernando Belaúnde (1980-1985). Fue instructor de finanzas en la Escuela de Administración de Negocios para Graduados de Lima.

La organización Perú Posible

En diciembre de 1994 anunció la creación de una organización política, Perú Posible, y su candidatura para las selecciones de presidentes del 9 de abril de 1995, en las que solo consiguió el 3,2 % de los sufragios. En 1996 presentó el manifiesto Cartas encima de la mesa: testimonio y proposiciones para un país viable, en el que denunciaba la corrupción y arremetía contra las políticas económicas de los últimos gobiernos.

Toledo apareció en el primer chato de la política nacional a fines de 1999, en el momento en que desafió al presidente Alberto Fujimori en su búsqueda de presentarse como candidato para un tercer orden presidencial, de incierta constitucionalidad. El Cholo (aldeano indio movido a la localidad), alias con el que fue bautizado por sus orígenes indios, comenzó a encarnar la resistencia democrática en frente de un sistema autoritario y corrupto. En la primera vuelta electoral, conmemorada el 9 de abril de 2000, consiguió el 40,3 % de los votos, al tiempo que Fujimori alcanzaba de manera oficial el 49,8 %.

Toledo flageló «el andamiaje engañoso» que le había robado las selecciones y el 18 de mayo anunció que no concurriría a la segunda vuelta si ésta no se aplazaba hasta el 18 de junio, a fin de corregir las incontables irregularidades detectadas por los observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA). Fujimori rechazó el postergamiento y Toledo retiró su candidatura, repitió la acusación de estafa y solicitó el boicoteo de las urnas. No obstante, la segunda vuelta de las selecciones se festejó el 28 de mayo y Fujimori se atribuyó la victoria, más allá de que las papeletas con el nombre de Toledo sumadas a las depositadas en blanco superaron el 50 %. Perú Posible fue la segunda fuerza por el número de votos (23,2 %) y logró 26 escaños.

Mientras que el Cholo arreciaba su campaña contra el régimen, la situación experimentó un drástico vuelco en la época de septiembre, en el momento en que se difundió un vídeo en el que Vladimiro Montesinos, asesor presidencial y jefe encubierto de los Servicios de Inteligencia Nacional (SIN), aparecía sobornando a un diputado que había descuidado las filas de la oposición para complementarse en las gubernativos. El escándalo alcanzó semejantes des que Fujimori, tras distintas maniobras para aferrarse al poder, dimitió el 19 de noviembre, mientras que estaba en El país nipón. Sin embargo, el Congreso (Cámara única de 120 integrantes) no aceptó su renuncia y lo destituyó por «incapacidad ética persistente» el 21 de noviembre de 2000.

En la novedosa campaña electoral, inútil de imponerse como «el candidato de unión nacional», Toledo partió como preferido y debió enfrentar ciertas supuestas revelaciones poco edificantes sobre su pasado, aireadas por la oposición e inclusive por la reconocida gaceta Máscaras: su negativa a admitir a una hija ilícita de trece años y la amenaza de divulgación de un vídeo escabroso en el que aparecía, bajo los efectos del alcohol y la cocaína, cubierto de mujeres en un hotel de mucho lujo de Lima.

Rehuyó la polémica y atribuyó los asaltos personales al racismo latente en extensos ámbitos de la sociedad, sobresaltados por la oportunidad de que un amerindio va a llegar a la presidencia de la república. Aunque populista en su alegato -se presentó como el candidato de los indios y los pobres-, Toledo defendió la mucho más rigurosa ortodoxia en temas de política económica y prometió hacer un millón de empleos.

La llegada al gobierno

En la primera vuelta de las selecciones de presidentes, el 8 de abril de 2001, Toledo consiguió el mayor número de votos (36,6 %), seguido por Alan García -populista de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA)-, con el 25,8 %, y Lourdes Flores (Unidad Nacional, de derecha), con el 24,1 %. La campaña de descalificaciones se sostuvo hasta la segunda vuelta, conmemorada el 3 de junio, donde Toledo se impuso con el 52,6 % de los votos. García logró el 47,4, % y los votos en blanco y nulos solo alcanzaron el 13,2 %, bajo el 15 % frecuente.

