Alberto Insúa

Las biografías y las vidas de personas que, como Alberto Insúa, seducen nuestra atención, deben valernos siempre como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Alberto Insúa, el motivo por qué Alberto Insúa vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Alberto Insúa

(Seudónimo literario de Alberto Galt y Escobar; La Habana, 1885 - Madrid, 1963) Periodista y escritor español. En su muy amplia producción narrativa -publicó mucho más de setenta novelas- se destaca la temática costumbrista y el estilo propio de la literatura folletinesca, en su caso adobado por otros elementos de enorme aceptación habitual, como el erotismo, la crítica popular y también, aun, algunas dosis de espiritualidad mística.

Nativo de el seno de una familia de españa asentada en territorio colonial, a los cinco años de edad se estableció con todos y cada uno de los suyos en Madrid, donde próximamente dio muestras de una lúcida curiosidad intelectual que le inclinó, ahora en su juventud, hacia el saber de las disciplinas humanísticas y el cultivo de la creación literaria. Y de este modo, si bien cursó estudios superiores de Derecho en la Universidad de Madrid, próximamente abandonó el severo campo de las leyes para consagrarse a la escritura, primero en calidad de periodista y, poco después, como narrador y dramaturgo de destacable éxito entre la crítica y los que leen de su tiempo.

En su faceta de periodista, Alberto Insúa cooperó en varios de los primordiales rotativos y gacetas españoles del primer tercio del siglo XX, como Blanco y Negro, El Liberal, El País, Nuevo Mundo y La Gaceta Literaria. Los varios leyentes que proseguían con lealtad sus colaboraciones periodísticas le granjearon un destacable prestigio en el panorama de la prensa de españa de la temporada, lo que le dejó contemplar la información referente a la I Guerra Mundial como corresponsal en París del diario madrileño ABC. Por ese momento, Alberto Insúa ahora era un novelista de éxito en España.

En efecto, a fines de la primera década del nuevo siglo había revolucionado el adormecido panorama literario español con la publicación de La mujer simple (1909), una novela de contenido elevado erótico que, en la estela abierta por uno los autores que mucho más influyeron en esta primera etapa literaria de Alberto Insúa (el novelista de Villanueva de la Serena Felipe Trigo), aborda con criterios naturalistas el por ese momento provocador tema de las relaciones amoroso-sexuales. La magnífica acogida deparada a esta obra por los que leen españoles de principios del siglo XX animó a Alberto Insúa a redactar y divulgar otras novelas de semejante tenor, como las tituladas Las neuróticas (1911) y El demonio de la voluptuosidad (1911).

Más tarde, el escritor habanero abandonó esta corriente temática para -influido en este momento por la narrativa de madurez de Pérez Galdós- transformarse en un novelista de mayor empaque y responsabilidad, hábil en la construcción de los concretes sicológicos de sus individuos y, al tiempo, poseedor de exactamente la misma lozanía y amenidad que había animado sus primeras narraciones. Fueron saliendo entonces de su pluma ciertas de sus novelas mucho más festejadas por críticos y leyentes, como Los hombres: Mary los revela (1913), Los hombres: Mary los disculpa (1914) y, entre otros títulos, El negro que tenía el alma blanca (1922), narración con la que consiguió su mayor reconocimiento literario tanto en España como en el extranjero (fue traducida a múltiples lenguajes).

A lo largo de aquella década de los años veinte, Alberto Insúa resurgió con destacable fortuna en los estantes de las librerías de todo el país, para aumentar su popularidad con otros títulos tan leídos por sus contemporáneos como La mujer, el torero y el toro (1926) -novela donde recobraba su afición juvenil por el relato erótico-, Humo, mal, exitación (1928) y El barco hechizado (1929). Entre el resto de su prolífico corpus novelesco, cabe rememorar otros títulos como El apasionado invisible (1930), Un corazón burlado (1953) y Nieves en Buenos Aires (1955).

Al paso que cosechaba estos éxitos de ventas con sus novelas, trataba de ocupar asimismo un puesto cimero entre los autores trágicos de su tiempo. No logró, precisamente, poner sus piezas teatrales a exactamente la misma altura alcanzada por sus narraciones en las opciones del público español del primer cuarto del siglo XX, si bien sí mereció ciertos encomios por los estrenos de Nunca es tarde (1914), Cabecita desquiciada (1914), En familia (1914) y La culpa extraña (1916). Autor, además de esto, de varios cuentos breves que han quedado desperdigados en periódicos y gacetas, en su vejez Alberto Insúa volvió a ocupar la primera plana del panorama literario español merced a la publicación, durante la década de los años cincuenta, de los tres atrayentes volúmenes de sus Memorias (1952, 1953 y 1959), en los que, al hilo del recuento de su peripecia biográfica, ofreció un magnífico fresco de la civilización y la sociedad españolas de la primera mitad del siglo XX.

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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son decididamente determinantes, ya que destacan la singularidad, y en la ocasión de la vida de un ser como Alberto Insúa, que tuvo su trascendencia en un momento concreto de la historia, es vital tratar de brindar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

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