La historia universal está escrita por las personas quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela civilización, de una forma u otra,avance.
(Barcelona, España, 1920 - Cartagena, Colombia, 1992) Pintor colombiano. Su familia se trasladó terminantemente a Barranquilla en el momento en que el futuro pintor había cumplido dieciséis años. Con toda seguridad, el cambio de cultura, de localidad y de ámbito impresionaron al joven, de forma especial el exuberante trópico, con su luz brillante y aire de independencia. Aprendió entonces a comer pescado con ñame, sancocho de sábalo, a fumar Pielroja (cigarro que fumó hasta su muerte) y a tomar ron blanco.
En 1938 se trasladó a Boston, Massachusetts, con la intención de estudiar aviación, carrera que prácticamente concluyó, pero por inconvenientes con un instructor fue expulsado de la escuela y regresó a Barranquilla, a trabajar en la factoría de textiles de su padre, como supervisor de producción. Pronto entendió que ese no era su ámbito y decidió irse, en 1939, a trabajar como conductor de camión en las recién abiertas petroleras del Catatumbo, lo que formó otro enorme estímulo para su trayectoria de pintor, ya que la selva y su planeta, el de los motilones, lo embelesaron.
Poco tiempo duró en el Catatumbo: entendió que su destino se encontraba en los pinceles, la paleta, la espátula y los colores. Viajó entonces, en 1940, por segunda vez a Boston, con el objetivo de estudiar pintura. Luego de ciertas adversidades para hallar cupo en alguna academia, ya que se le consideró "inepto", se inscribió en el sótano del Museum of Fine Arts School, donde funcionaba una escuela para pequeños. Duró en ella solamente un semestre y allí efectuó su primera exposición. Viajó entonces a España, como vicecónsul de Colombia en su Barcelona natal.
En la ciudad más importante catalana se vinculó a la conocida Escuela de Artes de la Llotja, pero fue expulsado poco después por proteger apasionadamente el arte americano. Ingresó entonces en el Círculo Artístico y después se transformó en autodidacta, dedicándose a perfeccionar sus entendimientos a través del estudio directo de las proyectos de los enormes pintores sexys españoles: Francisco de Goya, a quien consideraba el pintor más especial, y Diego Velázquez. Otros de sus ídolos fueron Rembrandt, por la rebeldía contra la injusticia que manaba de sus cuadros; Picasso, por su predominación sobre la pintura moderna, y las pinturas rupestres de las grutas de Altamira, de manera especial su popular bisonte, que inspiraría transcurrido un tiempo los cuadros de toros y cóndores de Obregón.
Continuó en Barcelona hasta 1944 y allí efectuó una exposición individual. De regreso a Colombia, se residió en Bogotá, localidad donde compartió estudio con el pintor Ignacio Gómez Jaramillo, en la mansarda de la vivienda de Juan Friede, y se vinculó al planeta intelectual y bohemio de la ciudad más importante. Además, fue nombrado instructor de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, en donde ha podido efectuar una obra enorme, como fue la de sacar a la escuela del estancamiento académico en el que la habían dejado los pintores colombianos de principios de siglo.
Desde su temporada de vivienda en Boston hasta 1946, estuvo en un persistente desarrollo de capacitación; su pintura es contradictoria y fluctúa entre cierto academicismo clásico y un expresionismo muy forzado influido por Cézanne. Sin embargo, empezaba ahora a enseñar su característico estilo escencial y fogoso, como revela su cuadro Retrato de Bolívar (1944), en que pintó con colores violentos al Libertador Simón Bolívar, con una figura en colorado cubierta por una cubierta amarilla y negra.
El año siguiente, en una exposición retrospectiva de 62 proyectos suyas que se hizo en la Sala Gregorio Vásquez de la Biblioteca Nacional de Bogotá, se podía ver el abandono de los colores violentos, que pasó a sustituir por tonalidades grises; sus temáticas dominantes fueron autorretratos, cabezas femeninas y panoramas.
Expresionismo mágico
El cambio definitivo en la pintura de Alejandro Obregón empezó en 1947, en el momento en que incorporó a su pintura lo que se dió en llamar "expresionismo mágico", con recuerdos del cubismo. Introdujo la temática de los peces, de las barracudas, pero asimismo los hechos de la temporada, ya que presenció en Bogotá los hechos del 9 de abril de 1948: vio arder la localidad, ríos de sangre por las calles, guardes saqueados, escombros y fallecidos, datos que guardó en su cabeza y que le sirvieron para colorear sus Masacres, que además de esto le dejaron expresar su catástrofe interna, la que todo artista transporta en sí, y que le dejó entender que, sin abandonar la independencia artística, podía denunciar, si bien "jamás arreglar, pues la pintura por sí misma jamás arregla nada".
Su empeño por sacar del acartonado academicismo el arte colombiano continuó: imbuido de determinada "conciencia" popular, se dedicó a la búsqueda de un lenguaje propio. En 1948-1949 fue directivo de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, ocasión que aprovechó para mudar a los vetustos instructores y hacer un centro abierto en el que se pintaba en todo momento.
