Alejandro San Martín

La historia universal está escrita por aquellas mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho quela humanidad, de un modo u otro,prospere.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas significativas como Alejandro San Martín, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa fundamental para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Alejandro San Martín, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Alejandro San Martín, aquellas personas a quienes de de una u otra forma Alejandro San Martín influyó, y sin duda, entender y comprender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Alejandro San Martín.

Las biografías y las vidas de personas que, como Alejandro San Martín, atraen nuestra curiosidad, deben ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Alejandro San Martín, el motivo por el cual Alejandro San Martín vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Alejandro San Martín

(Alejandro San Martín y Satrústegui; Larraínzar, 1847 - Madrid, 1908) Médico español. Hijo de un médico rural, cursó los tres primeros años de bachillerato en Pamplona. En 1860 se trasladó a Madrid, y desde entonces estuvo bajo la tutela de su tío, Basilio San Martín, respetado cirujano que, entre otras muchas cosas, había sido entre los introductores en España de la anestesia por inhalación. Tuvo, merced a él, una vigilada capacitación. Tras finalizar el bachillerato, estudió medicina con inusual brillantez en la Facultad de Madrid, donde consiguió el título de licenciado en 1869 y el de doctor el año siguiente.

A lo largo de prácticamente 4 años, San Martín ejercitó como médico en un pueblo navarro. En 1874 ganó por oposición la cátedra de terapéutica de la Facultad de Medicina de Cádiz. Aunque tenía enorme inclinación por el trabajo en fase de prueba, se consagró a la cirugía, en parte por predominación de su tío. La culminación de su trayectoria fue hallar, en 1882, la cátedra de nosología quirúrgica de la Facultad de Madrid, que ocupó hasta su muerte.

San Martín participó activamente en puntos variadísimos de la vida médica y asimismo de la política. Fue integrante de varias comisiones oficiales, entre ellas, las que el Gobierno nombró en 1885 para dictaminar sobre la vacunación anticolérica de Jaime Ferrán. Asistió a varios congresos nacionales y extranjeros, y perteneció a la Real Academia de Medicina y a otras instituciones. A partir de 1898 fue senador y, desde junio a diciembre de 1906, ocupó el cargo de ministro de Instrucción Pública.

Como cirujano, fue un habitual fan de la forma de pensar fisiopatológica. No solo creía que la cirugía tenía una finalidad restauradora y servible y no únicamente exerética, sino creía que su primordial fundamento era la investigación de laboratorio. En consecuencia, efectuó trabajos experimentales para arreglar inconvenientes quirúrgicos.

Su esencial contribución a la cirugía vascular es la que mejor refleja esa forma de pensar. El punto de inicio de sus estudios sobre el tema fue, en 1898, la oportunidad de eludir la propagación de la gangrena de un integrante por endarteritis obliterante, a través de una anastomosis arteriovenosa que trasladase a la vena primordial la sangre arterial que no podía llegar por la arteria obstruida. Teniendo presente las destacables condiciones anatómicas y fisiológicas del árbol venoso, examinó su adaptación a la sangre arterial en las situaciones clínicos de aneurisma arteriovenoso, entre otros muchos, los producidos en la flexura del codo por la picadura de la lanceta de los sangradores.

Por otro lado, trabajó mucho más de un par de años en extensas series de ensayos en animales, estudiando el accionar de anastomosis por invaginación de la arteria en la vena y de anastomosis laterolaterales. Las 2 primeras apps al hombre de esta última técnica -que pareció la conveniente- no lograron eludir la amputación, pero quedó abierto un sendero que desarrollaría brillantemente José Goyanes Capdevila, su más importante acólito.

En su Cirugía del aparato circulatorio (1902), San Martín concluyó que «la anastomosis arteriovenosa es una auténtica autotransfusión sanguínea o hemoplástica y se ofrece por el momento impedir la desaparición local inminente... en el futuro, si el procedimiento prospera, va a haber de ser aplicada, no tan solo a las situaciones de asfixia, sino más bien a los de pobreza hemática de zonas u órganos ciertos».

Otro lote en el que San Martín efectuó visibles aportaciones auténticos fue el régimen quirúrgico de las neuralgias faciales. Comenzó por llevar a cabo resecciones del trigémino y de los nervios maxilares superior y también inferior, y también inventó después una técnica de «excisión esfenoidal de dentro afuera en la extirpación del ganglio de Gasser». La presentó primero en una comunicación al XIV Congreso Médico Internacional, festejado en Madrid en 1903, y la describió entonces en aspecto en un producto de 1905.

A lo largo de los últimos meses de su historia estuvo ocupado en fundamentar con indagaciones anatómicas y fisiológicas otro trámite original de «neurectomía de la segunda rama del trigémino con orificación del orificio redondo mayor». Solamente llegó a divulgar una comunicación preliminar, y los datos anatómicos que proceden de su estudio se dieron a conocer como trabajo póstumo (1909).

Menor relieve tuvieron el resto noticias quirúrgicas debidas a San Martín. Recordar únicamente sus métodos de resección de los maxilares superiores (1890), de amputación osteoplástica de las extremidades inferiores (1899) y de colostomía subespinosa (1903). Propuso asimismo actualizaciones en la anestesia, inventó modelos de pinzas para hacer más simple las ligaduras y fue un temprano difusor de la asepsia, tal como de la utilización de los rayos X. Dejó inacabado un Curso de Patología quirúrgica (1884), de orientación fisiopatológica, en el que se puede destacar la exposición dedicada al shock traumático.

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