Alejandro I de Battenberg

La historia universal la escriben las personas queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela civilización, de una forma u otra,prospere.

Ya sea inspirando a otros o formando parte de la acción. Alejandro I de Battenberg es uno de esos seres humanos cuya vida, en verdad, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Alejandro I de Battenberg es conocer más acerca de etapa determinada de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la importancia que atesoró Alejandro I de Battenberg en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo mientras permaneció en este mundo fue determinante no sólo para quienes trataron a Alejandro I de Battenberg, sino que quizá dejó una señal mucho más vasta de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Alejandro I de Battenberg en persona.Alejandro I de Battenberg ha sido un ser humano que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Alejandro I de Battenberg, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa básica para que podamos apreciar no sólo la vida de Alejandro I de Battenberg, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Alejandro I de Battenberg, personas a quienes de un modo u otro Alejandro I de Battenberg influenció, y indudablemente, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Alejandro I de Battenberg.

Vida y Biografía de Alejandro I de Battenberg

(Príncipe Alejandro José de Battenberg o de Bulgaria; Verona, 1857 - Gratz, 1893) Primer príncipe soberano de Bulgaria. Permaneció en el poder desde el 29 de abril de 1879 hasta el 7 de septiembre de 1886. Tercer hijo del príncipe Alejandro Emilio de Hesse y de Julia de Hauke, desde su nacimiento, por expreso deseo de su padre, recibió el título de príncipe de Battenberg, exactamente la misma sus hermanos, más allá de que su madre no pertenecía a la nobleza.

Tras acabar sus primeros estudios ingresó en la Escuela Militar de Dresde, donde prontísimo resaltó por sus enormes talentos para la estrategia. Tras licenciarse con honores, fue integrante de la guarda del enorme duque de Hesse, tras lo que participó en la guerra ruso-turca (1877-1878) como integrante del 8º Regimiento de los hulanos de Rusia. En la citada guerra Alejandro estuvo en el ubicación de Plewna y, tras atravesar los Balcanes, acompañó al zar Alejandro II de Rusia en la campaña que efectuó en Bulgaria.

Tras el Congreso de Berlín, sus buenas relaciones con el zar le valieron su ascenso como príncipe soberano de Bulgaría. Alejandro se transformó en un claro símbolo del deber alcanzado entre las potencias de europa, puesto que aparte del acompañamiento del zar, recibió el del kaiser Guillermo I de Alemania y el de la reina Victoria I de Inglaterra, sin que el sultán otomano, del que dependía teóricamente este territorio, pudiese realizar nada por evitarlo. Una reunión de visibles búlgaros, reunida en la localidad de Tirnovo con la intención de ofrecer oficialidad al ascenso, apoyó su candidatura y tomó posesión el 29 de abril de 1879. Dos meses después, el 6 de julio, Alejandro entró en Sofía.

Prontísimo Alejandro se halló con que verdaderamente no disfrutaba de ningún poder, ya que los auténticos mandatarios eran los militares y gobernantes prorrusos, los que no contaban con el acompañamiento del pueblo, que miraba con cuidado la autoridad que el zar desplegaba en su país. El nuevo príncipe procuró desvincularse de la predominación rusa. Puso en marcha un plan por el que quedaba suspendida la constitución búlgara, que había sido desarrollada en el citado Congreso de Berlín, y convocó una exclusiva reunión que le dio poderes absolutos por un intérvalo de tiempo de siete años.

Nombró un nuevo consejo de ministros, poniendo adelante de la administración al jefe del Partido Nacional, Sankoff. Pero la insuficiente situación búlgara no le dejó distanciarse de la esfera rusa, con lo que el príncipe debió ofrecer marcha atrás en varias de sus reformas y reestructurar de nuevo el gobierno. Así, poco tiempo después nombró al jefe del Partido Radical, Karaveloff, jefe de gabinete, gracias a las buenas relaciones que este sostenía con los rusos.

La desaparición del zar Alejandro II y la sublevación habitual de Rumelia Oriental (septiembre de 1885), cambió claramente la situación para Alejandro I de Bulgaria, puesto que aceptó integrar estos territorios a su reino y desde el comienzo no contó con las simpatías del nuevo zar. El propio Alejandro III de Rusia solicitó a los países que habían participado en el Congreso de Berlín que destituyeran al príncipe gobernador de Bulgaria, ya que había infringido ciertas condiciones que se le habían impuesto antes de su proclamación. Su disgusto fue tal que desposeyó a Alejandro de Battenberg de su graduación en el ejército ruso.

Aparte de estos inconvenientes, prontísimo el príncipe se vio obligado a usar las armas, en tanto que Serbia, al sentirse conminada, decidió irrumpir Bulgaria con el objetivo de poner freno a la hipotética reunificación de la llamada Gran Bulgaria. Tras asumir en lo personal el mando del ejército, logró despedir a los invasores y logró esenciales victorias que le llevaron aun a sitiar Belgrado. Pero la situación en todo el mundo forzó a Alejandro I de Bulgaria a ofrecer marcha atrás, en tanto que Austria presionó a fin de que se firmase la paz entre los contricantes, que quedó sellada el 3 de marzo de 1886.

Tras estos hechos, el zar solicitó que se celebrara una asamblea de las primordiales potencias de europa en Estambul, con la intención de zanjar la cuestión. Alejandro I de Bulgaria, que contó con el total acompañamiento de Inglaterra, logró poner bajo su control Rumelia Oriental por un intérvalo de tiempo de cinco años. El 21 de agosto de 1886, un golpe de Estado respaldado por los rusos le derribó del poder y fue expulsado del país. Las reacciones no tardaron en mostrarse: el pueblo había tomado partido por el gobernante, y tres días después, el 24 de agosto, fue derruido el gobierno provisional que habían instaurado los golpistas. El 3 de septiembre Alejandro de Battenberg entraba en Sofía ovacionado por la multitud.

El caluroso recibimiento que recibió Alejandro no logró mucho más que irritar al zar, que logró llegar a príncipe la amenaza de que sí no permitía en dejar el poder comenzaría una guerra, en la que no tendría ninguna oportunidad el ejército búlgaro. En espera de la reacción del resto de países, Alejandro de Battenberg instituyó un consejo de regencia y abandonó Bulgaria el 7 de septiembre.

A lo largo de los meses siguientes Alejandro I de Bulgaria procuró realizar todo cuanto estuvo a su alcance para ser restaurado en su cargo, pero sus sacrificios fueron inútiles; las potencias de europa optaron por terminar a la crisis búlgara con el ascenso como monarca de Fernando de Coburgo, que reinaría como Fernando I de Bulgaria (1887-1918). El príncipe de Battenberg decidió retirarse al castillo de Jugenheim (Frankfurt), donde radicaba su padre.

Retirado prácticamente completamente de la vida pública, a lo largo del año 1887 procuró casarse con entre las hijas del emperador de Alemania para prosperar su situación, pero tras el fracaso de las negociaciones decidió dejar sus pretensiones y vivir de manera desentendida. En 1888 abandonó su título de príncipe de Battenberg y empezó a emplear el de conde de Hartenau, y poco después sorprendió a toda Europa tras casarse con una artista de Viena. Instalado en Austria, en concreto en la localidad de Gratz, en el año 1891 se le dio el mando de un regimiento al que se dedicó hasta hoy de su muerte, el 17 de noviembre de 1893, a la temprana edad de 36 años.

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