En mayo de 1949 viajó a París, donde continuó hasta 1954. Durante esos cinco años, se dedicó a determinar y cualificar su estilo, y conoció a Picasso. Aunque expuso en Alemania, Montelimar y París, fue en 1955, al mostrar en la Unión Panamericana de Washington, en el momento en que se posicionó de forma determinante como entre los enormes artistas contemporáneos. Había pintado ahora 2 de sus proyectos mucho más simbólicas: Puertas y el espacio (1951) y Bodegón en amarillo (1955).
En julio de 1955 regresó a Colombia para ponerse adelante del movimiento nacional de artes plásticas. Inició una pintura simbolista representada en animales como el toro (símbolo de la fuerza, del impulso, de lo masculino, de lo primario), el pez (contraseña cristiana), las flores (que simbolizan la inocencia), elementos de la vida diaria (el martillo, la tenaza...) o artículos naturales americanos como el tabaco o el maíz.
A principios de 1956, en Barranquilla, entró a ser parte del Grupo de la Gruta. Comenzó a colorear murales: uno para la vivienda de Carlos Martínez Leyes y otro para el Banco Habitual. Ratificó sus éxitos al hallar el primer premio en la Exposición Gulf Caribean Internacional, en Houston. Participó en el Concurso Guggenheim, que sucedió en el Museo Nacional, y ganó el primer premio con su óleo Velorio, que fue conseguido por la Unión Panamericana de Washington. Además, el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió una de sus proyectos. El año siguiente, aparte de formar parte en la IV Bienal de São Paulo, expuso en la Galería Creuze de Nueva York y en Washington.
La tercera etapa artística de Alejandro Obregón entiende el periodo 1958-1965: madurez plena, un estilo personal, expresionista y americanista, con formas abiertas y robustas, que solo mencionan a la excelencia y a la feracidad del conjunto de naciones. En 1959 fue nombrado instructor de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Incluyó en su temática pictórica a los cóndores, una clase conminada de extinción con la que tuvo una próxima relación en el zoológico de la Ciudad Blanca. Ese interés por el cóndor lo reflejó en el enorme mural que pintó ese año para la entrada de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República en Bogotá.
En esta etapa incluyó asimismo tigres, alcatraces, mojarras y toros, con lo que enriqueció y vivificó su pintura, la logró mucho más emotiva, mítica y mágica. También ingresó los volcanes, tema con el que, en el mes de agosto de 1960, atrajo la atención del público en una exposición conjunta con Fernando Botero, Guillermo Wiedemann y Eduardo Ramírez Villamizar conmemorada en la Biblioteca Luis Ángel Arango.
Entre 1962 y 1963, Alejandro Obregón ganó el Premio Nacional de Pintura del XIV Salón de Artistas Colombianos con La crueldad, quizás su obra mucho más conocida, que confirmó su irrenunciable vocación de demanda y lo afianzó como el enorme profesor de la pintura colombiana, a eso que asistió su participación en la Exposición Itinerante de Arte Colombiano en Europa, estructurada por Marta Traba.
En 1963 presentó en el XV Salón de Artistas Colombianos el óleo Genocidio, que fue proclamado fuera de certamen. Acorde con su humanismo, en el mes de mayo de ese año pintó Homenaje a un poeta fallecido, expuesto en la Galería de Arte Moderno a lo largo del homenaje al poeta Jorge Gaitán Durán. Expresó su multifacética personalidad artística en el momento en que efectuó la escenografía para el ballet La hechizada, comandado por su segunda mujer, Sonia Osorio.
En noviembre de 1963 renunció a la dirección de la Escuela de Pintura de la Universidad del Atlántico y viajó a Europa, donde continuó hasta febrero de 1964. Su producción artística se multiplicó y, por ejemplo proyectos, pintó los murales del Banco Comercial Antioqueño de Bogotá y del National City Bank de Barranquilla. En octubre consiguió el primer premio de la II Bienal Suramericana de Arte que sucedió en Córdoba, Argentina. También recibió un considerable reconocimiento en el momento en que la Unión Panamericana grabó el reportaje Alejandro Obregón, de Colombia, pinta un mural, donde el artista explicaba la técnica de la pintura al fresco. En septiembre efectuó una exposición retrospectiva (1939-1965) en la Galería Colseguros.
En 1966 abrió una exclusiva etapa artística caracterizada por el paso del óleo, técnica que consideraba obsoleta, al acrílico, a su comprender el medio del siglo XX. Este cambio quitó, precisamente, secreto y fuerza a su obra. Inició esa novedosa etapa con la temática Los huesos de mis bestias. Cambió asimismo de vivienda, y en 1967 pasó del taller de Barranquilla a otro en Cartagena de Indias. Frecuentemente, con una aceptable dosis de ron Tres Esquinas, chillaba: "¡Que viva Cartagena, aquí voy a vivir para toda la vida!". Y allí viviría, ciertamente, hasta el desenlace.
