(Guadalajara, 1904 - México, 1980) Narrador y ensayista mexicano, figura clave en el avance de la narrativa nacional y también sudamericana por su novela Al filo del agua (1947), entre las proyectos inaugurales de las novedosas tendencias que, desde los años 40, dejarían atrás el realismo que había gobernado las décadas precedentes.
Agustín Yáñez efectuó estudios en Guadalajara, su localidad natal; más tarde viajó a la ciudad más importante del país para entrar a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma. Participó activamente en política y desempeñó esenciales puestos públicos: fue gobernador de Jalisco entre 1953 y 1959 y secretario de Educación Pública de 1964 a 1970. Este último cargo le dejó efectuar valiosas reformas en el sistema educativo mexicano.
La obra de Agustín Yáñez incluye novelas, cuentos, ensayos y crítica literaria. Entre sus libros mucho más populares están Al filo del agua (1947), La tierra pródiga (1960), Las tierras flacas (1962), Ojerosa y pintada (1960), Tres cuentos (1964) y Las vueltas del tiempo (1975). En 1973 fue premiado con el Premio Nacional de Letras.
Tanto sus novelas como sus cuentos parten de la enorme corriente verdadera que caracterizó a la narrativa mexicana a fines del siglo XIX y principios del XX, y que incluye a figuras como José Tomás de Cuéllar, Manuel Payno, Heriberto Frías y Mariano Azuela. Sin embargo, Yáñez supo enriquecer esta corriente al integrar varios de los elementos profesionales y estilísticos de la vanguardia europea y estadounidense de entreguerras, en especial las creaciones introducidas por Marcel Proust, Franz Kafka, James Joyce o William Faulkner. Produjo de esta manera una obra clásico y rupturista al unísono, cuya original prosa expone la búsqueda de novedosas opciones expresivas, alineándose con la renovación que por aquellos años emprendieron prosistas como Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Leopoldo Marechal o José María Arguedas, y que acabaría en el Boom de la literatura latinoamericana de los años 60.
Al filo del agua (1947) se considera, al lado de Pedro Páramo de Juan Rulfo y Los de por debajo de Mariano Azuela, de las mejores novelas mexicanas del siglo XX. Se sitúa en un pueblo de Jalisco, en vísperas de la Revolución, y muestra una secuencia de acciones simultáneas y similares que detallan la vida diaria en el sitio y la forma en que esta se ve modificada por el alzamiento armado. El título menciona al instante en que está a puntito de reventar una tormenta y, en sentido metafórico, al instante histórico que antecedió al estallido de la Revolución mexicana.
Este tiempo de espera, cargado de tensión, es descrito a través de una secuencia de cuadros que profundizan en lo mucho más profundo de las obsesiones que se viven en una pequeña población. Especialmente, hace aparición una concepción morbosa de la religiosidad, en su relación equívoca y represiva con el sexo. Por su técnica narrativa, Al filo del agua forma una clara separación con la novela clásico; el monólogo interior al modo de Joyce, más que nada, ocupa un espacio primordial en la composición discursiva de la novela.
En su obra posterior, Agustín Yáñez procuró ensanchar esta visión haciendo una panorámica del México contemporáneo, más allá de que no logró lograr los expepcionales desenlaces de Al filo del agua. En La tierra pródiga (1960), Yáñez muestra, con elementos estilísticos nuevos, la antítesis entre civilización y barbarie. En Las tierras flacas (1962) propuso el problema del campesino enfrentado a la tecnología incorporada al campo.
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