Alberto Sordi

La historia de las civilizaciones la escriben las mujeres y hombres queen el transcurrir de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela humanidad, de una forma u otra,progrese.

Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Alberto Sordi es uno de esos sujetos cuya vida, en verdad, merece nuestra consideración por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Alberto Sordi es comprender más acerca de una época concreta de la historia de la humanidad.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la trascendencia que tuvo Alberto Sordi en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que frecuentaron a Alberto Sordi, sino que posiblemente dejó una huella mucho más vasta de lo que logremosconcebir en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Alberto Sordi personalmente.Alberto Sordi fue un ser humano que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Alberto Sordi, seducen nuestro interés, deben servirnos siempre como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Alberto Sordi, el motivo por el cual Alberto Sordi vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Alberto Sordi

(Roma, 1920 - 2003) Actor italiano. Alberto Sordi nació el 15 de junio de 1920 en el habitual vecindario del Trastevere de Roma. Fue el último de los 4 hijos del instructor de música Pietro Sordi y la profesora Maria Righetti, romanos ilustrados y trabajadores que pasaron la vida en las salas, con lo que a lo largo de sus primeros años quedaba al precaución de sus hermanos, Savina, Aurelia y Giuseppe.

Ahora desde pequeñísimo Albertino probó semejantes talentos vocales que su padre, a la sazón directivo de orquesta ocasional en el Teatro de la Ópera de Roma, encauzó sus pasos hacia el canto. A los diez años y hasta la prematura transformación de su voz cantó como soprano en el coro de la capilla Sixtina, y poco después empezó a formar parte en las giras por Italia de la Piccola Compagnia del Teatrino delle Marionette.

En 1931 ingresó en el Istituto d’Avviamento Commerciale Giulio Romano, pero intuía ahora entonces que su vocación era el teatro y, a puntito de finalizar sus estudios, los abandonó para ocuparse al espectáculo. Luego, tras una primera experiencia en 1936 con la discográfica Fonit, donde grabó un disco con cuentos infantiles, asistió a una academia comercial privada y, mucho más para contento de sus progenitores que para el suyo, logró su diploma. Tras este acto de buena intención, salió a Milán y también ingresó en la Accademia dei Filodrammatici, pero su «mala dicción» -el fuerte acento de roma- le supuso una rápida expulsión.

La afamada Accademia lamentaría este episodio, y prácticamente setenta años después, en 1999, deseó resarcir su fallo otorgándole un doctorado honoris causa. Aquel primer fracaso, lejos de desalentarlo, lo impulsó a realizar del supuesto «defecto» una virtud, y transformó esa forma de charlar en el eje de su comicidad.

Doblador, figurante, cómico y radiofonista

De nuevo en Roma ganó un certamen de la Metro Goldwyn Mayer como doblador de Oliver Hardy y el doblaje fue una de sus salidas económicas mucho más recurrentes a lo largo de la próxima década, en que puso voz a otros actores -Robert Mitchum, Victor Mature, Anthony Quinn-, aun italianos, como la de un primerizo Marcello Mastroianni, además de varios «propios» en un sinfín de películas rodadas en Cinecittà. Todavía en 1937, comenzó como imitador de Ollio (el nombre italiano de Oliver Hardy) con el seudónimo de Albert Odisor y consiguió sus primeros contratos en el cine como figurante en las películas Escipión el africano (1937), de Carmine Gallone, y también Il feroce Saladino (1937), de Mario Bonnard. Y por año siguiente «matizó» su actividad como boy de gaceta en la compañía Riccioli Primavera.

Fue el teatro de gaceta, ahora como presentador y actor cómico, el que le daría por esos años las mayores satisfacciones y no el cine, ahora con breves papeles en una secuencia de películas (La principessa Tarakanova, 1938; La notte delle beffe, 1940; Cuori nella tormenta, 1941; Le signorine de ella villa accanto, 1942), ahora como coprotagonista en I tre acquilotti (1942), de Mario Mattoli.

En esos años tan convulsos y de muchos cambios -el servicio militar, la desaparición de su padre en 1941, el traslado de la familia al centro histórico de la región, la guerra...-, el teatro rápido formó su enorme salida, y mucho más aún tras la liberación de Roma, en que dio un giro hacia la sátira política con Imputati… alziamoci!, de Michele Galdieri, y su nombre apareció por vez primera en letras enormes en los avisos del espectáculo.

En 1947 comenzó en la radio en programas de variedades como Rosso y también nero y Oplà y con su primer personaje, «Il Signor afirma», un prototipo especial del italiano visto desde la ironía que puso de manifiesto su agudísima aptitud de percepción, consiguió unos altos índices de audiencia que aumentaron con novedosas producciones a lo largo de los años siguientes -«Mario Pio», «Il compagnuccio de ella parocchietta», «Il conte Claro»-, que le valieron la Maschera d’Argento al mejor actor radiofónico en 1949 y 1950, y un programa propio, Il teatrino di Alberto Sordi (1951), amén de una popularidad tal que transformó asimismo en éxitos de venta una secuencia de discos con canciones escritas y cantadas por él como Nonnetta, Il carcerato, Il gatto, Il milionario, por ejemplo.

Un hallazgo tardío: el cine

Cuando el cine al fin le abrió su puerta grande, comandado por Fellini, De Sica, Franco Rossi, Luigi Zampa, Dino Risi, Mario Monicelli, Antonio Pietrangeli, Nanni Loy, Francesco Rossi, Alberto Lattuada, Luigi Comencini, Mauro Bolognini o Ettore Scola, sus trabajos disfrutaron del favor de la crítica mucho más seria. Películas como Un héroe de nuestro tiempo (1955), La Gran Guerra (1959), El juicio universal (1961), Todos a casa (1962), Vida bien difícil (1962), El especulador (1963), Las brujas (1966), Un italiano en América (1967), El poder no excusa (1969), Lo scopone scientifico (1972), Polvere di stelle (1973) o Un burgués pequeño, pequeñísimo (1976) renovaron constantemente su éxito como actor y su aportación a la comedia italiana.

