La historia de las civilizaciones la narran las personas quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han ocasionado quela civilización, de una forma u otra,avance.
Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Toda Aznar es uno de esos seres humanos cuya vida, indudablemente, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Toda Aznar es comprender más sobre una época concreta de la historia del ser humano.
Apreciar lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Toda Aznar, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo fundamental para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Toda Aznar, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Toda Aznar, aquellas personas a quienes de un modo u otro Toda Aznar influenció, y ciertamente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Toda Aznar.
Las biografías y las vidas de personas que, como Toda Aznar, seducen nuestra atención, tienen que valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Toda Aznar, el motivo por qué Toda Aznar vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Toda Aznárez o Aznar, asimismo llamada Toda de Pamplona o de Navarra; ?-960) Reina de Navarra (905-925). Nieta de Fortún Garcés, se casó con Sancho Garcés I, con quien tuvo a García Sánchez. Regente de su hijo tras la desaparición de su marido (925), intervino en la sucesión del trono leonés, vacante al fallecer Ramiro II (951), apoyando a su nieto Sancho I el Craso en frente de Ordoño III.
Reina consorte de Navarra por su matrimonio con Sancho Garcés I de Pamplona (905-925), Toda Aznar era nieta de Fortún Garcés de Pamplona por línea materna (su madre era la infanta Oneca), y biznieta de García I Íñiguez de Pamplona por línea paterna (su padre, Aznar Sánchez de Larraun, era nieto del rey pamplonica). Su matrimonio con Sancho Garcés I, integrante de la dinastía Jimena, enlazó los 2 enormes estirpes navarros de la Alta Edad Media.
Toda Aznar fue indudablemente el personaje mucho más influyente y enérgico de la corte navarra del siglo X, y a ella hay que el diseño de la política exterior del reino, cuya prolongación en el tiempo puede rastrearse alén de esa centuria. Pudo ocuparse con plena fuerza a ello al fallecer su marido y entrar al trono el primogénito de los dos, García Sánchez I (925-970), por entonces todavía un niño.
En efecto, más allá de que la tutela eficaz había sido encomendada a su cuñado, Jimeno Garcés (m. en 931), fue Toda Aznárez quien se encargó del gobierno del reino, mucho más allí aun de la mayor parte de edad de su hijo. Así, sostuvo una activa política marital respecto al reino de León y al condado de Castilla, como prueban los matrimonios de sus hijas Oneca con Alfonso IV de León (926-931); de Urraca con Ramiro II de León (931-951), y de Sancha con Ordoño II de León (914-924), el conde Alvaro Herraméliz de Álava y el conde Fernán González de Castilla (932-970), consecutivamente.
Por contra, las relaciones con el poderoso Abd al-Rahman III (912-961), con quien asimismo se encontraba vinculada, fueron algo mucho más variables. Parece ser que le rindió vasallaje en Calahorra (La Rioja, 934), si bien tres años después, el por entonces ahora intitulado califa diseñó una razia de castigo por tierras de la Navarra media, desde Uncastillo (Zaragoza) hasta Tafalla. Toda de Navarra respondió un par de años después acudiendo al lado de su yerno Ramiro II, según relatan los Anales de Sankt-Gall, adelante de las tropas navarras incorporadas en la coalición cristiana que venció, en 939, al ejército andalusí en Simancas (Valladolid).
Años después, su intervención en los temas leoneses cobró un cariz mucho más incisivo. En efecto, a la desaparición de Ramiro II conspiró en pos de los derechos de su nieto Sancho (como hijo de Ramiro II y de Urraca) en oposición al nuevo rey leonés, su hermanastro Ordoño III de León (951-956). A pesar de que contó con el acompañamiento de Fernán González y de ciertos magnates gallegos, la ofensiva militar no fructificó (953), y Sancho debió resguardarse en la corte navarra. Poco tiempo después, sin embargo, Sancho accedió al trono leonés como Sancho I el Craso (956-958 y 960-966), si bien una exclusiva conspiración, en esta ocasión fomentada por un primo de el, Ordoño IV de León (958-960), logró deponerlo (958), con lo que Sancho se vio obligado a escapar nuevamente a la corte navarra.
Toda Aznárez procuró entonces la asistencia del califa Abd al-Rahman III, del que solicitó acompañamiento militar y una solución para realizar en frente de los inconvenientes de obesidad extrema que padecía Sancho I, que fue uno de las causas que mucho más había influido en la pérdida de acompañamiento de adentro a lo largo de la primera etapa de su reinado en León. Una embajada de la que formaban parte nuestra Toda, su hijo y su nieto se trasladó a Córdoba (958) y se entrevistó con el califa, quien accedió a sus 2 necesidades, en lugar de la distribución por Sancho de diez fortalezas protectoras en la línea del Duero.
El califa penetró de manera fácil por tierras leonesas, tomó Zamora (959) y León (960) y levantó nuevamente en el trono a Sancho I. La presencia de Toda en la embajada a Córdoba es la última novedad reportaje que se tiene sobre ella, que por entonces debía ser ahora octogenaria. Además de García Sánchez I de Navarra, Oneca, Urraca y Sancha, tuvo asimismo a Belasquita, que enlazó consecutivamente con el comes vizcaíno Momo, con el conde Galindo de Ribagorza y con el noble Fortún Galíndez, y a Orbita, que casó, probablemente, con Al-Tawil de Huesca.
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