Inició esta etapa de su historia artística con la obtención, por segunda vez, del premio del XVIII Salón de Artistas Colombianos de 1966 con el óleo Ícaro y las avispas, y en el salón del año siguiente participó con la estatua en bronce Aveseli Raptolauro, uno de sus pocos ensayos en el campo de la estatua. A dicho acontecimiento solo volvió en 1973, en calidad de integrante del jurado del XXIV Salón. Incursionó asimismo en otros campos: en 1968, participó en el rodaje de la película Queimada, del italiano Gillo Pontecorvo, al lado del actor estadounidense Marlon Brando, y por año siguiente ensayó el grabado. En 1972, ilustró la obra de su amigo Álvaro Cepeda Samudio Los cuentos de Juana y en varias oportunidades se dedicó a la poesía. En 1975 efectuó su única enorme estatua (12 toneladas de bronce y siete metros de prominente), que adorna la plazoleta de Telecom, en Bogotá.
Nuevos temas
En los años setenta Obregón insistió, hasta la obsesión, en las temáticas que lo consagraron, pero asimismo ingresó ciertos otros temas como el de la brujería y la figura del almirante español Blas de Lezo. En 1975, de la misma un viejo popular de el, el historiador Juan Friede, se interesó por José Antonio Galán y la Revolución Comunera de 1781 y pintó el cuadro Zozobra: el grito de Galán, que presentó en la exposición de la Plástica Colombiana del Siglo XX, estructurada por la Casa de las Américas en La Habana (1976). Continuó exponiendo en las primordiales galerías bogotanas: Arte Moderno, Belarca, El Callejón, Independencia, La Rebeca, Centro Colombo Americano y en la Biblioteca Luis Ángel Arango.
También se sostuvo su asistencia a bienales sudamericanas y la obtención de galardones, como el Gran Premio Latinoamericano Francisco Matarazzo Corintio de la IX Bienal de São Paulo, por su Ícaro calcinado. Sus retrospectivas mucho más recordables fueron la del Center for Inter-American Relations de Nueva York, de abril de 1970, y la de 1991 en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, que reunió cinco décadas de su historia artística y fue asimismo su última exposición en vida. De ella se recuerdan ciertos apuntes: en el momento en que se se encontraba montando la exhibe, el curador Eduardo Serrano, por una imprudencia, debió soportar un regaño fuerte del profesor, que acabó con la exclamación: "¡Artista aniquila a crítico de arte!". Más adelante, a lo largo de la inauguración, Obregón ha dicho: "¡Me impresiona ver cuadros que no recuerdo haber pintado!".
Espectaculares y también incisivos fueron sus conocidos y lacónicos aforismos sobre arte. En 1970 Alejandro Obregón recibió la Orden de San Carlos, adjuntado con Edgar Negret, y un mes antes de su muerte el gobierno le dio la Cruz de Boyacá, que fue recibida por su hija Silvana. En 1971 ejecutó un cóndor para el salón de sesiones del Consejo de Ministros, y en el mes de diciembre de 1972 pintó La Anunciación para el Vaticano. Continuó haciendo murales en esenciales entidades bancarias y gubernativos, como el de la sede primordial del Banco de Colombia en Bogotá, Sombra extendida y música de días en homenaje al poeta José Asunción Silva, y en exactamente el mismo año, otro para Telecom de Bogotá.
En 1972 incorporó como temática su vieja pasión por la aviación con una secuencia de proyectos sobre navegación aérea efectuadas en Holanda para la aerolínea KLM. De todas y cada una formas, en su serie de Ícaros, Obregón expresó, a través de el simbólico personaje, tal como en sus cuadros en homenaje a Saint-Exupéry, su deseo de volar.
Durante la década de los ochenta tomó como propia la temática ecológica, muy en especial el tema de la Isla Salamanca, donde los mangles agonizaron y fallecieron por carecer de oxígeno; pintó, por poner un ejemplo, una salamandra con chancros y mencionó que su majestuoso cóndor, de 1971, solo sería "un animal inmundo y pustuloso por obra del detritus de la polución".
En 1984 fue el artista de la paz: pintó palomas en una campaña del país contra la crueldad; no obstante, el rapto del ganadero Abraham Domínguez prácticamente logró fracasar la campaña, ya que Obregón conminó con no colorear su paloma si no liberaban a su amigo. De este periodo quedan 2 enormes murales: Dos mares, tres cordilleras (1986), en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, y Amanecer en los Andes (1983), en la Sede de las Naciones Unidas, en Nueva York.
Obregón murió el 11 de abril de 1992, víctima de un tumor cerebral que afectó con seriedad su vista y que lo forzó a viajar a fines de febrero de ese año, por última vez, a los Estados Unidos para someterse a un régimen. Falleció en Cartagena pero fue enterrado en Barranquilla. En noviembre de 1992, la galería El Museo organizó un homenaje a la memoria del profesor en que se incluyó una pequeña retrospectiva y donde participaron ciertos enormes pintores latinos: José Luis Cuevas, Fernando de Szyszlo, Armando Morales, Teresa Cuéllar, Manuel Hernández y María Paz Jaramillo, quienes enseñaron, en su lenguaje, qué significó Obregón en su historia y en su obra. El mucho más conmovedor de los homenajes tributados a Obregón fue el del mexicano José Luis Cuevas, que pintó con 4 pinceles que llevaban aún la huella del trabajo de Alejandro Obregón.
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