Desde 1966, además de esto, amplió su tarea cinematográfica a la realización. Tras la buena acogida de su ópera prima, Un italiano en Londres (1966), Sordi dirigió dieciocho grabes, todos protagonizados por él, entre otros muchos ciertos de enorme calado en la crítica o el público como Io so che tu sai che io so (1982), Il tassinaro (1983), Nestore. L’ultima corsa (1994) y Encuentros prohibidos (1998), una comedia de embrollo sentimental entre un octogenario y una treintañera (Valeria Marini) que presentó en el Festival de San Sebastián de 1999, donde fue honrado, y que sería su última película.

El personaje privado

Sordi jamás dejó traslucir nada de su historia privada. Nunca se casó. Nunca se le conoció una relación sentimental. El apego a su madre le valió el apelativo de Mamone, pero los años lo transformaron en un símbolo y con el tiempo pesó mucho más el cariñoso Albertone con que lo agasajaron sus compatriotas que las habladurías inconducentes. Tras la desaparición de su madre en 1951, la afición a la familia continuó como siempre y en todo momento, y sus hermanos pasaron toda la vida a su lado.

Los últimos meses, enfermo, los pasó al precaución de su hermana Aurelia, prácticamente postrado en su vivienda de la Piazza Numa Pompilio, al lado de la Via Appia, donde murió aquejado de una patología broncopulmonar. La capilla candente, instalada en la salón Giulio Cesare del Campidoglio, sede del municipio de roma, por la que pasaron unas sesenta mil personas, y el funeral en la basílica de San Juan de Letrán, trasmitido directamente por la RAI, confirieron la pompa correcta a los enormes individuos. Sordi lo fue sin ningún género de dudas, como Fellini, Mastroianni o Gassman, que lo antecedieron en su partida.

El arquetipo del italiano medio

Constructor de un insuperable arquetipo del italiano medio durante una filmografía que suma cerca de doscientas películas, escritor de guiones de ciertos de sus títulos y directivo de veinta ellos, Alberto Sordi era el Actor en mayúsculas, que tocó todos y cada uno de los registros durante una trayectoria profesional que comprende mucho más de seis décadas.

Sordi se las arregló para hacerse habitual desde muy joven, y jamás perdió ese privilegio, pero hubo un tiempo, entre mediados de la década de los cincuenta y fines de la próxima, en que tocó el cielo con las manos. Su tardío hallazgo para el cine -lo deambulaba desde hacía una eternidad y ahora había entrado en la treintena- se causó tras haber incursionado en prácticamente todas las facetas del trabajo y merced a su amistad con Vittorio de Sica, con quien en 1950 creó la productora PFC (Produzione Film Comici) con el primer cometido de mover a la pantalla un exitoso personaje radiofónico desarrollado por él.

La película (Mamma mia, che impressione!, 1950), no obstante, no cubrió las esperanzas, pero ahí se encontraba un joven Federico Fellini para ofrecerle el espaldarazo preciso con 2 títulos sucesivos El jeque blanco (1952) y Los inútiles (1953), que para el actor se tradujeron en una instantánea popularidad y una actividad muy intensa.

En 1954, por servirnos de un ejemplo, se estrenaron trece películas protagonizadas por él, y por año siguiente otras ocho. Entre ellas Un americano en Roma (1954), de Steno, que amplió su popularidad al extranjero y propició que el presidente Harry Truman, como agradecimiento por la buena publicidad que hacía de Estados Unidos en el largometraje, lo invitara a Kansas City, le hiciese distribución de las llaves de la región y lo nombrara gobernador a título honorífico.

Desde entonces hasta el momento en que fue alcalde honorario de Roma por un día, el de su ochenta cumpleaños en el mes de junio de 2000, consiguió varios reconocimientos -4 Nastro d’Argento, un Globo de Oro, un Oso de Plata, siete David di Donatello, la Legión de Honor en Cannes, el León de Oro de Venecia por toda su trayectoria...- y otros muchos homenajes, pero fue un par de años después, en 2002, en el momento en que el actor aseguró recibir el más destacable obsequio de su historia al entender que había entrado en las academias y los institutos de su país la serie de 36 capítulos sobre los vicios y defectos de los italianos que efectuó entre 1980 y 1987 para la RAI, Storia di un italiano: el collage de secuencias extraídas de sus películas forma una crónica fidelísima de los valores y las prácticas del italiano medio en todo el siglo XX.

Colabora para ampliar la biografía de Alberto Sordi

¿Qué juicio te merece la vida de Alberto Sordi? ¿Hallaste todo aquello que suponías que ibas a hallar?

Sin duda alguna descubrir en lo más recóndito a Alberto Sordi es algo que se reserva a pocas personas, y que intentar reconstruir quién y cómo fue la vida de Alberto Sordi es una especie de rompecabezasque con toda probabilidad lleguemos a rehacer si cooperamos juntos.

Por esta razón, si eres del tipo de personas que creen en que cooperando es posible hacer algo mejor, y detentas información con respecto a la biografía de Alberto Sordi, o sobre algún peculiaridad de su persona u obra que no hayamos contemplado en esta biografía, te pedimos que nos lo hagas llegar.

Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son decididamente esenciales, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de un ser como Alberto Sordi, que poseyó su trascendencia en un momento histórico concreto, es vital intentar brindar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

contacta con nosotros para referirnos qué conoces acerca de Alberto Sordi. Estaremos complacidos de perfeccionar esta biografía con más información.