En el Congreso, Perú Posible se transformó en la primera fuerza (40 miembros del congreso de los diputados), pero lejísimos de la mayor parte absoluta (61). Alejandro Toledo tomó posesión de la jefatura del Estado en Lima el 28 de julio, con un llamamiento a todas y cada una de las fuerzas políticas para utilizar un programa de reconstrucción nacional y de comprensión con las instituciones financieras de todo el mundo, comprometiéndose a batallar la pobreza y a ser inexorable con la corrupción. Al día después se trasladó a la ciudadela andina de Machu-Picchu, donde dio merced a los espíritus, entroncó de forma simbólica el comienzo de su orden con el pasado inca y proclamó «el nuevo amanecer» de Perú. Fue la consagración de un indio que supo vencer en el planeta de la civilización estadounidense, la alta tecnología y la globalización económica.

La popularidad de Toledo y el respaldo de la base popular que lo aupó a la presidencia empezó a fragmentarse antes de cumplir su primer año de Gobierno, en el momento en que debió combatir una grave crisis política por las violentas manifestaciones que se desencadenaron en Arequipa, después del aviso de privatización de 2 compañías de electricidad. Durante la campaña electoral, Toledo se había puesto en compromiso con la población regional a no privatizar Egasa y Egesur si alcanzaba la presidencia pero, por último, la compañía belga Tractebel formalizó la adquisición.

Para frenar la revuelta popular, el máximo gobernante del país dictaminó el estado de salvedad en el departamento sureño y por último debió firmar un convenio con las autoridades locales -Acta de Arequipa- en el que se comprometía a suspender las privatizaciones hasta el momento en que el poder judicial resolviera los elementos interpuestos. No obstante, la solución de la crisis provocó la dimisión del ministro del Interior y forzó a Toledo a arrancar una exclusiva etapa de recomposición de su emprendimiento político.

Asimismo los pequeños productores madereros del departamento de Madre de Dios empezaron una campaña de manifestaciones contra el Gobierno para reclamar la anulación de las concesiones forestales concedidas a la compañía privada. Las manifestaciones se alargaron a lo largo de una semana y se saldaron con varios accidentes. Para retomar la idea política y progresar la estropeada popularidad de su orden, Toledo optó por último por una rehabilitación de su Gobierno.

El presidente peruano volvió a combatir una exclusiva situación crítica en la primavera de 2003. Los gremios de profesores, labradores, usados de la sanidad pública y del poder judicial se declararon en huelga indefinida para reclamar actualizaciones salariales y paralizaron la actividad del país a lo largo de múltiples semanas.

Frente a la amenaza de caos popular y con la meta de frenar la avalancha de manifestaciones sindicales que habían logrado movilizar a prácticamente 2 miles de individuos, el 27 de mayo Toledo dictaminó el estado de urgencia por un periodo de tiempo de 30 días. Por otro lado, la reconstitución de Sendero Luminoso, que resurgió en escena con un corto y multitudinario secuestro de 71 trabajadores, agudizó el especial instante político del aparato de Gobierno de Toledo. El presidente anunció entonces su resolución de no presentarse a la reelección en los comicios de 2006 y designó novedosa jefe del Gabinete a Beatriz Merino.

Durante el mes de noviembre, la crisis volvió a menear los cimientos del Ejecutivo peruano y llegaron las renuncias de los sucesos de Comercio, Exteriores y Defensa. Incapaz de normalizar el engranaje de su aparato de Gobierno, antes de terminar el año el presidente solicitó la dimisión de todos su ministros. Con un descenso vertiginoso de popularidad y arduos problemas internos en su partido, Toledo cumplía la primera mitad de su orden presidencial.

En los primeros días de febrero de 2004, el presidente dio por zanjada la crisis con el ascenso de un nuevo Ejecutivo, que viene dentro en la mayoría de los casos por independientes y solo tres componentes del partido oficialista Perú Posible; entre ellos, el presidente Carlos Ferrero. Pero sus intentos por reconducir el rumbo político del país no fructificaron y antes del verano, 2 pesos pesados de su Administración, los ministros de Interior y Agricultura, dimitieron envueltos en sonados escándalos.

