Agustín Yáñez y Girona

La historia del mundo está escrita por aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado queel género humano, de un modo u otro,prospere.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la trascendencia que detentó Agustín Yáñez y Girona en la historia. La manera en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que conocieron a Agustín Yáñez y Girona, sino que a lo mejor dejó una señal mucho más insondable de lo que logremosimaginar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Agustín Yáñez y Girona de forma personal.Agustín Yáñez y Girona fue uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Agustín Yáñez y Girona, cautivan nuestra curiosidad, tienen que servirnos en todo momento como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Agustín Yáñez y Girona, el motivo por qué Agustín Yáñez y Girona vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Agustín Yáñez y Girona

(Barcelona, 1789-1857) Científico español. Después de estudiar gramática y filosofía en el Seminario Conciliar de Barcelona, inició en 1803 estudios de cosmografía y matemáticas. Poco después fue alumno refulgente del Colegio de Cirugía de Barcelona, donde cursó física, botánica y química hasta el momento en que esta última, al cargo de Juan Ametiler, fue suprimida. También asistió a las enseñanzas de química de Francisco Carbonell y Bravo en la cátedra construída por la Real Junta de Comercio de Barcelona, institución que contribuyó claramente al renacer de la enseñanza.

Al iniciarse las luchas contra Napoleón, tuvo que interrumpir sus estudios, y a lo largo de cierto tiempo se dedicó a trabajar en la oficina de farmacia de su padre. En 1814, al restituirse las cátedras que habían sido suprimidas, y estando todavía exiliado de Barcelona Francisco Carbonell, fue nombrado Yáñez para desempeñar interinamente una cátedra de química aplicada que regentó hasta 1816, fecha del regreso de Carbonell. Simultáneamente asistía a las enseñanzas de física de Pedro Vieta y a las de botánica de Juan Francisco Bahí.

En 1815, a los 26 años, sin titulo oficial, pero con méritos reconocidos por sus instructores y probados en refulgentes ejercicios públicos, fue aceptado en la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona. Al mes de entrar en esta empresa presentó una atrayente Memoria sobre las características químicas de las materias colorantes y su app al arte de teñir, que fue la primera de una extendida serie de trabajos sobre química aplicada, geología y mineralogía que fue presentando de forma regular.

Al empezar a marchar el Colegio de Farmacia de San Victoriano de Barcelona, cuya inauguración se había retrasado gracias a la guerra, se graduó de bachiller en filosofía y farmacia en tal Colegio. Para presentarse a las oposiciones a cátedras de farmacia convocadas por la Real Junta Superior Gubernativa de Farmacia, debió graduarse apuradamente de licenciado y doctor.

Para ello le fue preciso moverse a Madrid, donde asistió a ciertas enseñanzas botánicas de Mariano Lagasca. Tras haber anunciado refulgentes ejercicios, fue nombrado catedrático de Historia Natural del Colegio de Farmacia de Barcelona en 1816. Desde entonces desplegó una intensa actividad tanto en su cátedra como en la Academia y en la política, y llegó a ser alcalde constitucional de Barcelona.

En 1820 publicó sus Lecciones de Historia Natural, primera obra didáctica elemental de su clase en España, que más tarde reeditó con esenciales sumes al elevarse el nivel demandado a los estudiantes para empezar los estudios de farmacia. Al ser restituida en Barcelona la Universidad, derogada desde el reinado de Felipe V, Agustín Yáñez ocupó la cátedra de mineralogía, donde cesó después siendo de nuevo suspendida la Universidad por la reacción absolutista. Participó en la fundación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Barcelona; fue secretario a lo largo del año que duró su primera etapa y de nuevo al regresar a formarse la Sociedad en 1834.

De tendencias liberales, en 1823 fue despojado de la cátedra en el Colegio de Farmacia y no volvió hasta 1830. Una vez recambio en su cátedra, no dejó de formar parte en ocupaciones públicas. Fue presidente de la Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona; escribió por encargo de la Academia los encomios mortuorios de Mariano La Gasca, Francisco Carbonell y Bravo y otros enormes hombres de su generación. Fue nombrado rector en comisión de la Universidad de Barcelona en 1856 y separado del rectorado por Real Orden en 1857, frente a la queja unánime de todos y cada uno de los instructores de aquella Universidad.

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