La historia del mundo está contada por aquellas mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado queel mundo, de una forma u otra,prospere.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que detentó Abad Oliba en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo mientras permaneció en el mundo fue determinante no sólo para las personas que frecuentaron a Abad Oliba, sino que a caso produjo una señal mucho más honda de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Abad Oliba en persona.Abad Oliba fue uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Abad Oliba, seducen nuestra atención, tienen que valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Abad Oliba, el motivo por qué Abad Oliba vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inexorable, la historia.
(Girona, 970 - Monasterio de Cuixá, 1046) Obispo y abad español, tercer hijo de los condes de Cerdenya y Besalú (Girona), Oliba Cabreta y Ermengarda, y nieto de Wifredo el Velloso. Tras la renuncia de su padre, en el año 988, Oliba pasó a ejercer, al lado de su madre y sus hermanos, las funcionalidades condales sobre el patrimonio territorial de la familia. Cuando en el año 994 se dividieron los estados patrimoniales de la familia entre los herederos, Oliba ejercitó el cargo de conde, adjuntado con su otro hermano Guifré, en los territorios de la Cerdenya, el Confleut, Berga y Capcir.
Entre los años 1002 y 1003, Oliba renunció a su título condal para entrar como novicio en el monasterio benedictino de Santa María de Ripoll, cenobio que pertenecía a su familia y del que fue escogido abad en el año 1008. Ostentó desde ese momento los títulos de abad de Santa María del Canigó y de San Miguel de Cuixá.
seguramente, merced a la intercesión de la condesa de Barcelona, Ermerinda, Oliba fue escogido obispo de Vich, en el año 1018. En este cargo, dio muestras de un celo espiritual encomiable y poco común; combinó perfectamente sus cargos de abad y obispo, y desplegó una intensa actividad judicial y conciliar en defensa de los recursos y de los feligreses de su diócesis, conminados por continuas incursiones francas y musulmanas. Por todo ello, aceptó una gran parte de la fortificación y repoblamiento de la Marca de la Segarra.
Oliba fue, además de esto, entre los primeros obispos catalanes que impulsó la celebración de reuniones sinodales; él mismo fue a múltiples concilios metropolitanos como el de Narbona, festejado en el año 1022, lo que permitió el lugar de estrechos contactos con ciertas personalidades religiosas mucho más importantes de su temporada (arzobispos Guifré de Narbona y Raimbau de Arlés, y los obispos Pere de Girona y Berenguer de Elna).
La enorme lealtad que siempre y en todo momento mostró a su familia se tradujo en el intento vano, adjuntado con su hermano Bernat, de hacer un obispado en Besalú. La negativa a tal emprendimiento por la parte de los condes de Barcelona no le impidió enseñar su acompañamiento incondicional a la vivienda condal de Barcelona, singularmente a su enorme valedora, la condesa Ermesinda, y del ideal político que representaban los condes barceloneses, enfrentados a una nobleza exageradamente inconformista con el poder omnímodo del condado barcelonés.
Pero donde verdaderamente resaltó la tarea de Oliba fue en el aspecto cultural. Fue destacable el impulso que dio a la arquitectura románica catalana, que se plasmó en las creaciones de los monasterios de Ripoll y Cuixá y en el ensanche de las naves de la catedral de Vich. Gracias a su impulso intelectual, el fichero del monasterio de Ripoll se engrandeció con setenta y un códices nuevos a los que resguardó con el decreto de excomunión instantánea para todo el que que osase robarlos o dañarlos.
Nuestro Oliba resaltó como un insigne literato. Escribió una carta conciliar a todos y cada uno de los cenobios de su orden, múltiples epístolas a reyes, obispos y magnates y una memoria donde dejó una sucesión de reglas y documentos referentes al gobierno del cenobio a sus sucesores. Finalmente, el 15 de enero del año 1032, Oliba consagró la basílica de Santa María de Ripoll, cuyas proyectos había dirigido y asesorado, como un centro espiritual y también intelectual de primera intensidad.
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Está claro que descubrir en lo más recóndito a Abad Oliba es algo que se reserva a un grupo limitado de personas, y que tratar de reconstruir la persona que fue y el modo en que vivió la vida de Abad Oliba es una suerte de puzzleque tal vez alcancemos a reconstruir si contribuimos todos en conjunto.
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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos fundamentales, ya que destacan la singularidad, y en el caso de la vida de una persona como Abad Oliba, que tuvo su trascendencia en una época concreta, es esencia procurar ofrecer un panorama de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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