Sus ideas de índole económico tampoco fueron bien recibidas y, el 14 de julio de 2004, fueron respondidas de manera mayoritaria en las calles peruanas con una huelga general. Ese mismo mes, la capacitación oficilialista Perú Posible fue objeto de demanda por un presunto delito de falsificación masiva de firmas para cumplir, en los orígenes del partido, con los requerimientos de inscripción de las autoridades electorales.

Las amenazas de desestabilización política se sucedieron con dañina continuidad en los meses siguientes y la celebración de la llegada del nuevo año guardaba aún desapacibles sorpresas para el presidente Toledo. El 1 de enero de 2005, un nutrido conjunto de ex- militares ultranacionalistas se rebeló en Andahuaylas, al sur del país, y demandó la renuncia del jefe del Estado como condición para deponer las armas.

Toledo dictaminó el estado de urgencia en la región y envió efectivos policiales para frustrar la rebelión. La aventura insurrecto concluyó 4 días después con la detención del líder rebelde y un cómputo de seis fallecidos, 4 de ellos policías. La asonada asimismo forzó la salida del Gobierno del ministro del Interior y forzó al Ejecutivo del presidente Carlos Ferrero a sortear las peticiones de censura que presentó la oposición en el Parlamento.

Antes de acabar el mes, el presidente Toledo fue testigo del arresto de su hermana, Margarita Toledo, acusada de formar parte en la situacion de la falsificación de firmas para el partido. Iniciado el mes de mayo, la comisión parlamentaria que estudió este presunto estafa acusó al presidente, como coautor, de los delitos de asociación para delinquir y contra la fe pública y solicitó la app de sanciones penales y constitucionales. El Congreso rechazó al final comenzar un juicio político contra Toledo si bien la situacion continuó abierto en los tribunales ordinarios.

El Ejecutivo peruano volvió a sufrir otra situación de crisis a lo largo de los primeros días de agosto tras la resolución del presidente de denominar ministro de Exteriores a Fernando Olivera, político discutido y también impopular, ex- embajador en España y principal creador del Frente Independiente Moralizador (FIM); primordial aliado del gobernante Perú Posible y enemigo proclamado de la opositora Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). La designación de Olivera provocó la renuncia instantánea y también irrevocable del jefe del Gabinete, Carlos Ferrero, y un rechazo sin precedentes en la red social política.

Toledo debió desdecirse para conjurar la peor crisis de su orden y anunció una rehabilitación de su Gobierno donde quedó descartada la existencia de Olivera. Pese a la rectificación, el reconocimiento del presidente descendió en picado. El 16 de agosto de 2005, Toledo puso fin a esa enésima crisis con la designación del titular de Economía, Pedro Pablo Kuczynski (popularmente conocido como PPK), como nuevo jefe del Gabinete.

La intención de Toledo de descentralizar el Estado, una vieja aspiración que puso en marcha desde el principio de su administración con la decisión de presidentes regionales, tampoco halló el respaldo preciso entre la población. El 30 de octubre de 2005, la mayor parte de los peruanos manifestó en referéndum su oposición al plan del gobierno de entablar en el país "macrorregiones" con mayor peso político y mucho más autogestión presupuestaria.

Con este bagaje a cuestas, las pretensiones de Perú Posible de actualizar orden presidencial eran mucho más que limitadas y el candidato oficialista Rafael Belaúnde, hijo del ex- presidente Fernando Belaúnde, solamente conseguía despegar en las investigaciones de intención de voto. No hubo siquiera opción de revisar la aptitud de reacción del candidato pues el primero de los días de febrero de 2006 Belaúnde notificó al presidente Toledo de su renuncia; una resolución que dejaba al partido gobernante fuera de la pelea en las de presidentes. Los comicios se resolvieron en segunda vuelta el 4 de junio con la victoria del ex- presidente Alan García sobre el nacionalista Ollanta Humala.

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