Adrien Brody

Ya sea inspirando a otras personas o tomando parte de la acción. Adrien Brody es uno de esos seres humanos cuya vida, en verdad, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Adrien Brody es conocer más sobre época determinada de la historia del género humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que tuvo Adrien Brody en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo mientras estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que trataron a Adrien Brody, sino que quizá produjo una señal mucho más profunda de lo que podamosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Adrien Brody en persona.Adrien Brody ha sido una de esas personas que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Apreciar las luces y las sombras de las personas relevantes como Adrien Brody, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo esencial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la vida de Adrien Brody, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Adrien Brody, aquellas personas a quienes de un modo u otro Adrien Brody influyó, y indudablemente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Adrien Brody.

Las biografías y las vidas de personas que, como Adrien Brody, atraen nuestra curiosidad, deben ayudarnos siempre como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Adrien Brody, porqué Adrien Brody vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Adrien Brody

(Nueva York, 1973) Actor estadounidense. Adrien Brody nació en la localidad de Nueva York, en el vecindario de Queens, el 14 de abril de 1973. Muchacho rebelde, se formó en un instituto de su vecindario, llamado Woodhaven, y completó sus estudios tradicionales en la Fiorello LaGuardia High School.

Su madre, la fotógrafa húngara Sylvia Plachy, afamada notera de The Village Voice, declaraba en un producto reciente en el habitual periódico neoyorquino que Adrien manifestó desde pequeñísimo una soltura increíble enfrente de la cámara, puesto que acostumbraba a acompañarla en sus documentales y siempre y en todo momento se las arreglaba para manifestarse en las fotografías; por otro lado, era muy espectador, y una vez en su casa imitaba a quienes había visto en la calle o en el metro, y asimismo acostumbraba a sugerir espectáculos de magia a sus amigos en las fiestas de cumpleaños.

Estas destrezas la persuadieron de que debía guiarlo hacia la actuación, y a los once años lo envió a estudiar a la Academia de Arte Dramático de Nueva York; después, ahora por propia resolución, continuó en la High School for the Performing Arts. Tampoco el instructor de historia Elliot Brody fue extraño a este deber conseguido con la futura profesión de su hijo, y llegó a tomarse un año sabatino para acompañarlo a lo largo de su primera estancia en Los Ángeles.

Primeros trabajos

Comenzó a accionar a los 12 años. Su primer trabajo fue interpretar a entre los siete enanitos de Blancanieves en un centro popular de Queens, pero próximamente comenzó en el Off Broadway con la obra Family Pride in the fifties, y no tardó en manifestarse en televisión, primero en el telefilme Home at last, de la cadena PBS, entonces en la serie Annie McGuire, de la CBS, y más tarde, en exactamente la misma cadena, con un papel más importante en el software de Mary Tyler Moore.

A fines de 1988 resultó escogido en un casting y tras algunas semanas inició el rodaje de La vida sin Zoe, el episodio que rodó Francis Ford Coppola para Historias de Nueva York (1989). Tan increíble debut, no obstante, no surtió los efectos inmediatos que cabía aguardar, y pasaron tres años antes que sus especiales aspectos llamasen la atención de otro directivo.

El realizador argentino Juan José Campanella (por entonces habitante en Nueva York, donde inició su trayectoria) procuraba jovenes muy particulares para su primer extenso film y le confió un papel en El niño que chilló puta (1992), una pequeña joya del cine indie que tuvo una apreciable distribución en todo el mundo. Pero ni éste ni su siguiente trabajo, El rey de la colina (1993), que gozó en las taquillas del recién conseguido prestigio de su directivo, Steven Soderbergh, lo catapultaron a la popularidad.

Debió trabajar bastante y seleccionar bien. Rechazó, por servirnos de un ejemplo -y se felicita por este motivo-, una oferta para intervenir en Pearl Harbour (2000), a favor de una extendida preparación en mítines, asambleas sindicales y foros de discusión hispanos para ser entre los personajes principales de Pan y rosas (2000), una exclusiva manifestación reivindicativa del británico Ken Loach, en un caso así la de un conjunto de limpiadores mexicanos sin papeles en Los Ángeles, que estuvo lejos de los espléndidos desenlaces de otros títulos suyos.

