La historia de la civilización la escriben aquellas mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela civilización, de un modo u otro,avance.
Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Alberto Orrego Luco es una de las personas cuya vida, realmente, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Alberto Orrego Luco es comprender más acerca de un periodo concreto de la historia del ser humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que detentó Alberto Orrego Luco en la historia. Cómo vivió y lo que hizo en el tiempo en que estuvo en la tierra fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Alberto Orrego Luco, sino que posiblemente legó una señal mucho más vasta de lo que podamosfigurar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Alberto Orrego Luco de forma personal.Alberto Orrego Luco ha sido un ser humano que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Alberto Orrego Luco, atraen nuestro interés, tienen que valernos siempre como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Alberto Orrego Luco, el motivo por el cual Alberto Orrego Luco vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inevitable, la historia.
Vida y Biografía de Alberto Orrego Luco
(Valparaíso, 1854 - Santiago, 1931) Pintor chileno de estilo personal que supo sostenerse ajeno de las tendencias dominantes en su temporada. Encontró en los panoramas naturales el tema predilecto para desarrollar su pintura, si bien al tiempo influyó en la renovación de la especialidad en su país y se transformó en una referencia obligada para siguientes paisajistas chilenos.
Correspondiente a una ilustre familia chilena, Alberto Orrego cultivó su vocación artística desde muy joven, de manera que con tan solo 18 años recibió la Mención de Honor de la Exposición del Mercado Central de Santiago, donde expuso ciertas de sus primeras pinturas. En 1873 se trasladó a Francia con la intención de comenzar estudios de medicina, pero, cautivado por el ámbito artístico parisino, decidió ocuparse enteramente a la pintura.
En la ciudad más importante francesa fue alumno de Alexandre Cabanel y asistió a la reconocida Academia Julien. Participó frecuentemente en los concursos del Salón Oficial, consiguiendo en 1877 una meritoria Segunda Medalla con la obra San Francisco, e inclusive llegó a exhibir al lado de varios de los pintores impresionistas, más allá de su diferente estilo.
A principios de la década de 1880 se trasladó a Italia, fijando su vivienda en Venecia. La extendida estancia en la localidad de los canales, prolongada hasta 1890 gracias a la obtención del cargo de cónsul chileno, influyó notablamente en su forma de colorear y en su historia personal, puesto que allí conoció y contrajo matrimonio con una italiana, Carlina Rossi.
Su trayectoria diplomática le llevó más tarde hasta Sevilla (1892), para regresar de nuevo a tierras italianas como cónsul de su país en Génova, hasta 1914, y en Roma, a lo largo de los vitales años de la Primera Guerra Mundial. Pese a desarrollar la mayoría de su trayectoria escencial y artística en Europa, visitó habitualmente Chile, participó en exposiciones y recibió ciertos premios. A raíz del fallecimiento de su mujer vivió distanciado de toda actividad pública en Santiago, donde radicaba desde 1919.
La primordial aportación artística de Orrego Luco residió en el régimen de los panoramas rurales y las marinas, que formaron una fuente de inspiración durante su historia; pintó singularmente estampas que vienen de su tierra natal chilena y del paisaje veneciano. Calificado en ocasiones de expresionista gracias a lo personal y también íntimo de su estilo, Orrego representó la inclinación que, una vez superada la etapa del impresionismo, reanudó el gusto por el dibujo y la estabilidad formal, tal como una utilización mucho más usual del color que se traduce en cuadros serenos, distinguidos, que más que nada procuran capturar los sutiles efectos cromáticos que los cambios de luz crean en el paisaje.
Buenos ejemplos de esto son Atardecer en Venecia y Puesta del sol en el mar, proyectos en las que asimismo actúa la profunda huella que sobre él ejercitó la escuela veneciana. Un concienzudo estudio del color, que consigue su máxima cota en la gama de los grises, crea a veces una atmósfera artificial y una sensación de intemporalidad que va a ser nota propia en siguientes profesores chilenos (Roser Bru o Isaías Cabezón). Nocturno veneciano y Laguna del Parque Cousiño son, aparte de las citadas, otras de sus proyectos mucho más representativas.
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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son en todos los casos esenciales, ya que perfilan la diversidad, y en el tema de la vida de una persona como Alberto Orrego Luco, que detentó su significación en una época determinada, es vital intentar mostrar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
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