La historia de las civilizaciones la cuentan las mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela civilización, de un modo u otro,prospere.
Ya sea inspirando a más personas o formando parte de la acción. Abbé Pierre es una de esas personas cuya vida, en efecto, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Abbé Pierre es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del ser humano.
Las biografías y las vidas de personas que, como Abbé Pierre, atraen nuestra atención, tienen que valernos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Abbé Pierre, el motivo por el cual Abbé Pierre vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Henri-Pierre Grouès; Lyon, 1912 - París, 2007) Sacerdote católico francés, principal creador de las Comunidades de Emaús, que consagró sus energías al servicio de los mucho más pobres y desfavorecidos. A los dieciocho años entró en la orden de los capuchinos, atraído por su historia eremítica, por su idiosincrasia habitual y por su proximidad a esos que se consideran los mucho más pobres de la sociedad. Ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1938, tuvo que dejar la orden y ingresar al clero secular por la fragilidad de sus salud. Movilizado como suboficial en 1939, una pleuresía puso en riesgo su historia y lo forzó a una extendida convalecencia.
A lo largo del tiempo que fue vicario de la catedral de Grenoble, expuso su historia prestando asistencia a atravesar la frontera a decenas y decenas de judíos que escapaban de las persecuciones del nazismo y tomó parte activa en la organización de conjuntos de resistencia contra los alemanes en Chartreuse y en Vercors. Fue entonces en el momento en que cambió su nombre de pila por el de Abbé (Abate) Pierre. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, fue escogido diputado por Meurthe-et-Moselle para seis años (1945-1951), en las filas del Movimiento Republicano Popular, pero, si bien formó una parte de la citada organización política, no se limitó a admitir el software del mismo, sino prefirió anclarse en los Evangelios.
Usando de su capacitad de diputado, el Abate Pierre presentó un emprendimiento de objeción de conciencia, y se adhirió al Movimiento Federalista Mundial, en el como participó en varias metas de todo el mundo. Él mismo acomodó un edificio descuidado en los aledaños de París para fundar un Albergue Internacional de la Juventud.
En 1949, el Abate Pierre fue llamado para atender a un asesino que procuraba suicidarse. Logró salvarlo con este razonamiento: "No tengo nada que ofrecerte. Puesto que deseas fallecer, no tienes nada que perder. Entonces, préstame tu asistencia para contribuir a el resto". El hombre aceptó y se transformó en el primer hermano de las Comunidades de Emaús, que han quedado fundadas ese año. Las comunidades son conjuntos, que, como nuestro Pierre explicaba, no únicamente dan a los pobres de qué vivir, sino más bien "una razón para vivir".
En el momento en que acabó sus compromisos parlamentarios, y, por consiguiente, sin dietas ahora para subsistir, el Abate Pierre se vio obligado a limosnear por las calles para mantener su emprendimiento. Algunos de sus compañeros tuvieron entonces la iniciativa de orientar a la red social hacia el trabajo de "trapero": buscar entre los desperdicios todo aquello susceptible de ser reciclado y, por consiguiente, de proveer algún ingreso. Así, el Abate Pierre se transformó en trapero entre los traperos.
En estas condiciones le sorprendió el muy, muy duro invierno de 1953-54, a lo largo del como múltiples personas fallecieron de frío en las calles de París. Ante este suceso, el Abate Pierre lanzó un patético llamamiento a la ciudadanía, y logró agarrar en una tarde cinco mil mantas, trescientas tiendas de campaña y doscientas estufas. Las autoridades dejaron que ciertas estaciones de metro se quedaran abiertas a lo largo de la noche para ofrecer cobijo a los sin techo. La "insurrección de la benevolencia" dio su fruto: la solidaridad se impuso en todos y cada uno de los rincones de Francia. Pierre no escatimó sacrificios para prolongar la campaña por medio de la radio, televisión, prensa, charlas y demás medios a su alcance, sacrificios que le hicieron ganarse el apelativo de "apóstol de los sin techo".
Aquella historia fue llevada al cine en una película llamada Invierno 1954. El Abate Pierre desarrolló entonces las comunidades en el extranjero, siempre y en todo momento en el convencimiento de que "salvando a los otros es como uno se salva a sí mismo". En 1955, en el transcurso de un viaje efectuado a los Estados Unidos, se dedicó a proclamar en distintas ciudades y en diferentes medios la necesidad de realizar entender "a los que tienen", la pobreza y la necesidad "de los que no tienen". Visitó, aun, al presidente Eisenhower, a quien expresó el emprendimiento de conformar en el mundo entero un enorme ejército de voluntarios prestos a combatir contra la pobreza.
Muchas veces hostigado por la patología, no de ahí que dejó de llevar su contribuye a los necesitados. En noviembre de 1984 apoyó con sus energías el "Banco de Alimentos" a favor de los "nuevos pobres". Al mes siguiente se puso en campaña: afiches con su fotografía invitaban a la solidaridad por todo París, y brindaron como resultado la obtenida de toneladas de mercancía y millones de francos. A pesar de todos y cada uno de los males y horrores que conoció en el planeta, "nunca se ha oscurecido en mí -declaró-, la seguridad de la Verdad absoluta de estas expresiones: Dios es Amor". Un amor que él comprendió como fraternidad y solidaridad.
Entre los varios galardones recibidos durante su historia, cabe nombrar el Premio Balzan para la raza humana, la paz y la fraternidad entre los pueblos, que se le concedió en 1991. Además, supo fomentar y anunciar sus idóneas a través de ciertas proyectos de teatro, como Mystère de la joie (El secreto de la alegría, 1945) y Permi de vivre (Permiso para vivir, 1988).
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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son siempre fundamentales, ya que perfilan la diversidad, y en el tema de la vida de un ser como Abbé Pierre, que tuvo su importancia en una época concreta, es esencia tratar de brindar una visión de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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