Artista camaleónico

El enorme revés de su trayectoria, sin embargo, ahora lo había sufrido con La delgada línea roja (1998), capaz alegato pacifista del singular Terrence Malick. Brody fue contratado para entre los permisos primordiales, y como tal pasó mucho más de seis meses de duro rodaje en Australia. Antes del estreno del largometraje, la gaceta Vanity Fair lo presentaba bajo el título «Próximamente va a estar rivalizando en la liga de los enormes», y equiparaba su nombre al de sus compañeros de reparto, Sean Penn y George Clooney. Pero, parece ser, su papel personaje principal fue recortado en la mesa de montaje y se quedó tan solo en una oración. El único saldo positivo de esta triste experiencia fue que el inesperado Malick lo aconsejó a Spike Lee como el enorme actor que era, y le mostró las situaciones cortadas de su película.

El alterado realizador neoyorquino supo que tenía frente sí al actor perfecto para encarnar al punky sospechoso de asesinato en Nadie está seguro de Sam (1999) y Brody ha podido enseñar de nuevo sus talentos de transformer con una cresta multicolor por fuera y una observación profunda por la que asomaba su negrura interior. Dicen que fue en ese joven con estética punk víctima de la intolerancia donde Roman Polanski vio al pianista polaco de la película que tenía en cabeza. Lo que debió ver, de todos modos, fue la aptitud de transfiguración de su porvenir personaje principal.

Brody cuenta que la película que le logró ver por vez primera la metamorfosis del actor fue El cazador (Michael Cimino, 1978). A partir de esa visión comprendió que cada personaje demandaba una personificación particular, y desde ese momento todos y cada uno de los que encarna lo acostumbran a acompañar a lo largo de los preparativos, el rodaje y hasta algunas semanas tras terminada la filmación: «Algo tal como el sobrepeso de Robert de Niro en Toro salvaje (Martin Scorsese, 1980), que llegó a mudarle hasta el carácter...». Aquella fue indudablemente una implicación equiparable a la que él mismo hizo en El pianista.

La cima: el Oscar

Adrien Brody se realizó con el papel de Wladislaw Szpilman, un pianista polaco que logró subsistir a la ocupación nazi en Varsovia, una vez que otros mil cuatrocientos solicitantes que respondieron al aviso de un periódico británico se puedan ver rechazados. Si fueron su puerta de inseguridad, las raíces judeopolacas y húngaras que quizás trasluzca su apariencia o sus nociones musicales (toca el sintetizador y compone hip hop, y se asegura que fue con la capacidad de interpretar él mismo al piano el Nocturno de Chopin con que comienza la película) las que persuadieron al realizador, o fue la mirada, como elige meditar nuestro actor («Miré a la cámara sin decir nada a lo largo de varios minutos: la mitad final del largometraje es muda pues el personaje vive apartado y en silencio. Quizá fue eso.»), poco importa ahora, vistos los soberbios desenlaces y el reconocimiento conseguido en el mundo entero.

Parte de la historia de historia legendaria de Brody va a ser contar que para empaparse del personaje abandonó su piso de Manhattan, vendió su vehículo y, cortísimo de percibes, salió a vivir a Europa, donde se sometió a una dieta rigurosa a lo largo de los seis meses anteriores al rodaje. Estuvo en Varsovia y la ex- Alemania Oriental, visitó el campo de concentración de Auschwitz y los barracones militares de Jüteborg, y a Andrzej Szpilman, hijo del músico. Al término de tan dura experiencia había perdido quince kilogramos y comentan que a su novia, pero su cabeza y su cuerpo estaban dispuestos para ganar la celebridad.

Y lo logró, primero en Europa, donde ganó el César por su papel, y después en la meca del cine, Estados Unidos, donde, contra todo pronóstico (era su primera nominación y competía con actores afianzados como Michael Caine o Jack Nicholson), la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood lo llevó a la cima al concederle el Oscar al mejor actor.

Quince años de trabajo y mucho más de veinta títulos en su haber no hicieron de Adrien Brody un actor popular por el enorme público, y esto a pesar de que en su currículo figuraban directivos del prestigio de Francis Ford Coppola, Spike Lee o Ken Loach. El Oscar resarció ese injusto anonimato, y además de esto lo transformó en el ganador mucho más joven de la historia del premio. Y todo merced a un realizador vetado en Estados Unidos, cuyo historial hace de él entre los individuos mucho más «socorridos» de la crónica negra de Hollywood. Pero Roman Polanski es para todo el planeta -y para Hollywood particularmente- el creador de tres o 4 piezas maestras del cine, y se le respeta como tal. También es sabida su popularidad de directivo riguroso con los actores.

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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son siempre esenciales, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de una persona como Adrien Brody, que tuvo su significación en un momento histórico concreto, es vital intentar ofrecer una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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